Empoderamiento femenino. Duelos. Desafíos. Combates y lances de honor entre mujeres.

Empoderamiento femenino
Disputa entre mujeres. Finales del siglo XIX. London


EL HONOR ENTRE LAS MUJERES. DUELOS Y DESAFÍOS FEMENINOS


Duelos y desafíos han sido una constante a lo largo de la Historia de la Humanidad. Hace ya algún tiempo dedicamos varias entradas a este particular medio de lavar el honor y recuperar así la estima y el respeto social perdido o amenazado por un ofensor. En realidad, la experiencia sugiere que la lid establecida al efecto para restituir nuestro buen nombre no comprometía el valor de verdad de las acusaciones vertidas, de hecho, era bastante frecuente que los profesionales del duelo impusieran su maestría por encima de la veracidad de la cuestión en disputa. Así pues no se trata tanto de verificar la verdad, sino más bien aceptar el veredicto de la fuerza o la habilidad para resolver el duelo, los profesionales de las disputas siempre partían con ventaja, aunque siempre quedaba la esperanza de que la  Providencia, o los inescrutables destinos de la divinidad favorecieran al más débil, por lo general aquel al que le asistía la razón que no la fuerza. Hubo un tiempo en el que los desafíos fueron un recurso socialmente aceptado como espacio para determinar un veredicto, pues la justicia de los hombres era incapaz de determinarlo. Se hicieron tan numerosas que vista la sangría ocasionada entre sus clases más destacadas por los constantes y pertinaces enfrentamientos, el duelo comenzó a ser considerado una forma inadecuada para resolver los conflictos. No obstante existió cierta tolerancia en su ejercicio, y es que aunque pueda parecer sorprendente hasta la década de los setenta del siglo pasado se verificaron duelos en Argentina. El honor es, con excepciones, un patrimonio de clase y desata un bucle de acontecimientos imprevisibles y frecuentemente irracionales entre sujetos a los que se les supone una cierta instrucción. Rydlet Scott, el director de Alien el octavo pasajero y Blade runner, abordó en el año 1977 una extraordinaria cinta dedicada a los duelos; su título es bien ilustrativo, Los duelistas. La película narra la peripecia real de dos personajes enfrentados en sucesivos desafíos durante 15 años. En todo este tiempo son incapaces, por diversos avatares, de concluir sus duelos, con lo que estos se van encadenando indefinidamente causándose numerosas heridas. El final apunta el hartazgo de uno de ellos que se decide a perdonar la vida al otro, pues dispone de dos balas para utilizar a quemarropa, las cuales decide no utilizar. Le perdona la vida, pero en cambio le considera muerto ante sus ojos, exigiéndole que desaparezca. 
Deber y honor están por encima de todo. Un hombre sin palabra es poco menos que una bestia. Es así que la Historia nos ha presentado una biografía del honor que parecía corresponder solo a los varones, pero esto no es cierto. Las mujeres han desempeñado refriegas violentas con el fin de responder a ultrajes y conflictos de toda índole, incluidas las pendencias amorosas, bajo cuyo dominio se han practicado numerosos episodios de clamorosa violencia.



Afrodita y Perséfone


Este es uno de los más antiguos. Recuerda la disputa entre la diosa griega del amor Afrodita y la ninfa Perséfone, enfrentadas por el amor de Adonis. La reyerta  obligan a Zeus a intervenir repartiendo el año en tres partes; cuatro meses con cada uno de ellas, mientras que el resto se lo dejaba a Adonis, que puede utilizarlo como mejor le convenga. 

Isabela de Carazzi y Diambra de Pottinella (1552)


Durante el siglo XVI Italia era tenida como el santuario del duelo. De hecho el duelo, aunque prohibido, atraía la atención de numerosos jurisconsultos que se planteaban extremos teóricos rocambolescos, planteándose cuestiones del siguiente tenor: ¿Qué era más honrado, cegar a un oponente o cortarle la nariz? Aunque progresivamente el duelo se deslizó hacia la clandestinidad, tenía sus reglas. Un tratado de Girolamo Muzio, titulado el Duello, pasó a convertirse en el breviario del duelista del siglo XVI. No es pues extraño que esta vivencia del duelismo en Italia acabara por sensibilizar a todas las clases sociales, y a los dos sexos por igual. El amor fue el responsable de un singular riepto acaecido en tierras italianas  durante el siglo XVI, dos mujeres Isabela de Carazzi y Diambra de Pottinella, se enfrentaron a muerte por los favores de un galán, Fabio de Zeresola. Cierto que se desconoce el desenlace del mismo, pero casi un siglo después, José de Ribera, el pintor, haciéndose eco de la historia decidió llevarlo al lienzo. El cuadro cuelga en las paredes del Museo del Prado y su título no admite duda alguna: duelo de Isabella de Carazzi Y Diambra de Pottinella.


Lady Almeria Braddock y Mrs Elphinstone. 1792


Un dudoso duelo, conocido como el duelo de las enaguas, se celebró en 1792 en Londres. La discusión sobre la edad de una de los contendientes derivo en un lance, primero a pistola y después a espada. Lady Almeria consideró intolerable que Mrs. Elphinstone diera por buena la edad que un diario de la ciudad le atribuía, 61 años, frente a los 30 años que ella sostenía haber cumplido. El duelo se celebró en Hyde Park y las mujeres, ambas heridas, acabaron por llegar a un acuerdo aunque difícilmente y vista la disparidad en años objeto de la disputa, pudieran  establecer a algún tipo de entendimiento.



Madame De Polignac y Madame De Nesle. 1721?


El amor y su reflejo oscuro, el odio, son los sentimientos más poderosos. La condesa de Polignac se había enamorado de la persona menos adecuada, François Armand de Vignerot, un notable mujeriego, vividor y duelista que no tardaría en sustituirla por otra amante, la Marquesa de Nesle. Aunque la condesa de Polignac era famosa por sus emociones cambiantes y su frívola emotividad, había acabado por enamorarse de Vignerot, de forma que al despecho causado por su abandono, vino a unir la absoluta ignorancia que el malandrín  hacía de su persona, menospreciándola constantemente e ignorando sus muestras de amor. El odio, expresión violenta de sus celos, no tardó en afincarse en su corazón proyectándolo sobre aquella que había ocupado su lugar. Frenética, desafió en duelo a la Marquesa de Nesle, reto que fue sorprendentemente aceptado por esta, estableciéndose el mismo en el Bois de Boulogne. El arma elegida fue la pistola. Quiera que ninguna de las dos estuviera muy experimentada en el uso del arma, quiera que la fortuna desvió el plomo, lo cierto es que la marquesa de Nesle cayó herida al suelo, aunque el gran derramamiento de sangre hizo creer a Polignac que estaba muerta o próxima a estarlo. Por eso, cuando recibió la noticia del estado de la marquesa de Nesle, que solo había sido herida en el hombro, Polignac expresó su decepción, tanto más cuanto que había manifestado públicamente que aquella era la consecuencia de robarle el amante a una mujer como ella. Pero la venganza se sirve en frío, Polignac tuvo al cabo del tiempo oportunidad de saborear sus frutos, pues el vano Vignerot pronto abandonaría a la marquesa de Nesle para sustituirla por otra.

Las duelistas de la enagua
Las duelistas de la enagua



Marta Duran y Juana Luna 1900


También fueron las disputas sentimentales las que llevaron a estas dos mujeres mejicanas. Marta Duran, acompañada por su amante Rafael, asistía a un baile de sociedad cuando sorprendió a este coqueteando con Juana Luna, la cual parecía recibir con agrado las atenciones del tipo. Explotó una discusión entre ambas y Juana retó a Marta Duran a duelo. La cita se acordó al día siguiente, en un lugar desierto, alrededor de la ciudad de México. A tal efecto, se utilizaron espadas y el encuentro fue violento y sangriento. No se concluyó a primera sangre, como solía ser habitual, las duelistas se emplearon con coraje y determinación. Tras varios asaltos Marta fue herida de gravedad, pero con todo se negó a concluir el duelo. Sin embargo una inesperada lesión en el brazo obligaría a Juana a parar la pelea. Ante el alcance de sus lesiones Marta renunció por fin a Rafael y ambas mujeres se separaron. No obstante, la gravedad de Marta exigió atención médica y esto tuvo como consecuencia que las autoridades fueran advertidas de la reyerta, que al ser ilegal, envió a prisión a las dos duelistas y sus testigos. Este hecho parece que determinó que tanto Marta como Juana perdieran interés por Rafael

Olga Zavaroka y Ekaterina Polesova 1829


El duelo entre Olga y Ekaterina es sorprendente y terrible. Lo es por un doble motivo llegaron a él por meras disputas de vecindad que acabaron por alimentar un odio feroz, y segundo porque puede decirse que se disputó en dos tiempos, separados entre sí por cinco años. Olga y Ekaterina mantenían una crispada convivencia hasta el extremo de que decidieron solventar sus disputas mediante un duelo. El arma elegida fue el sable de caballería, pues sus maridos eran oficiales de este cuerpo. Además de los testigos estaban presentes las hijas de ambas, de catorce años de edad. El duelo fue en extremo brutal, ni siquiera la presencia de sus hijas y la intervención de las institutrices logró evitar un desenlace fatal: Olga murió prácticamente en el acto, de un tajo en la cabeza, pero a Ekaterina le llevó más tiempo, pues herida en el estómago solo consiguió sobrevivir un día más, eso sí tras una dolorosa agonía

…………………Alexandra Zavarova y Anna Polesova 1834


Cinco años después, como ya he referido, aquellas niñas que habían presenciado el duelo y muerte de sus madres se citaron en el mismo bosque donde se había desarrollado aquel sangriento lance. Esta vez solo hubo una vencedora: Alexandra,  que mató a Anna Polesova, vengando de alguna manera la muerte de su madre.

Madame Astié de Valsayre y Miss Shelby 1886


Astié de Valsayre fue una militante feminista de finales del siglo XIX en Francia. Vindicó el voto femenino, acceso a todas las profesiones e igualdad de salarios. Intentó persuadir a las mujeres de la alta sociedad sobre la conveniencia de amamantar a sus propios hijos[1], renunciando a los servicios de las amas de cría, y exigió al Gobierno la derogación de una ley que impedía a las mujeres el uso de pantalones, excepto cuando montaran en bicicleta, en un caballo o tuviera autorización policial (dato curioso, esta ley no se abolió en Francia hasta el año 2013). Había conseguido licenciarse en Medicina porque esta disciplina era la más permeable a las mujeres. Precisamente por la dignidad de las mujeres médicos en Francia desafió a una médico norteamericana que sostenía la superioridad de sus colegas sobre las francesas. Los pródromos del duelo incluyeron el clásico uso del guante con el que Astié de Valsayre golpeó la cara de la americana. El duelo en sí solo exigió un mínimo derramamiento de sangre debido a un arañazo sufrido en el brazo de Miss Shelby, que se disculpó dando por vencedora a la enérgica francesa.

Pauline Metternich y la condesa Kielmannsegg 1892


El duelo entre la princesa Pauline Metternich y la condesa Kielmannsegg tiene más trascendencia por las circunstancias que concurrieron en el mismo que por los detonantes que lo causaron. En realidad se trató de una disputa banal que tenía que ver con la disposición de un arreglo floral. De aquí en adelante interviene la morbosa escenografía utilizada para el desarrollo del riepto, que al parecer exigió desprenderse de la ropa que cubría su abdomen y pecho. Esta desnudez vino determinada por el temor a que cualquier herida causada arrastrara restos de las prendas de vestir y estas causaran una infección. Esta fue la razón por la que la baronesa Lubinska, encargada de presidir el duelo, exigió a los varones allí presentes que presentaran solo sus espaldas, absteniéndose de proporcionar ayuda alguna a los duelistas, pues la baronesa creía que aquel interés solo podía ser el resultado de una lujuriosa compasión. El resultado del duelo no debió de ser relevante, pero encontramos ecos del mismo en Madrid, a finales del siglo XIX; dos cupletistas también se enfrentaron a pecho descubierto en el parque del Retiro, al parecer bajo la estatua del ángel caído