Historia del Bastón desde el Principio de la Humanidad
Bien podemos suponer que de haber dispuesto Caín de un bastón o un palo, hubiera sido éste el instrumento responsable del primer crimen de la historia. No fue así, toda vez que Caín utilizó la quijada de un burro para abrirle la cabeza a su hermano Abel, con lo que de paso, dejó inmaculado el buen nombre del bastón. Y ello a la vista de la capacidad de la cultura semítica por crear prejuicios hacia todo aquello que les enoja o incomoda.
Los egipcios solían hacerse enterrar con ellos, ante la eventual necesidad que de estos pudieran tener en la otra vida. Tutankamón, el faraón al que la gravedad de su nombre puede hacernos ignorar su juventud, puesto que al parecer murió con tan solo 18 años, se hizo momificar con una buena provisión de muletas: unas 140. Muchas de ellas usadas, lo que daba cuenta de la precariedad de sus pasos. Los judíos tienen una particular fijación por los cayados, en efecto, debían buena parte del éxito de su fuga a la vara de la que iba provisto Moisés. Aunque decimos mal, porque parece que el término vara rebaja la dignidad del bastón que utilizó este hombre para separar las aguas del Mar Muerto, permitiendo así la salvación de los suyos. Aarón, que también era un personaje bíblico; era el hermano de Moisés, parece que en su calidad de Sumo Sacerdote también consiguió un bastón del Creador con parecidas propiedades milagreras a las de Moisés. No en balde, mientras Moisés era una especie de líder político, Aaron y sus descendientes, eran los responsable de la pureza religiosa. Era el guardián del Arca de la Alianza y responsable de la elaboración del óleo sagrado; de tal forma que el bastón de Dios no podía ir a la zaga del bastón del Rey (de hecho, no se sabe si era el mismo bastón que utilizaban indistintamente el uno y el otro). En la Fiesta del Cordero, segun la tradición hebrea, es preciso ir provisto de un bastón.
Bastón del Cardenal Cisneros |
En el Manava-Dharma Sâstra, más conocido en Occidente como El Código de Manú, una meticulosa y pormenorizada relación de las obligaciones religiosas y civiles de los hindúes [1280-880 a.c] precisa hasta la altura que debe de tener un bastón en función de quién sea su portador. De tal forma que los Brahamanes [sacerdotes] deben llevarlo tan largo como su propia estatura; un Chatir [guerrero] hasta su frente y un Vaisya [comerciante] hasta su nariz. Todos los bastones deben ser agradables a la vista, derechos y provistos de su corteza original. El bastón llegó a convertirse en el único producto elaborado que utilizaban los monjes jainistas [detestaban el sistema de castas del brahmanismo], una disciplina espiritual compañera casi temporal del budismo nacida en La India, varios siglos antes del nacimiento de Cristo. Los jainistas practicaban una estricta restricción en el uso de cualquier bien material, hasta el punto de ir completamente desnudos como manifestación de su rechazo a las cosas de este mundo, pero no eran capaces de prescindir para su deambular de este artilugio. Coincidían con los filósofos griegos en varios aspectos, uno era el uso del bastón. Grecia conserva esa imagen del bastón alargado, provecto y sabio. En Grecia el bastón servía para reposar erguido, los filósofos hacían con él ostentación de su sabiduría, mas bien de su necesidad de saber. Los cínicos de la Escuela de Antistenes, incluso utilizaban los bastones para fustigar el vicio de la riqueza y esto se debe entender al pie de la letra, hasta el punto de que Platón les consideraba como unos resentidos sociales, ocupados mas bien en el insulto que en la búsqueda de la verdad. Y no era mera palabrería, es conocido el caso de Crates, discípulo de Sócrates y hombre muy rico. No dudo en vender todo lo que poseía, tirando literalmente el dinero por las calles. Zenón, creemos que era estoico, sostenía que la única riqueza era la del hombre sabio. Todos ellos llevaban un bastón como señal inequívoca de su fortaleza, de su determinación por renunciar a las riquezas del mundo para conseguir las satisfacciones intemporales del intelecto. Un bastón y una bolsa. El bastón fue también el indicio para resolver el acertijo al que fue sometido Edipo por La Esfinge cuando le pidió que adivinara la especie que caminaba con cuatro patas al principio de sus días, con dos siendo adulto, y con tres al final de su vida. Era el hombre, como todos muy bien sabéis.
San José, modelo de la iconografía religiosa del cristianismo, y que estuvo a punto de repudiar a La Virgen María pues le costó comprender que aquella adulterina maternidad de su esposa era designio divino, se representa habitualmente provisto de un cayado. Debía de ser un anciano cuando se desposó con María, y se le debió de hacer imprescindible para su movilidad. San Juan el Bautista refugiaba su suficiencia moral apoyado en toda la extensión de su cayado. Cristo mismo lo utilizó con frecuencia, quizás para poner de manifiesto cierta incompletud en el diseño del Creador, vista la incapacidad para mantener el equilibrio de sus hijos más caros, a los que solo doto de dos piernas.
Se le conoce como bastón sedicioso. Proyecta las sombra de Napoleón y se utilizó en Francia para manifestar sus simpatías por el depuesto Emperador |
Nos atrevemos incluso a aventurar que el bastón, es su forma mas elemental, es decir, como un palo, fue quizás tras una piedra, el segundo objeto que utilizó la especie. No es pues extraña su simbología, y que en la memoria biológica haya quedado significado como símbolo de autoridad. Con el tiempo no hubo monarquía que no acudiera al bastón como símbolo de su autoridad, pero no ya como el modesto artefacto rudo y basto que utilizaban los pastores, esos reyes prácticamente campesinos que hasta entonces los habían liderado, sino más bien como cetro, la aristocracia del bastón.
Ya dijimos que el bastón había acompañado al hombre en su historia. Esta evolución no señala más que el transito de una sociedad idílicamente igualitaria a una sociedad de clases; ricos y pobres convivirán, unas veces en paz y otras no, hasta nuestros días. Por eso el cetro sustituye al bastón, incluso se hace hasta mas pequeño. El cetro es... ¿Cómo diríamos? Un advenedizo, eso es. Aunque tiene su origen en el palo intenta ocultar sus raíces y se recubre de oro y piedras preciosas, pero sigue siendo en el fondo un bastón que quiere ocultar sus orígenes. El cetro se convirtió en el primer atributo de la autoridad real, incluso, antes que la corona. Fue durante milenios testigo silencioso de las luchas por el poder que, entonces y ahora, han mostrado el lado mas bellaco de la naturaleza humana.
El rey de Persia se presentaba antes sus súbditos con un cetro de oro en la mano, nadie bajo pena de muerte podía sorprender al monarca sin este atributo. Esther, que se había estado preparando durante seis meses con baños perfumados para presentarse como concubina ante el rey Asuero, besa el cetro de éste para obtener misericordia. Y nuestro amadísimo Aristóteles sostiene que para sus predecesores el cetro es, ante todo, una fuente de verdad. Alude también el mito al bastón de Mahoma, con él había tocado la piedra negra de La Kaaba. Este bastón, según la leyenda, fue instalado en una mezquita de Medina como una de las reliquias más santas. Los califas de Damasco intentaron trasladarla a la ciudad, fracasando en su propósito puesto que, cuando penetraron en la mezquita e intentaron expoliar la reliquia, el cielo se oscureció haciendo huir a los soldados.
El fundador de Roma, Tarquinio Prisco fue el primero en aparecer con un cetro rematado con un águila. Roma reconocía la legitimidad de un rey bárbaro mediante la entrega de un cetro. Era una excepción pues sólo los ciudadanos libres podían utilizar propiamente el bastón que estaba prohibido a los esclavos, los cuales, paradójicamente, antes de ser manumitidos eran golpeados ceremonialmente con un bastón. La entrada francesa para bastón: "canne", dice mucho de su primitiva utilidad en la ciudad de Roma, y en toda Europa, en la que jaurías de perros asilvestrados, acostumbrados a convivir con el hombre, invadían las ciudades en busca de alimento, siendo el bastón el medio más idóneo para hacerles frente. Lo senadores para señalar su alta autoridad también dispusieron de una varita de marfil y los lictores, encargados del orden público en la ciudad, solían utilizar palos con los que golpeaban sin miramientos a la población de la urbe. Cuando los galos cayeron sobre Roma: 390 ac se encontraron con senadores y cónsules ocupando sus sillas curiles, provistos cada uno de ellos de su varita. Sorprendidos por tan curioso e inofensivo objeto uno de aquellos guerreros quiso tocarla con sus propias manos (otros dicen que la barba) ante lo cual recibió un golpe del senador por su insolente irrespetuosidad, lo que marcó, por otro lado, la señal para la matanza generalizada de los senadores. Ellos habían sido los únicos ciudadanos de Roma que habían permanecido en la ciudad ante la invasión bárbara. Manifestaban así a hombres, mujeres, anciano y niños, que previamente la habían abandonado, cómo debía mostrarse ante la adversidad un cargo público.
El cetro, por ejemplo, vela el reposo eterno de La Reina Isabel I de Castilla, en su tumba de Granada. El Cardenal Cisneros sin embargo, que en cierta medida la sucedería en Castilla, disponía de un bastón mozárabe, de casi un metro y medio de altura, que actualmente se encuentra expuesto en La Alhambra. Para Napoleón el cetro es la cosificación de un hombre: él mismo. Los bastones de mando de los mariscales nazis, eran cetros con un ritualizado código de colores que intentaba emular toda la parafernalia de la Antigua Roma. El Papa incluso va un paso más allá. El Papa no utiliza ni cayado ni báculo, usa una férula rematada por un crucifijo. Una fórmula que no es banal, ya que tanto el bastón como el báculo, poseen un pomo curvo cuyo formato podía ser interpretado como una forma plástica de sumisión ante otro poder terrenal
Bastones estoque. Toledo XIX |
En la Edad Media se suceden el palo y la espada. El primero compete al lenguaje utilizado con los vasallos que no merecen el uso de arma tan noble como el metal, ni para su castigo ni para su enmienda. El palo puede ser doloroso, nada como un buen chusco para partir un hueso, pero no necesariamente debe ser mortal como la espada. Un campesino era una fuente de ingresos y no era menester aplicar sanciones tan severas que implicaran la merma de riqueza humana. La justicia poco a poco se dirigía hacia cierta graduación de las penas haciéndolas proporcionales al delito, pero ello no dispensaba al campesino de que tras ser golpeado, estuviera obligado a besar el instrumento con el que se le había maltratado. Este castigo, aunque ocasional, era considerado como extremadamente ofensivo si se ocasionaba a un noble. Cuentan que Don Pelayo, iniciador de La Reconquista era hijo de un duque llamado Favila, a quien, por un asunto de mujeres, el rey Witiza le golpeó con un bastón en la cabeza. A consecuencia de ello Favila se exilió en norte y hubo de abandonar la corte de Toledo, para refugiarse en Asturias, donde nació Pelayo, su hijo.
Felipe el Bueno, duque de Borgoña pagaba a un ingeniosísimo poeta llamado Jean de Menny. Este se había atrevido a dudar de la honestidad de las damas de la Corte del Ducado de Borgoña. Furiosas estas, emplazaron al Duque a castigar con severidad al sátiro de Jean. Remiso en principio, El Duque convocó a damas y poeta para ofrecerle a éste el modo en el que debía de ser castigado toda vez que el mismo reconoció los hechos. Jean eligió los bastonazos, pero con una condición, que la primera que diera el golpe debía de ser la mayor ramera de todas las aludidas, lo que al parecer le permitió evadirse del castigo, ya que ninguna se atrevió a golpear la primera
El bastón fue prohibido en muchas cortes de Europa en presencia del Monarca, por razones obvias. En La Corte española no estaba permitido en las recepciones reales. Históricamente había sido utilizado con frecuencia para el tráfico de reliquias, iniciado por los Cruzados en sus sucesivos saqueos del Imperio Bizantino, y en particular de su capital Constantinopla. Buena parte de las astillas de la Vera Cruz (la Cruz de Cristo) existentes en Occidente fueron sacadas de las iglesias bizantinas de forma fraudulenta en el interior de las cañas de los bastones y los báculos, los cuales previamente se habían vaciado para permitir ocultar allí el producto del saqueo. Monjes bizantinos en el año 522, enviados por el Emperador Justiniano I, sacaron de China capullos del gusano de seda, en el interior de sendos bastones, en un tiempo en el que el Imperio Chino monopolizaba el comercio de la seda. Rompían así un secreto que durante 4000 años había permitido controlar el comercio y la fabricación de éste producto. Otro tanto sucedió con el azafrán, la flor más cara del mundo, que usó del bordón como un medio adecuado para sortear las severas normas que prohibían su comercio libre. El veneno también encontraría en los bastones un formato ideal para su transporte, en una época en la que la absoluta ausencia de medios técnicos garantizaba la absoluta impunidad en su uso. El rey de Inglaterra, Enrique VII, utilizaba el pomo de su bastón como esenciero, acudiendo al bálsamo de sus aromas con el fin de soportar las frecuentes atmósferas fétidas de la época. Y Toulouse Lautrec, el pintor francés decimonónico, y al que nos referimos en la entrada II sobre los bastones, utilizaba el suyo como licorera donde ocultaba hasta alcohol puro con el fin de satisfacer su dependencia. Los bastones de Toledo (España) deben buena parte de su fama al hecho de que la caña ocultaba un estoque que permitía solventar decentemente los numerosos duelos del siglo XIX, y ello sin necesidad de utilizar para tal cometido el bastón mismo que algunos caballeros consideran innoble para resolver los conflictos de honor.
Luis XIV, permitió a su ministro Colbert permanecer en su presencia con bastón y ya con Luis XV el tamaño de los bastones se alargó considerablemente utilizándolo las damas de la Corte como un accesorio más. Se bailaba incluso sin desprenderse de esa larga vara, algunos por conveniente afectación y otros, como los lividinosos y viejos aristócratas, por apoyar en él el peso insufrible de la peluca y el tormento de unos zapatos que estrangulaban sus pies. Los Reyes de Francia delegaron todo el protocolo oficial de La Corte en el Gran Maestro de Ceremonias, y para significar este cargo le entregaron el bastón, cubierto de terciopelo negro y con mango de marfil. En la Turquía otomana el cargo lo desempeñaba el llamado Señor de La Puerta de la Felicidad. Era el encargado de acompañar a los miembros del Consejo o Diván, y se ocupaba de golpear repetidas veces el suelo con su bastón en cada una de las tres columnas que representaba a los diversos estamentos presentes en dicho consejo. En el Palacio Imperial de Constantinopla, ese cometido, golpear el suelo con el bastón, quedaba reservado a un curioso colectivo conocido por "los silenciarios". Las recepciones ante los Emperadores de Bizancio eran tan protocolarias, tan severas y rigurosas que nadie se podía sentar en su presencia ni hacer ruido alguno. Gestionar ese silencio era la responsabilidad de "los silenciarios" que lo hacían por delegación del Primicerius Sacri Cubiculo, es decir el "Gran Eunuco". Sutiles golpecitos de una pequeña vara en el suelo marcaban los tiempos en los que los embajadores podían utilizar la palabra para dirigirse al Emperador.
Los bastones de Borgoña. |
Bastón pistola |
Luis XIV, permitió a su ministro Colbert permanecer en su presencia con bastón y ya con Luis XV el tamaño de los bastones se alargó considerablemente utilizándolo las damas de la Corte como un accesorio más. Se bailaba incluso sin desprenderse de esa larga vara, algunos por conveniente afectación y otros, como los lividinosos y viejos aristócratas, por apoyar en él el peso insufrible de la peluca y el tormento de unos zapatos que estrangulaban sus pies. Los Reyes de Francia delegaron todo el protocolo oficial de La Corte en el Gran Maestro de Ceremonias, y para significar este cargo le entregaron el bastón, cubierto de terciopelo negro y con mango de marfil. En la Turquía otomana el cargo lo desempeñaba el llamado Señor de La Puerta de la Felicidad. Era el encargado de acompañar a los miembros del Consejo o Diván, y se ocupaba de golpear repetidas veces el suelo con su bastón en cada una de las tres columnas que representaba a los diversos estamentos presentes en dicho consejo. En el Palacio Imperial de Constantinopla, ese cometido, golpear el suelo con el bastón, quedaba reservado a un curioso colectivo conocido por "los silenciarios". Las recepciones ante los Emperadores de Bizancio eran tan protocolarias, tan severas y rigurosas que nadie se podía sentar en su presencia ni hacer ruido alguno. Gestionar ese silencio era la responsabilidad de "los silenciarios" que lo hacían por delegación del Primicerius Sacri Cubiculo, es decir el "Gran Eunuco". Sutiles golpecitos de una pequeña vara en el suelo marcaban los tiempos en los que los embajadores podían utilizar la palabra para dirigirse al Emperador.
La Revolución Francesa consideró el uso del bastón como indicio de desafección al Sistema, de forma que su utilización ociosa, junto al color verde(*), los sombreros y los coches de caballos constituían un motivo para llevar a cualquiera a la guillotina. Aparece incluso el primer bastón sedicioso, que recibe su nombre por la forma de su pomo. Éste permitía proyectar, en condiciones de luminosidad adecuadas, la sombra del perfil del último rey de Francia, Luis XVI. El final del Terror tras la muerte de Robespierre, permitió la aparición de desafectos a La Revolución. Grupos de jóvenes que se identificaban por su estrafalaria y provocadora forma de vestir, y conocidos como Los Incroyables hicieron del bastón uno de sus emblemas. Utilizaban el bastón con un propósito doble, primero para apalear a los sans-coulotte, la punta de lanza de La Revolución, y por otro, para manifestar su absoluto rechazo por los principios revolucionarios, de forma que mientras giraban provocadoramente los chuzos de los que iban provistos, mostraban que aquel palo y no otra cosa era “su razón”.
No todo como se ve son parabienes hacia el bastón, tiene también su lado oscuro. Como se ve por lo antedicho ha sido utilizado frecuentemente como medio para el castigo, el duelo, la venganza y hasta la furia. Iván el Terrible, el vil zar de Rusia, mató a su hijo y heredero de un bastonazo. Ya se ha dicho que el bastón tiene una endiablada facilidad para fracturar huesos. Tradicionalmente un castigo aplicado a bastonazos degrada al que lo recibía porque era infamante. Cicerón decía que ningún ciudadano romano debía sufrir tan innoble castigo, pero en las legiones los centuriones solían ir provisto de un palo con el que corregían las aptitudes de los soldados. Los duelos con palos fueron hartos frecuentes, hasta que los caballeros descubrieron las espadas y dejaron al vulgo los conflictos dirimidos con bastones por ser propios de su categoría, se sabe que en Japón algunos samuráis estaban más cómodos utilizando un palo que una espada. Que absurdo se pensara, pero uno de los mejores espadachines del país nipón solventó un duelo con un remo de madera, mientras que su oponente disponía de una eficacísima espada que nada pudo hacer por detener el falta golpe en la cabeza. En China, donde el bastón es por sí mismo una cultura, era frecuente el castigo a bastonazos, y además con una absoluta arbitrariedad. En efecto, cualquier infeliz podía ser condenado a cinco bastonazos, pero el juez podía añadir entonces una gráfica enmienda; lanzando al suelo cuatro bastones, de forma que al final recibiría 20 golpes pues la condena hacía referencia al numero de veces que podía ser usado cada uno de los bastones y no al numero total de golpes. Se daba el caso incluso de que si la persona sentenciada era de una cierta relevancia, podía derivar el sufrimiento del castigo a uno o varios de sus servidores, de tal forma que eran estos los que físicamente sufrían los bastonazos.
En el Imperio otomano, los procedimientos judiciales se abreviaban considerablemente, se golpeaba al infractor inmediatamente en la planta de los pies, a veces estaba presente el juez, el cual, utilizando las cuentas de un rosario contaba el número de bastonazos. La favorita del sultán, dentro del gran harem, hacia uso del bastón para corregir a las odaliscas, si pensamos que estas eran sus competidoras podemos hacernos una idea de la discrecionalidad con la que utilizaría el palo. En Rusia que también aplicaba la pena de los bastonazos, el campesino o siervo, después de haber recibido el castigo, estaba incluso obligado a pedir perdón, besando la mano y la rodilla de quien había ordenado el castigo dándole gracias por haber sido tan clemente con él.
Además de los afamados bastones toledanos, Segorbe, en la Provincia de Castellón en España, es un municipio que se ha especializado en la fabricación de bastones de todo tipo.
Este bastón joya sólo se fabrica bajo pedido. Su precio puede oscilar entre los 10.000 y 15.000 euros. |
(*) Carlota Corday que asesinó a Marat gustaba de llevar prendas de ese color.
La historia del bastón consta de tres entradas
- Bastones, palos, varas y cayados. Historia de estos útiles (Parte Primera)
- El primer bastón de la Historia. Grandes bastoneros (Parte Segunda)
- Anécdotas y curiosidades sobre el bastón (Parte Tercera y última)