LOS ELEGANTES DEL ISLAM
Vamos a retroceder mil trescientos años para ocuparnos en esta ocasión de los abasidas, así conocidos porque su primer Califa fue Abul-Abbas en el +750. Sabemos que los abasidas desalojaron del califato a los Omeyas¹, que habían establecido en Damasco su capital. Doce años después en el 762, Al-Mansur decidió trasladar su capital a la ciudad de Bagdad. De hecho determinó construirla, aprovechando un antiguo enclave persa, en un lugar próximo al río Tigris. Para ello decidió pintar en el suelo con una marca de ceniza, la urbe que había imaginado, y tras cinco años de trabajo y cien mil hombres consiguió erigir la que acabaría por convertirse en la ciudad más brillante del mundo durante algunos siglos. Capital de un Imperio que se extendía desde las fronteras de la India hasta el Estrecho de Gibraltar, cosmopolita y refinada en extremo. Por sus calles se movían personajes llegados de la India, China, las estepas rusas, europeos, blancos, negros, musulmanes, cristianos, judíos. Las riquezas que llegaban desde todas las partes del planeta, señaladas estas por cada una de sus cuatro puertas de hierro, consiguieron configurar una clase de personajes exquisitos y refinados: los elegantes, que impusieron sus gustos estéticos durante un par de siglos en los modales, la indumentaria y la alimentación.
Puerto fluvial del Tigris |
Maestros de la indolencia y el buen gusto, aficionados a los ejercicios poéticos y el coqueteo intelectual. Inclinados muchos de ellos hacia una afectado afeminamiento, y otros rendidos de admiración ante la belleza inmarcesible de las cantantes. Una suerte de hetairas cultivadas, tan agudas, ingeniosas e inteligentes, que a fuerza de recibir un pago por sus servicios muchas de ellas llegaron a conseguir la libertad, si no la legal, sí aquella que nace de de la potencia de sus atributos. La Dinastía de los Abasidas al trasladar su capital a Bagdad quedó impregnada de la herencia persa. Marcas iranas en la cultura Bagdati lo constituyen, por ejemplo, las capas de seda, la poesía, la jardinería, los velos semitransparentes y las zapatillas. En efecto; se trata de un cómodo calzado cuyas plantillas fueron impregnados con los más delicados perfumes, tal y como atestigua el consumo que de ellas hacia la madre del califa Al-Mutadid [857-902], que requería un nuevo par de piezas por semana. También es de origen persa los gallardos procedimientos dietéticos destinados a conservar el peso ideal: a tal efecto era frecuente consumir barro de Jurasan², puesto que la obesidad era considerada tanto un desajuste físico como intelectual. En este sentido la etiqueta culinaria de los elegantes pasaba por tomar bocados pequeños, masticando lentamente y evitando la glotonería. La parte de la mesa que ocupan debe quedar limpia de sal, migas, líquido y por supuesto grasa. A un elegante se le conoce sobre todo por la forma de comer, si el alimento le hace perder las formas no merece pertenecer al mundo de los elegidos. Entre las comidas que deben evitar se encuentran los guisos del día anterior, ni aquellos que hayan sido recalentados. Deben abstenerse de mojar en el caldo, evitando en lo posible la langosta, el bogavante y las legumbres por los gases y frecuentes borborigmos intestinales que ocasionan. La comida debería limitarse a una ingesta por jornada.
La Ciudad Redonda de Bagdad y sus Cuatro Puertas señalando a cada uno de los puntos cardinales |
Los hombres gustan vestir finas camisas, túnicas de lino, tela de seda y de filoseda³, velos bordados y teñidos con alafor. Tejidos forrados, camisas impregnadas con almizcle, túnicas perfumadas con ámbar. No era posible la mezcla de ropa sucia junto a ropa lavada, ni tampoco ropa lavada con ropa nueva. En el calzado se debía de evitar los teñidos rojos; los botines carecían de talón y eran elaborados con piel negra. Utilizan calcetines de seda cruda o de lana de cabra. El perfume de los elegantes estará elaborado con almizcle, desmenuzado en agua de rosas o aloe perfumado mediante ambar gris mezclado con agua de claveles. Otra opción es la que ofrece los polvos mezclados con diversas esencias. En cualquier caso el perfume debe ser discreto, apoyándose para esto en el hadiz⁴ del Profeta, que sugiere que el perfume del hombre no se debe ver.
Pero el movimiento de los elegantes de Bagdad no compete solo a los hombres; las mujeres podían y debían participar también del mismo, habida cuenta de que eran uno de los grandes elementos de inspiración poética, demostrando alguna de ellas unas altas cualidades intelectuales que les hacían merecedoras de participar en igualdad de condiciones en cualquier celebración. A ellas les estaba permitido vestir finas túnicas color oro, gasas de varios colores, seda de lunares, mantos de filoseda, cuellos adornados con collares, mantos negros impregnados de espliego. Usarán sandalias forradas de piel, acharoladas, con la suela mas fina por el centro. Podrán también utilizar botines cortos, sin talón como en el caso de los varones. En cuanto a los perfumes femeninos deberán inclinarse por el sándalo, el clavo, el azafrán, el agua de alcanfor, aceites de violeta, de lilas y sargatillo. Las mujeres podrán en cualquier caso utilizar todos los perfumes de los hombres pero estos se abstendrán de hacer lo propio con los aromas femeninos.
Todo esto acontecía en una ciudad durante el siglo IX. Una urbe que en algún momento de su historia llegaría a alcanzar el millón de habitantes. De aquella Bagdad no queda casi nada, fue destruida por los mongoles en 1258 en el que es probablemente el episodio de exterminio humano más extremo al que la civilización islámica se tuvo que enfrentar, a la vista de los centenares de miles de víctimas causadas por la ira de estos bárbaros. Aquella Bagdad pintada en los cuentos de las mil y una noches está ahora bajo los pies de sus visitantes, es el polvo que pisan lo que queda de ella. Mesopotamia carece de piedra y todas las civilizaciones que por ella han pasado utilizaron básicamente el barro para construir, de forma que polvo fueron y en polvo se convirtieron.
[1] Abderramán I fue uno de los pocos Omeyas que sobrevivieron a la matanza, fundó el emirato independiente de Córdoba
[2] Conocido también como bucarismo. El consumo de barro en la Corte de España está suficientemente documentado y es herencia musulmana. Actualmente se ha insinuado en algunas dietas alimentarias con el fin de perder peso
[3] Mezcla de seda, algodón y lana
[4] Conjunto de normas fijadas supuestamente por el Profeta Mahoma. Si bien la mayoría de ellos son de carácter apócrifo
Corrección: 16 de Julio de 2021