Historia del cepillo de dientes |
Vivimos en un mundo que está lleno de objetos. Miremos donde miremos encontramos cosas que utilizamos para distintos fines. Nuestro hogar, por ejemplo, es un gran almacén de trastos; unos más útiles que otros y distribuidos, por lo general, entre las distintas piezas del hogar. Una de estas se llama servicio, baño, excusado, toilettes… En fin, es uno de esos lugares casi sagrados de los que no puede prescindir ningún hogar ¿Y por qué decimos sagrado? Pues porque aquí el hombre se enfrenta en soledad a un ritual diario que le hace esclavo de su condición.
Aquí, en este altar de las urgencias diarias, nos encontramos también con esos elementos que nos acompañan; la esponja, el papel higiénico, la taza, la ducha, las toallas….en fin. De entre todos ellos un objeto que nos llama poderosamente la atención. Una especie de Quijote; vive y muere de pies: el cepillo de dientes. Y cómo no, su inseparable escudero: la pasta dentífrica.
Nuestro cepillo de dientes es de una rabiosa exclusividad, porque ¿Quién comparte su cepillo? ¿Hay acaso objetos más personales que este? … Bueno, los hay, pero son pocos en efecto. Veamos, Willy Wilder (el director de cine) llegó a comparar el cepillo de dientes con el Taj Mahal, y en unas recientes encuestas hechas en los USA es valorado por encima del microondas, el coche y el ordenador, lo que evidencia, según su autor, (el de la encuesta) que son las cosas cotidianas las que más valoran los ciudadanos.
La tienda de los cepillos de dientes. Brooklyn Museum. Departamento de Arte Asiático |
Esta foto es de 1932. Cepillo con pasta incorporada |
Útiles de aseo que pertenecieron al rey Fernando VII de España (1784-1833). Polvera, perfumador y en primer término su cepillo de dientes. Se encuentran expuestos en el Museo Romántico de Madrid. |
Perteneció a Luis XVIII de Francia |
Con estos precedentes no es extraño que los romanos hicieran uso generalizado de los polvos dentífricos; una mixtura de cáscaras de huevo, ostras y huesos. Sometidos todos ellos al fuego y mezclados con miel constituían un eficaz pulimento. Pero sin duda era la orina la reina de los enjuagues dentales; ya lo habían hecho los griegos y probablemente otros pueblos más aunque no queda de ello testimonio. Plinio sostenía que era ideal para evitar la caries. Un médico latino de nombre Largus la mezclaba con arena pulverizada, vinagre y miel. De hecho, el uso de la orina para estos menesteres debió alcanzar gran difusión porque existía hasta recetario. Según estos el producto se dejaba reposar en lugares umbríos, siendo la más apreciada de todas la lusitana, la actual Portugal. Los cántabros la conservaban en cantimploras y la utilizaban para este y otros menesteres, y hasta en el siglo XVI, Erasmo de Rotterdam habla y también alaba su uso. Parece que cualquier remedio era preferible a soportar el mal aliento, tal es así que la halitosis era una de las causas justificadas para el divorcio entre los musulmanes. San Hildegarda, con esa sencillez que es tan cara a los matemáticos, sostenía que la mejor manera de tener una dentadura limpia era enjuagándola todos los días con agua
Por estas fechas, y según los entendidos de la época, los hombres tenía 32 dientes, la mujer 30 y los eunucos 28. Al menos eso decían.
En China se trituraban huesos de pescado. Y, ya en la Edad Media, los árabes utilizaban arena y piedra pómez que destrozaban el esmalte claro. Trótula Ruggiero [más conocida como Trótula de Salerno], ya decía en el siglo XI que los dolores del parto en las mujeres no eran el resultado de su pecado original y que, fácilmente, podía ser aliviado con un poco de opio, además preparó un eficaz colutorio dental elaborado con una infusión caliente de nogal. Una fórmula medieval presentaba una amalgama de sal, hinojo y cola de caballo, una mezcla inteligente puesto que la sal blanqueaba la dentadura, el hinojo perfumaba el aliento y la cola de caballo pulía la superficie dental. Este último producto podía ser sustituido por otro elemento abrasivo, como conchas marinas finamente trituradas. El dedo, envuelto en una tela, podía utilizarse como cepillo para aplicar esta emulsión. Fray Bernardino de Sahagún nos ha dejado testimonios del Nuevo Mundo y allí los Mayas utilizaban un amplio repertorio de sustancias de origen vegetal y animal; cenizas de iguana quemada viva, raíces, hiel de ranas y en el actual México una goma muy conocida: el chicle. El propio general Santa Ana que fuera presidente de México en varias ocasiones proporcionó la idea a un Norteamericano que, claro, se ocupó de ponerla en práctica. Napoleón prefería utilizar polvo de coral para completar su higiene dental
En fin en el siglo XIX el Dr. Sheffields desarrolló una fórmula que reconoceríamos como pasta de dientes. Fue a su hijo a quién se le ocurrió envasarla en tubos metálicos al observar las pinturas al óleo. Y en 1896, Mr. Colgate, introduce en el mercado los tubos de pasta de dientes.
[1] Archivo General de Simancas. Casa y Sitios Reales. leg 43. fol 148 del 10 de Junio del año 1502
[2] La Emperatriz Josefina, fue la primera esposa de Napoleón. A pesar de tener dos hijos de su primer matrimonio fue repudiada por El Emperador debido a su incapacidad para proporcionarle un heredero. Sufría terriblemente de la boca, y carecía casi por completo de dentadura. Utilizaba un abanico para ocultar en público su boca
[1] Archivo General de Simancas. Casa y Sitios Reales. leg 43. fol 148 del 10 de Junio del año 1502
[2] La Emperatriz Josefina, fue la primera esposa de Napoleón. A pesar de tener dos hijos de su primer matrimonio fue repudiada por El Emperador debido a su incapacidad para proporcionarle un heredero. Sufría terriblemente de la boca, y carecía casi por completo de dentadura. Utilizaba un abanico para ocultar en público su boca
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