ACERCA DEL PERFUME Y EL OLOR. OLOR Y PERFUME

 



HISTORIA DEL PERFUME


Me ha llevado diez años de trabajo, pero por fin es una realidad. Está publicado en Amazon, y aunque no era mi plataforma ideal, buenos y cercanos consejos han acabado por decidirme. La búsqueda de canales adecuados, quiero decir editoriales dispuestas a publicar el trabajo de un autor desconocido, es desalentadora, aunque comprensible; arriesgar el dinero en un proyecto editorial requiere buenas dosis de compromiso y fe. Ni uno ni otro forman parte de los criterios comerciales de cualquier empresa que se tenga por tal, al fin y al cabo una editorial es una empresa que busca el beneficio, y en el peor de los casos, esquivar las pérdidas, además de no perder reputación publicando cualquier memez. Este, sin duda, es el aspecto más amargo de un escritor novel que, en numerosas ocasiones, se ve obligado a utilizar soportes tenidos por menores o inapropiados. !Quién sabe¡

Veamos. Este es un ensayo; un trabajo que ofrece un recorrido narrativo en torno a cinco grandes civilizaciones y culturas: Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma y la civilización Araboislámica. En este caso, el guion queda señalado por un aspecto tenido por menor, algunos opinan que frívolo: el Perfume. La percepción de esta gentileza del olor que es el buen olor, pese a parecer irrelevante, acompaña el trayecto vital de la especie desde hace milenios y tiene una continuidad en el tiempo. Esta perdurabilidad obedece a imperativos de naturaleza biológica: el perfume remunera los sentidos, pero también es cultural. Todas las civilizaciones han encontrado en la recreación olfativa, bien una fuente de inspiración, bien un elemento primordial en su liturgia religiosa, o sencillamente, un instante de recreación sensitiva. Pero el bienestar olfativo no es gratuito, determinó toda una sofisticada técnica para la elaboración de productos gratos al olfato. Sus exotica fueron uno de los principales objetos de codicia, alimentado las vías comerciales entre Oriente y Occidente, bien a través de la ruta de la seda y la de las especias o a lomos de camellos, en interminables caravanas, atravesando los desiertos arábigos y asiáticos. Pero el perfume no solo es un objeto; es también una emoción, al ser una particular instancia del sentido del olfato, participa de las peculiares propiedades de este sentido tan menoscabado en la historia. Su faceta hedónica determina vivencias difícilmente objetivables, es, en este sentido, una experiencia única e intransferible. Vivimos el perfume de una manera personal; como filosofía, pero también como mito, y hasta lo incorporamos a nuestros códigos sociales, lo que le hace antropológicamente apetecible. Mas el perfume es solo una de las evidencias del sentido del olfato, hay otro aspecto más inquietante en la olfacción: el hedor. Perfume y hedor, como ya refiero en el texto, utilizan los mismos canales sensitivos pero causan emociones diferentes. Esto es paradójico, pues muchos de sus ingredientes son perfectamente intercambiables: sorprendentemente existen matices en el hedor que animan el formulado de las más sofisticadas esencias.  A diferencia del hedor, el perfume ha sido aceptado dentro de la familia cosmética como un elemento nuclear, incorporando el bienestar olfativo a los códigos de belleza tenidos al uso en cada momento de la Historia. Espero que el texto sea de su agrado.


J. García 

Con mis agradecimientos a Casamundo







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