Eunucos de Constantinopla
Los eunucos no deberían de existir, son un autentico milagro de la naturaleza. Excepción hecha de China, donde a finales del siglo XIX las técnicas quirúrgicas parece que permitieron un razonable éxito en las intervenciones, su índice de supervivencia era de un escaso 10 por ciento, esto es; de cada 100 hombres sometidos a la emasculación, sólo 10 sobrevivían. Hemos dicho que el eunuco es un milagro de la naturaleza, pero decimos mal, son un producto de la crueldad humana, esto es, una especie con instintos animales, pero dotada además de inteligencia, lo que la hace gravemente perniciosa. Aunque no lo parezca, no todos los eunucos lo han sido contra su voluntad, si han tenido la oportunidad de seguir esta saga a través de las distintas entradas habrán podido comprobar como el fanatismo religioso, en al caso de los Skopsty rusos, llevó a numerosos fieles a proceder de esta manera tan radical frente a su propio cuerpo. De la misma manera que los sacerdotes frigios dedicados al culto de la diosa Cibeles, llamados galli, se castraban a sí mismos. En China no es descabellado suponer que la eficacia de los Knives (carniceros, barberos o cirujanos) encargados de proceder a la amputación y extraordinariamente hábiles, animaran a desesperados varones, a la vista de la cómoda existencia de muchos eunucos en la corte, a proceder de manera tan radical. No obstante la mayoría de los eunucos fue mutilado cuando aún eran niños, y a veces, por iniciativa de sus propios padres . Aunque esto debe ser matizado; por lo que al Imperio Bizantino se refiere era corriente que en Abjasia (Mar Negro), los traficantes de esclavos, cuyo producto mas valorado era el eunuco pre-pubescente, arrancaran de brazos de sus madres a los infantes mas favorecidos físicamente para castrarlos, y acto seguido, con el fin de evitar testigo alguno, sacrificaran a sus progenitores. Con la salvedad de lo referido, la importancia de los cargos ocupados por los eunucos en el Palacio Imperial, en la Administración del Imperio, la milicia, La Iglesia y en el servicio de las grandes familias como veremos mas adelante, empujó a muchas familias tanto modestas como nobles a emascular a sus propios hijos con al esperanza de que estos pudieran tener una recorrido brillante. En su época, el eunucoidismo era un autentico ascensor social, como ahora se le suele llamar.
La castración, al igual que la ceguera, era uno de los medios utilizados para descartar eventuales concurrencias en la línea sucesoria, pues incapacitaba a los herederos de los emperadores depuestos. No es extraño pues que se acudiera a ella para eliminar esa posibilidad. Tal acaeció así con los hijos varones del Emperador Mauricio 582-602, Miguel I 811-813, León V 813-820. Basilio Lecapeno, el hijo de Romano I (870-948) también lo era. Todo lo cual les inhabilitaba para aspirar al trono vista la imposibilidad de engendrar heredero, y eso que, teóricamente, cualquier ciudadano de Bizancio podía aspirar a la púrpura imperial. La ceguera fue el castigo aplicado a emperadores ineptos o depuestos por intrigas palaciegas como Constantino IV 797, Romano IV 1072, Isaac II 1195 entre otros. Un caso particular fue el de Justiniano II, sus hermanos Heraclio y Tiberio fueron también castrados para asegurarle a él el trono. Con todo, su crueldad le granjeó el suficiente odio como para que la mutilación de sus hermanos le sirviera de bien poco, le cortaron la nariz pensando que ello le impediría gobernar. Se equivocaban, pues tras diversos avatares volvió a recuperarlo, dicen que provisto de una prótesis de oro en lugar de su apéndice nasal. También los hermanos del emperador Miguel IV Plafagonio eran eunucos, y no solo eso, eunucos eran los miembros de su guardia personal y su círculo de amistades.
Estas zonas del Mar Negro y las montañas del Cáucaso fueron el semillero principal de eunucos del Imperio Bizantino, y en ellos era una práctica habitual. El Emperador Justiniano (un gestor austero que apenas dormía, y cuyos ataque de ira hacían temblar hasta a las piedras) era un decidido censor, al menos oficialmente, de esta práctica cruel. No solo se esmero en hacer cumplir los interdictos contra el eunucoidismo, sino que sus penas se inspiraban en la ley del Talión, o si se prefiere el "alma por alma", epítome de la nomenclatura cristiana, que incluía al médico que la hubiera practicado, y que pasaban por la amputación de otros miembros. Envió incluso a Abjasia un embajador, eunuco por más señas, con el propósito de erradicar esta bárbara costumbre.
Sabemos por referencias del siglo XVI realizadas por el anatomista Fabricio d’Aquapendete que, un tal Horacio de Norsia o Nursia, un cirujano italiano, solia practicar unos doscientos al año. Este tipo, al parecer, realizaba la ablación de los testículos como una forma de solucionar las hernias. Aetius d’Amida y Valescus de Tarento, practicaban la castración para la prevención y curación de la lepra con resultados nulos, como puede resultar evidente. Otro médico, Ambrosio Pare, se escandalizaba de semejante técnica, venía a decir, mas o menos, que si se pretendía preservar la paz en los hogares era imprescindible preservar los cojones de los jóvenes. Pablo de Egina médico del siglo IV o V, se quejaba, no sabemos con cuanta sinceridad, de haberse visto obligado a poner su técnica al servicio de estas crueles mutilaciones: solo por capricho o por presión de hombres poderosos el médico se veía obligado a practicar aquello que no desea. Pablo de Egina refiere con el conciso, y terrible, lenguaje de un técnico, el proceso de extirpación testicular de un niño al que sumerge en un baño con agua caliente y al que prácticamente aplasta los testículos con la presión de sus dedos. Bruno de Longobucco (s. XIII) arremete contra aquellos que justifican el eunucoidismo por la necesidad de los grandes señores de disponer de sirvientes fieles y pacíficos que velen por sus mujeres y por sus intereses. Sanciona hasta las escasez de su material quirúrgico; una navaja y un hierro candente con el fin de contener la hemorragia. El propio código penal bizantino con León III alcanzó un extremado rigor punitivo, nada extraño en la época. Se castigaba con la castración determinados delitos, aunque esta no era la sanción mas severa. Vista la supervivencia tras la emasculación, se puede pensar que la aplicación de la misma era toda una condena muerte.
Interior de Santa Sofia. |
Bizancio en este aspecto, como en otros muchos, era deudor del Imperio romano en el sentido de proscribir la castración penal al menos en lo que a los ciudadanos romanos se refería. A nadie se le escapa que el culto dado a la diosa Cibeles en Roma, exigía a sus sacerdotes, llamados los galli, la castración como una prueba extrema de su fe. Suetonio refiere también en su vida de los doce cesares a la gran pasión del emperador Nerón por un joven al que solo le encontraba un defecto, y es que era varón, por lo que decidió castrarlo. El origen de la castración tiene un alto componente punitivo, su propósito era humillar al vencido, evitar su reproducción y rebajar su agresividad. Ello no descarta motivaciones de otra índole, cual la de satisfacer desviaciones sexuales, como la referida. En la vida de San Andrés el Necio, se detalla el encuentro de este Santo con un joven eunuco de considerable belleza y que termina por confesar el uso íntimo que hace su dueño de él, lo que provoca el enojo del santo. Crisafio un castrado al servicio de Teodosio II (401-450) y que se permitió urdir un atentado contra Atila, gestionaba su inmenso poder en Bizancio desde la segura impunidad que le otorgaban sus amoríos con el propio Emperador.
Aunque el eunucoidismo solía agrupar diferentes dimorfismos sexuales como el tipo andrógino y otros síndromes, el que nos ocupa es el método más radical, la emasculación completa, la extirpación radical del pene y los testículos. Hipócrates en Genitura describe esta intervención crudelísima realizada tanto por aplastamiento como por seccionamiento y al que se sometían a algunos malhechores. Son los eunucos mas valiosos debido al altísimo índice de mortalidad. Liutpandro de Cremona, obispo de la misma ciudad, en Italia, y que había vivido denunciado el vergonzoso tráfico de esclavos y eunucos en el Occidente europeo, entre ellos los destinados al Califato de Córdoba (conocidos aquí como Ṣaqāliba) llegó a Constantinopla cargado de regalos lujosísimos con los que obsequió al Emperador Constantino VII. Varios de ellos destacaron sobre todos los demás: cuatro niños a los que se había castrado en su totalidad. Constantino VII, uno de los Emperadores más ilustrados de la historia de Bizancio, se había quejado irónicamente de la abundancia de los eunucos en la corte: tan abundantes como moscas en un establo. Otra categoría de eunucos comprendía la de los llamados espadones (de Spada, ciudad persa donde al parecer se testimonian los primeros casos de eunucoidismo) Sujetos castrados parcialmente o que presentaban atrofia testicular resultado de un traumatismo o infección, que en todos los casos acarreaba la esterilidad pero no la impotencia funcional del miembro viril. Era evidente que este tipo de individuos fue muy estimado en su momento por determinados colectivos femeninos a la vista de su incapacidad reproductiva, puesto que garantizaba nulas consecuencias a sus infidelidades. A juicio de muchos autores esta peculiaridad explica la frecuente presencia de eunucos en los gabinetes privados de las emperatrices, y en la alta aristocracia, tanto en Roma como en Constantinopla. Teobaldo I, marqués de Spolete, sometió a varios prisioneros a esta mutilación, aunque con el fin de no violar las leyes vigentes en Bizancio lo hizo de manera incompleta y les permitió conservar el miembro viril. Hasta que León VI extendiera el derecho de adopción a todos los eunucos, solo les estaba autorizada a los spadones mientras que a los llamados Ektomias o eunucos puros, no se les permitía el matrimonio, ni testar ni adoptar.
Los eunucos que fueron emasculados antes de la pubertad presentaban ciertas características físicas asociadas a esa mutilación, —se les ha llamado marcadores de genero y fueron muy importantes porque contribuyeron tanto a identificarlos socialmente como a reconocerse entre ellos como tales. Con sus excepciones, el desarraigo familiar y social, contribuyó a generar entre los eunucos una cultura de grupo, una identidad propia que les granjearon no pocas hostilidades—. Es así que presentaban una carencia de vello facial, hombres sin barba se les llamaba, y desarrollaron una estatura superior a la media por el alargamiento de sus extremidades. Presentan también acumulación de grasas en determinadas zonas del cuerpo como los glúteos, textura de la piel, y timbre de la voz. En razón de la presentación de estas modificaciones se puede determinar incluso el momento en el que significativos eunucos se vieron privados de sus órganos genitales, tal es así el caso de Narsés, probablemente el general mas competente, junto a Belisario, del Imperio Bizantino. Narsés, a la vista de lo referido, sería castrado a edad adulta ya que no presentaba las características antes mencionadas.
El genio poliédrico de Aristóteles, cuyas ideas científicas tuvieron una importancia determinante en el período bizantino, dice que los eunucos sufrían una transformación femenina. Galeno apunta la hipótesis de que los animales machos o hembras a los que se priva de los órganos reproductivos, se transforman en un tercer tipo sexual que no es ni macho ni hembra, y es diferente a cualquiera de los dos. Clemente de Alejandría, se ocupa de precisar que los eunucos abarcan un amplio grupo de individuos pero los distingue de los hombres enteros célibes, entiéndase los sacerdotes.
El genio poliédrico de Aristóteles, cuyas ideas científicas tuvieron una importancia determinante en el período bizantino, dice que los eunucos sufrían una transformación femenina. Galeno apunta la hipótesis de que los animales machos o hembras a los que se priva de los órganos reproductivos, se transforman en un tercer tipo sexual que no es ni macho ni hembra, y es diferente a cualquiera de los dos. Clemente de Alejandría, se ocupa de precisar que los eunucos abarcan un amplio grupo de individuos pero los distingue de los hombres enteros célibes, entiéndase los sacerdotes.
Eunucos en El Imperio Bizantino consta de Dos Entradas
Eunucos de Bizancio. Castración y vileza en el Imperio de Oriente (Primera Parte)
Eunucos de Constantinopla (Parte Segunda)
Para saber más:
Continuará...