Historia de la cama. Camas militares.


Literas en un buque americano durante la II Guerra Mundial


Cómo hacen la cama los ejércitos del mundo




 

No hace muchos años un militar americano expresó con extrema claridad esta idea: «antes de cambiar el mundo ocúpate de hacer tu cama». Este testimonio es el más indicado para principiar este apartado relativo a las camas en el ejército. A diferencia de otros tipos de lecho, la compostura de las camas militares tiene un propósito propedéutico, sirve para enseñar. ¿El qué? Pues orden, disciplina, importancia de los detalles y de las pequeñas cosas. El orden permite despejar el espacio y nos lo ofrece como un lienzo en blanco, pero también facilita el empleo de las cosas. Nos hacemos un mapa mental de lo que nos rodea. A fuerza de experimentar sobre este espacio colocamos las cosas allá donde sean más accesibles y fácilmente localizables. Cada uno demanda un orden propio, pero este adolece de un gran inconveniente, solo sirve a nuestro propósito, si estamos en una habitación compartida la disposición de las cosas debe ser normalizada para todo el colectivo.  Un militar es una unidad muy pequeña que funciona dentro de otro organismo mayor, pero como quiera que la fortaleza de una cadena pasa por la solidez del más frágil de sus eslabones, todos los individuos son importantes para el grupo y todos deben ser formados para adquirir esa templanza y solidez que requiere el conjunto. Aceptar la disciplina es forjar y limar las aristas de una personalidad con el fin de que encaje perfectamente. Esto se puede conseguir con pequeños procedimientos, rutinas simples, objetivos cuestionables y hasta ridículos que ponen a prueba el carácter de un individuo, pero que deben ser seguidas por todos y que establezcan una uniformidad en el grupo. «Hacer la cama», por ejemplo, es un empeño simple, pero que permite avanzar hacia proyectos de mayor envergadura, un pequeño reto cuya virtud reside precisamente en lo menguado de su tamaño. Si se consigue establecer un régimen de autodisciplina ante lo menudo. ¿Qué no se conseguirá ante desafíos de mayor calado?

La diligencia en la compostura de la cama no es banal ni caprichosa, de hecho, puede comportar consecuencias severas en determinados escenarios, por ejemplo, causaría serios perjuicios en el interior de un submarino: aquí el orden no es una opción. Cierto que en los sumergibles la economía del espacio exige que no exista propiamente el acondicionamiento de la cama, en este caso se trata de estrechas literas cuyo uso puede enmarcarse en la categoría de camas calientes, aunque cada tripulante suele disponer de una sábana. El interior de un sumergible puede ilustrar perfectamente la conveniencia de dejar las cosas en su lugar, ya que no solo proporciona claridad mental, sensación de alivio y bienestar, puede hasta salvarte la vida. Calculemos las consecuencias de abandonar unos pantalones en el suelo o unos zapatos tirados sobre el único corredor que atraviesa el sumergible, una estrecha galería por la que no se pude deambular si no se está de servicio. El desorden de un solo tripulante con su ropa sería devastador ante un zafarrancho de combate, ya que este corredor es como la columna vertebral del buque. Además, el orden tiene un efecto visual esclarecedor. El orden proporciona perspectiva y en un lugar tan pequeño parece que agranda el espacio. 

 La clave de un lecho castrense adecuadamente dispuesto reside en el pie de la cama; las dos esquinas inferiores de la sábana superior se salvarían practicando un pliegue triangular. Las habilidades del llamado empaquetado (packaging en inglés) o el arte de envolver y presentar un paquete, son de estricta aplicación en la compostura de la cama castrense, pues el propio lecho se tiene como tal. De igual manera, y llegado el caso, se dispondría la manta. La psicología militar es más proclive a la manipulación de líneas rectas que a la tortuosa geometría de las curvas. Una cama perfecta permitiría que una moneda rebotara en ella. En la misma línea se inscribiría el pulido de los zapatos que puede requerir sesiones de cepillado de hasta treinta minutos.

La compostura de la cama ha adquirido en la retórica militar una cierta relevancia. Aunque el tendido de las camas parece guardar similitudes en la mayoría de las unidades militares algunos ejércitos presentan variedades. El doblaje de las mantas en el ejército chino, por ejemplo, requiere una precisión milimétrica, de hecho, recibe el nombre de tofu porque su presentación final guarda ciertas similitudes con los bloques de esta pasta sólida, líneas rectas y ángulos casi perfectos de noventa grados constituyen el modelo a seguir en la presentación. La filosofía que inspira este cometido, tenido como menor, es el de fomentar la autodisciplina, pero también la pulcritud, fases esenciales para la que soldado del Ejército Popular de Liberación se integre en el engranaje de la milicia y por los cuales pretende caracterizarse. Existe una cierta teatralización en torno a la gobernanza de las camas, y el ejército ruso no es una excepción. Respecto a las directrices para el montaje de una cama no existiría un guion o libro de instrucciones destinado a tal cometido, parece que el celo empleado en su ejecución obedecería más bien a ese principio psicológico que marca el diario de muchos ejércitos, cual es la de mantener permanentemente ocupado al militar, pues no cabe ociosidad ni tiempos muertos en la milicia. Esto demerita un poco el compromiso que los soldados rusos deben establecer con el lecho que se les asigna, pero no reduce en nada las exigencias de su compostura. El ejército ruso utiliza un elemento que le distingue del resto de los ejércitos cuando hacen la cama, cual es el empleo de dos trozos de madera provistas de un asa llamados отбивами, algo así como «chuleta». Se sirven de ellas para angular perfectamente el borde de la cama y la forma de la almohada. Una vez compuesta la cama, esta es sagrada, no se puede usar durante el día, ni siquiera para sentarse en su borde. Si se precisa establecer alguna suerte de reposo en el curso de la jornada debe utilizarse cualquier otro mueble, como un taburete o zona de apoyo, pero nunca la cama. La uniformidad de las camas es verificada diariamente y el desarreglo o desajuste de alguna de ellas puede implicar un retardo en el rancho de todos los miembros de la unidad, con lo que el responsable del desaguisado queda rápidamente señalado, pudiendo en caso de persistir su descuido, ser marginado del grupo. El ostracismo en la milicia es probablemente la peor de las sanciones que puede sufrir un militar. La cama, como pone de relieve el episodio, es solo una ocasión, una excusa destinada a testear el grado de compromiso del recluta con la unidad. Las individualidades en los ejércitos no son populares, toda la estructura trabaja para encajar una parte en el todo, siendo así que la uniformidad es el modelo prescrito.


Modelo tofu. Camas ejército chino

El conocido como patrón tofu en el ejército chino


Ningún ejército contemporáneo puede permitirse ignorar el modelo ofrecido por las antiguas legiones romanas. Cuando una legión se desplazaba puede afirmarse que debía acarrear consigo todos los impedimenta necesarios para la campaña. Estos no solo incluían el propio material militar, máquinas de guerra, armamento personal, víveres para los soldados, enfermería, etc. Una legión era una ciudad en movimiento que atraía numeroso personal no combatiente: esclavos, funcionarios, familiares de oficiales, gente de oficio. Sin olvidar a aquellos grupos parásitos que a lo largo de la historia han hecho de los servicios a los ejércitos en marcha su forma de vida: pillos, civiles sin oficio, concubinas, prostitutas, vendedores, oportunistas. Ninguno de estos últimos tenía derecho a ingresar en el campamento, pero formaban en sus proximidades una ciudad precaria, en cualquier caso, siempre del otro lado de las fosas que los legionarios cavaban para proteger el castrum. Obviamente las condiciones de alojamiento eran distintas entre la tropa y los oficiales superiores. Estos últimos disponían de tiendas de mayores dimensiones y estaban asistidos por personal a su servicio. Un texto anónimo  pone de relieve el enojo de César ante el proceder del tribuno A. Avieno, que había hecho embarcar a su mujer, amigos, esclavos y caballerías propias, de tal manera que ante la falta de espacio en el barco la tropa no había podido embarcar. Un severo censor como lo fue Catón el Viejo, modelo de integridad y que había entregado al erario el botín conseguido en Hispania, se hizo acompañar en sus campañas por quince esclavos, varios libertos y numerosos amigos . Hasta el propio César, tan pronto a censurar los excesos de sus subalternos, parece que se hizo llevar suelos de mosaico para decorar sus pabellones de campaña. Aunque existen excepciones, como la de Escipión, que en el sitio de Numancia decidió compartir con sus hombres los lechos de paja. 

La logística puesta al servicio de la alta oficialidad nada tenía que ver con los precarios medios de los que disponían los legionarios. La unidad más sencilla de la legión estaba formada por 8 hombres y se denominaba contubernium. Cada una de estas unidades disponía de una tienda llamadas papillones en cuyo interior dormían, teniendo en cuenta que solo había espacio para seis hombres, pues dos de ellos debían de estar de guardia permanentemente. Las tiendas eran extremadamente pesadas, estaban elaboradas con unas 80 pieles de cabra, todas ellas cosidas. Con el fin de impermeabilizar la tienda y proporcionarla mayor duración estaban impregnadas de sebo. Una mula por contubernium era la encargada de portar la tienda, en su interior los hombres dormían arropados con sus propias capas, directamente sobre el suelo, aunque frecuentemente este se cubría con paja. Por lo visto estaban obligados a pagar hasta por el heno que utilizaban con tal propósito , así que intentaban reutilizarla cuando el campamento era desmontado lo cual no era siempre posible. 


© Historia Social y Cultural de la Cama.

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