Aromas de la India. El perfume del Kamasutra. La esencia del Rey Bhoja y Ghandhara, el país de los olores. Historia del Perfume (XII)




Aromas de la India


Ctesias era un viajero  griego que hizo un mapa geográfico y humano del Subcontinente. Llegando  a la conclusión de que los hindúes vivían entre 120 y 200 años y eran de color oscuro de piel, excepción hecha de los brahmanes,  más blancos. A decir de los primeros griegos,  y Ctesias lo era,  fue el Dios Dionisios quien enseñó a los indios el uso del turbante [1],  del pelo largo y la forma de utilizar los ungüentos. Los griegos, claro,   ignoraban que las primeras culturas urbanas de la India emergieron cuando Grecia era solo un lugar en el mapa. 

     Nada es azaroso en el código estético que ha pautado la tradición filosófica hindú. Esta ha ido fijando  a lo largo de los siglos, y en determinados objetos y ornamentos,  todos los valores abstractos y espirituales que nutren la cosmogónia hindú. Reciben el nombre de Shringar Shola y expresan un ideal de belleza. Son dieciséis artículos que toda mujer debe utilizar para completar la obra de la Naturaleza y mostrarse así perfectamente bella. Dieciséis es la edad perfecta de una mujer, de hecho, las deidades femeninas toman como referente y modelo esta. A los dieciséis años una mujer llega a su máximo grado de plenitud. Dieciséis también eran las sustancias odoríferas que empleó un matemático hindú para ofrecer miles de fragancias distintas. También es un número mágico vinculado a las fases de La Luna y a los ciclos menstruales de la mujer. El primero de esos ornatos es el bindi, que deriva de la palabra sánscrita bindu y significa punto; se coloca en la frente, y  es un elemento propio del sexo femenino. Se llama también el tercer ojo. Vienen después los collares, los pendientes; las flores en el cabello, pulseras, anillos; brazaletes para la parte superior del brazo, cinturones y tobilleras; anillos para los dedos, tanto del pie como de la mano; máscara para las pestañas, la prenda superior, la prenda inferior,  y por fin: los perfumes y la pasta de sándalo. El anillo de la nariz representa la pureza, las mujeres lo empiezan a utilizar al iniciar la adolescencia, que, en muchos casos, coincidía también con el matrimonio.

     A veces este bindi es de color naranja, se obtiene mezclando pasta de sándalo con azafrán o cúrcuma, más económico. Este color naranja azafranado está presente en la bandera de la India.  Como veremos no es un color inocuo y tiene un estatuto simbólico especial. El azafrán es la especie más cara del mundo y posee efectos cruzados, es decir, puede ser utilizado como abortivo, pero también potencia la libido; de hecho, Zeus, parece que dormía sobre un lecho de estigmas de azafrán para potenciar su vigor. Un kilo requiere 250.000 rosas de azafrán. Tal  es así que Roma perfumatizaba con sus olores los mejores edificios públicos.  La India, junto a las costas del LíbanoArabia, constituye en el imaginario geográfico y aromático de Roma lo que  Séneca califica como “anxia subtilitate”: una ansiedad 

     El azafrán es el color del luto en La india, y  para los guerreros rajputas el color del sacrificio.  Así es en efecto; los rajputas, una de las castas guerreras existentes en el país,  no concebían la derrota. El jahuar era el sacrificio último del guerrero y toda su familia ante el invasor musulmán. De tal forma que antes de la batalla final, sus mujeres, hijos y sirvientes se inmolaban en una hoguera. Preferían morir antes que ser capturados. Una vez consumado el sacrificio, los guerreros, envueltos en sus túnicas azafranadas, cual mortajas,  se lanzaban sobre sus enemigos con el propósito de perecer, pues no se rendían nunca y a sus espaldas nada dejaban.

     Hubo un momento en el que el horizonte olfativo de hindúes y musulmanes era distinto. Parece que el Islam llevó hasta la India toda su tecnología olfativa heredera del ámbito arabo-persa; la rosa damascena, el incienso, la valiosísima mirra,  la artesanía de los ittars (perfumes muy concentrados sin traza alguna de alcohol) y los aromas animales tipo algalia, almizcle o civeta. A la vista de ello, es difícil entender como ese vasto conocimiento olfativo podía sentirse intimidado ante la evidencia aromática de la India, en la que parece que tras cada flor, esencia o perfume hay una divinidad, un profeta o un mito. La Ketaki (Pandanus odoratissimus), por ejemplo, sus destilaciones odoríferas reciben el nombre de keorra-ka-arak, casi desconocida fuera de la India, es una especie de magnolia que sirvió al dios Brahma para engañar  a Vishnu. El loto, ya mencionado, el primer aroma del Universo, tal es así que hasta los mismos dioses disputan los favores de su caricia odorífera. La “satapatri"  un tipo de rosa que tiene 100 pétalos, teniendo en cuenta que para Vishnu la rosa es la reina de las flores, por encima incluso del loto.  El vetiver una hierba modesta, irrelevante para mitómanos y hagiógrafos religiosos, pero que llena los hogares de la India de un atmósfera confortable y familiar, su reino es el ajuar domestico, las cortinas, la ropa de cama. La intensidad de su aceite esencial reside en las raíces, el  barro utilizado en las modestas casas de la India rural se mezcla con sus hojas; aromatiza agradablemente las paredes y además ahuyenta los insectos. ¿Y qué pensamos del nardo? Esta planta buscó su relevancia en tierras lejanas, desde los casi cinco mil metros de altura en los que puede prosperar. Acaso son estas condiciones las que hacen único su aceite, tan difícil de obtener porque no soporta temperaturas altas.  María Magdalena tuvo que  pagar una fortuna por este preparado con el que lavaría los pies a Cristo. Encontramos también la flor del jazmín, a la que se debe sorprender durante la noche, solo así la flor será capaz de conservar sus mejores esencias. El jazmín se aprecia también en vistosos collares florales. No olvidamos la champaca, provista de una flor que es utilizada por el amorcillo indio:  Kamadeva, para herir con sus dardos los corazones de los enamorados. 


     Muy pocas culturales se han rendido ante el amor de una forma tan directa, y pensamos en esa guía amatoria para caballeros diletantes hindúes que es el Kamasutra . La obra del monje  Vatsyayana (otros los consideran solo un compilador de historias) escrito entre el siglo I a III de nuestra era. El Kamasutra puede compararse, salvando las distancias,  con  otros textos osados y sagaces de la Edad Media y el Renacimiento, pero con la salvedad de que en su caso es terriblemente explícito. Una de las sesenta habilidades y técnicas que deben  de manejarse es la del arte de los perfumes y la preparación de  los olores; otra la elaboración de ungüentos perfumados para el cuerpo y otra los perfumes y cremas para el cabello

   El modelo de caballero y amante hindú  responde claramente a un tipo que, o bien ha conseguido su fortuna por donación, o lo ha hecho por conquista o lucro, lo que se corresponde con los tres tipos de castas superiores: los brahmanes, los guerreros y los comerciantes. El caballero hindú debe poseer una casa próxima a un río o curso de agua, con una vecindad honesta lo que puede entender como socialmente uniforme a su propia clase. La vivienda estará dotada de un jardín y constará de dos estancias principales: una interior, que ocuparan las mujeres,  y otra exterior; la suya propia. Enumera el amueblamiento de esta estancia, en la que ocupa un papel principal la cama: poco elevada y cubierta por baldaquino. Por supuesto la habitación debe estar convenientemente perfumada, dispondrá de un sofá y una mesita sobre la que se colocaran los ungüentos precisos para la noche, así como esencias para perfumar la boca. Entre otros objetos menores destaca también un laúd, libros, una vasija con perfumes. Advierte que para los encuentros galantes deberá abstenerse de colocar en la estancia una escupidera, por resultar inconveniente. Dispondrá así mismo de dos almohadas sobre el lecho. Completará su compostura diaria con un lavado de dientes, utilizando los ungüentos y perfumes,  pero empleándolos de forma moderada. Tras colorear sus labios y aplicar colirio en sus ojos, comprobará su aseo. Debe bañarse una vez al día, cada dos jornadas ungirá su cuerpo con aceites aromáticos, se afeitará cada cuatro días cabeza y rostro, cada cinco el resto del cuerpo. Además debe tener cuidado con la transpiración de sus axilas. Con todos estos cuidados higiénicos nuestro hombre está dispuesto para dirimir con notable éxito sus encuentros íntimos. Ahora bien, entre las restricciones para establecer  un entendimiento físico con una  mujer figura aquella que previene del mal olor de aquella. 

     Otros manuales apuntan los medios para llevar una vida feliz y alcanzar un notable nivel de aceptación social. Tal  como cubrirse la boca tanto cuando se estornuda como cuando se tose. Lavado de las manos, cara y pies antes de ingerir los alimentos, cepillado de dientes, uso de perfumes, baño, etc.  Varahamihira un matemático y astrónomo que vivió en el siglo VI en la ciudad de Ujjain, escribió un texto  llamado Brihat-Samhita, especie de breviario higiénico destinado, como en el caso de autor del kamasutra,  al uso de brahmanes, los Kshatriyas y los Vaishias. Obtuvo numerosos perfumes, entre ellos el Gandharnaava, resultado de la combinación de dieciséis componentes, lo que teóricamente le permitiría, permutando cada unos de los elementos, elaborar miles y miles de sustancias olorosas. Ello puede dar una idea de la voracidad olfativa de esta cultura  que encontraba en el perfume el vehículo adecuado para acompañar,  no solo sus efusiones amorosas, sino también su bienestar espiritual. Varahamihiria utilizó sus conocimientos prácticos para preparar antisépticos y colutorios dentales, entre cuyos componentes, figura el cardamomo y la canela, pero también la orina de vaca. Aludía también a una suerte de cepillo de dientes; probablemente no fuera mas que un bastoncillo de madera al que se había practicado cortes para conseguir una superficie con numerosos filamentos  en uno de sus extremos, y cuyo uso era exclusivo de las tres castas superiores [los referidos brahmanes, Kshatriyas y Vaishias].    
  
     Al conocido como rey filósofo Bhoja, se debe también otra composición olorosa. El rey Bhoja sufrió una grave enfermedad de la que, milagrosamente, fue tratado y sanado por brahmanes. Bhoja, poeta y erudito del sánscrito, el idioma sagrado, trabajó en un perfume que es de base animal; civeta (conocida también por gato de algalia) exactamente el exudado de las glándulas anales de este, de olor fétido, pero que tiene un alto poder de fijación de otros aromas[2]. La esencia del rey Bhoja contenía además agua, mantequilla, madera de sándalo, vetiver, incienso, savia de plátano y otros ingredientes que por estar listados en sánscrito expresan una cierta dificultad en su identificación. 

     El sánscrito en la India ocupa un papel similar al del latín y el griego en Occidente. De tal forma que el término sanscrito: gandhá denota "perfume". Gandhika “perfumero”. Gandhákārī   “mujer que prepara perfumes en calidad de ayudante”. Gandhávanij: “vendedor de perfumes”. Gandhasastra es "la ciencia de los perfumes" y Gandhashtaka una "mezcla de sustancias fragantes". Sugandha tailas: "aceites perfumados". Dhupas: "inciensos". Sugandha Paaniya: "aguas aromatizadas".  Udvatyanam: una especie de masaje capilar realizado con polvos perfumados. Ghandhara era también el nombre de un antiguo reino situado en el actual Afganistán y al que los chinos conocían como el país de los aromas

     Esta zona, situada al Noroeste del Subcontinente, fue la gran vía de penetración humana en la India. Quizás, y ya lo hemos referido, todas ellas dejaron una huella en la cultura hindú, pero pocas como las invasiones de pueblos turcos, afganos, persas y mongoles bajo el liderazgo de Babur, bisnieto del legendario Tamerlán, se fijaron en el código sociocultural del Indostán. Babur fundó el Imperio Mogol, y gobernó prácticamente todo el Subcontinente durante más de tres siglos.

  
[1]Con datos de mayor verosimilitud que los aportados por el viajero griego, algunos investigadores, en cambio,  remontan el origen del turbante nada menos que a las primeras civilizaciones del Valle del Indo, [Mohenjo-Daro 2.000 a 2.500 a.c] [Mircea Eliade. Historia de las creencias religiosas]
 [2] Como quiera que es una grasa exclusiva de los machos, que lo utilizan como marcador sexual, es tanto mas abundante cuanto mas estresado se encuentra el animal.


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revisado 25 de Enero de 2022

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