Curiosidades sobre el tiempo, el reloj y los calendarios [Parte II]

la medida del tiempo, el reloj y los calendarios


El tiempo, el reloj y los calendarios



Queremos creer que es sólo una licencia poética. Os lo vamos a referir. Es esta: la del enamorado que ha perdido a su amada y que, para no olvidarla nunca, decide convertirla en cenizas para después mezclarlas con el polvillo de las ampolletas de un reloj de arena. Solo vive para  contar el tiempo que le resta para unirse con ella. Es triste, pero al amor le gusta  este coqueteo agridulce con el paso del tiempo. A  Francisco de Borja, virrey de Cataluña, el paso del tiempo lo dejó tan desolado y afligido que decidió abandonar el mundo y terminó por ser Santo de la Iglesia. Tuvo la oportunidad de observar el efecto del tiempo en el estado de aquella bellísima mujer que fue Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y madre de Felipe II. Muerta la emperatriz en Toledo y trasladado el cadáver a Granada, al ser requerido el virrey por los monjes para dar fe de aquel hecho, se procedió a abrir el ataúd, y a la vista del cadáver, de esa obscena impostura de la muerte, Francisco de Borja exclamó, más o menos que, no podía asegurar que aquellos restos fueran de la Emperatriz, pero sí juraba que lo que allí dejaba era su cadáver. El tiempo, en efecto, es implacable. Os presentamos el oleo de Isabel de Portugal pintado por Tiziano en 1548 por expreso deseo del Emperador Carlos. La Emperatriz había muerto diez años antes, en 1539

     Otra forma de percibir el tiempo, creemos que con una espantosa monotonía es la del eunuco chino ¿Por qué decimos esto? Porque existe una hermosa, aunque concisa leyenda china, que nos refiere un oficio añadido a la propia condición de castrado, y esa era la de voltear una y otra vez un reloj de arena y contar las veces que lo había hecho. Era a su manera el señor del tiempo, pues por aquel entonces no existía eso que ahora se denomina hora oficial. A lo más una llamada “Casa del Calendario” dentro de la cual cada Emperador chino fijaba el principio del año. Junto a las clepsidras (relojes de agua), que ya estaban presentes en la cultura china 1500 años A.C. y que consistían en unos cuencos flotantes que, una vez llenos de agua, se hundían, también encontramos los primeros despertadores,  cuya presencia estaba vinculada a los relojes de fuego. Eran estos relojes unas varitas de formas y dimensiones variadas que se obtenían de una pasta de madera especial aromatizada. Podían arder durante días, de tal forma que, gracias a la presencia de bolitas metálicas que se hallaban colocadas a lo largo de su superficie, y que se desprendían una vez el fuego consumía la sección donde se hallaban fijadas, producían, al precipitarse sobre una porcelana,  un sonido característico.





Francisco de Borja. Muerte de Isabel de POrtugal
Francisco de Borja. Muerte de Isabel de Portugal




     Qué formidable poder el de estas dinastías que se fueron sucediendo más o menos unas a otras durante más de tres mil años, con más de 200 emperadores, y en las que el reloj mecánico  no alcanzo gran finura como en otras artes. Con todo, los dos primeros occidentales que penetraron en la Ciudad Prohibida lo hicieron en su calidad de relojeros, un jesuita italiano llamado Ricci que debía saber de todo y otro jesuita español nacido en Valdemoro; Diego de Pantoja, en el siglo XVII. Invitados por un emperador al que nunca vieron, pero ante cuyo trono vacío debieron de inclinarse como si efectivamente estuviera allí la egregia figura. Llegaron para enseñar a los eunucos el funcionamiento de un reloj y hecho esto se marcharon. Todavía hay gente que se pregunta cómo fue posible que un colectivo como el de los eunucos se hiciera dueño y señor de la gestión del imperio chino, pues aquí está la respuesta: controlando el tiempo. 

Pantoja y Ricci.Jesuitas en Pekin
Pantoja y Ricci. Jesuitas en Pekín

     Bien es verdad que la manipulación del mismo no ha sido exclusiva de esos 200.000 castrados que llegó a haber en China en sus mejores momentos. Hammurabi que reinó entre el 1728 y el 1688 antes de Cristo se permitía elegir el nombre de los meses. En Roma, cuyos primeros años de historia se contaban por la cantidad de clavos presentes en el templo de Minerva a razón de uno por año, el tiempo, en manos de Virgilio, era poco más que lirismo: “el tiempo vuela”, decía . Y Horacio, algo más veterano, decide aprovecharlo con aquel “Carpe diem” cuya intención originaria ha sido adulterada por este nihilismo de “caja de galletas” que padecemos. Pero nadie como los Pontífices romanos para manipular las jornadas festivas y laborables que supuestamente estaban fijadas por una complicadísima –e inexistente dicho sea de paso- conjunción de astros y observaciones de la Luna, cuya lectura era exclusiva y sólo estaba al alcance del Colegio de Pontífices, claro. Los cuales fijaban el calendario como más les convenía, pues de el dependía la duración de un cargo político. 

Saturno devorando a su hijo. Goya


     Sólo hace un poco más de doscientos años los revolucionarios franceses decidieron cambiar el nombre de los meses, pero además dividieron cada uno de ellos en tres periodos de 10 días cada uno, tal y como parece sucedía en la antigua Grecia. Pero  al ir a ponerles nombre se les debió de agotar la inspiración thermidoriana -una caída de tensión intelectual, quizás- y resolvieron llamar al primero  “primer día”, al segundo “segundo día” que dichos en francés mejoran un poco……..en fin, así hasta el décimo día en el que también decidieron descansar. Esta reforma del calendario no debió de gustar mucho porque de esta manera se hurtaban al ciudadano, como poco, un día de descanso al mes, y como las fiestas religiosas se habían suprimido desde un primer momento, el espíritu revolucionario debió solventar este contrapies de la mejor manera posible ¿Cómo? Restableciendo el calendario tradicional. Semanas de siete días  que tienen su origen más allá del Imperio Romano en el que las semanas eran de 8 días y que probablemente se inspire en la Biblia, en aquel pasaje famoso de la creación en el que Dios labora seis días y descansa un séptimo, que era y es el sábado. Pero para cambios los que hubo en la URSS, las revoluciones alternan pasos a derechas con autenticas meteduras de pata. Desde el año 1929 al 1940 se cambiaron por tres veces la duración de las semanas, veamos: desde 1929 al 1934 la semana tenía cinco días con uno de descanso. Desde 1934 a 1940 la semana paso a seis días con uno de descanso, y desde 1940 en adelante se retornó a la semana de 7 días. En resumidas cuentas se paso de descansar 7 días al mes a 4. Alguien debió de salir ganando en este galimatías


España tiene un huso horario que es herencia de los nazis. Por nuestra posición en el mapa nos correspondería el huso Portugués o Británico (ver Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles)


     La Revolución Francesa interrumpió un tácito acuerdo que se había mantenido durante los últimos siglos en Europa, Consistía éste en el reparto del tiempo entre la Iglesia y la naciente burguesía. De tal manera que el calendario era competencia eclesial mientras el reloj lo era de los industriales, siendo el gremio de pañeros el primero que estableció lo que podemos empezar a considerar como jornada de trabajo. De esta manera se salvaba Dios, pero también se salvaba el mundo. Desde sus primeros años la Iglesia cristiana estuvo muy interesada en fijar las fechas con relativa seguridad homologando la festividades en toda la cristiandad con el fin de que se celebraran en los mismas días en todas ellas y evitar así las fabulaciones de monjes semianalfabetos como hemos visto al principio. El calendario litúrgico tenía, y tiene como propósito, parcelar el año en un completo santoral que hoy parece una herencia algo trasnochada, pero que en su momento sirvió al menos para que muchos campesinos supieran, si quiera por aproximación, la edad que tenían. En una época en la que la duración de una noche era más o menos lo que daban de sí tres velas encendidas una detrás de otra. Y el año empezaba sólo en algunos sitios el 1 de Enero, con la fiesta de la circuncisión de Señor. Que no es cualquier cosa, porque la Iglesia festejaba en tal señalada jornada la festividad del Santo Prepucio. Tal y como oyen, y que tiene unas derivaciones que no son cometido de esta entrada. Aunque sí de esta y en este mismo blog [De la verdadera cruz. Y de la circuncisión de Cristo. Reliquias ( II ) ]


Historias sobre el tiempo consta de dos entradas