Aborto en Angkor ca. 1150 |
Infanticidios selectivos en la China del siglo XVI
De los siete u ocho mil millones de habitantes del planeta mas o menos la mitad son mujeres. Pues bien, de todas ellas, solo una quinta parte, y exageramos, viven en unas condiciones en las que sus derechos no son puestos en cuestión, hasta el punto de que el mero hecho de utilizar un transporte público no constituya un riesgo para su seguridad. Por razones históricas, culturales y sociales, el nacimiento de una mujer en muchos países es una desgracia porque priva a sus padres de los beneficios que unos valores consuetudinarios ofrecen a aquellas familias que poseen hijos varones. Esto empuja a muchas mujeres a garantizarse una descendencia masculina que las asegure una vida aceptable, y sobre todo, una vejez llevadera, toda vez que es el varón el que acaba por determinar la suerte de sus padres durante su senectud. Esta situación (junto a otras) ha llevado a muchas mujeres prácticamente hasta el límite de lo tolerable, empujándolas al asesinato de sus propios descendientes, con mayor probabilidad si estos son niñas.
No es el cometido de esta breve entrada el pormenorizar las innumerables culturales que han practicado el infanticidio, y como una extensión de este el feminicidio. Uno y otro se han practicado hasta fechas relativamente recientes(*), desde los yanomamis, en la selva del Amazonas, a sociedades de peso demográfico rotundo, como China o La India. Si buceamos en el tiempo, nuestra propia sociedad occidental, heredera de la cultura greco-latina, practicó durante siglos el infanticidio. Un aspecto soterrado, pero habitual en la historia de estas sociedades, estimadas como gallardas y modélicas.
El infanticidio es una corriente turbia en las sociedades civilizadas remisas a un detallado estudio sobre su alcance, porque, para nuestra sorpresa, fue practicado por razones eugenésicas, consentido y hasta fomentado entre las clases obreras que padecieron las sucesivas Revoluciones Industriales. Una variedad del infanticidio es el feminicidio; la eliminación selectiva del infante en razón de su sexo, y que ha conseguido traspasar las fronteras del pasado para instalarse de alguna manera en la sociedades modernas, a pesar de que la fuerza de su significado quede enmascarado por elucubraciones tecnológicas y científicas. La prohibición de ecografías diagnósticas prenatales en La India y otros países, tiene por objeto limitar la práctica de abortos selectivos en función del sexo del feto, y generalmente practicado sobre niñas. La tecnología permite hoy realizar, casi con absoluta seguridad, estas determinaciones, pero hace un siglo esto no era posible, lo cual no es óbice para que eso que se llama con cierta suficiencia; sabiduría popular, elaborara métodos discutibles, pero que no nos atreveríamos a menospreciar tajantemente. Una civilización tan compleja como la China, y que a veces puede parecer incluso a contracorriente (**), elaboró, incluso desde el siglo XVI, varios métodos para determinar el sexo del feto, con consecuencias frecuentemente indeseables para el mismo.
Muchos de ellas tienen que ver con las características físicas que presenta la madre durante el embarazo. Así, presta especial atención a la forma del vientre, tensión de la la piel y coloración de los pechos. Un vientre grueso, muy voluminoso y difícil de llevar, si la piel se mantienen fresca y el pezón se oscurece ligeramente, sugiere un embarazo de niña. En cambio, cuando se trata de un vientre más ligero y la madre puede mantener su ritmo de vida cotidiano, aparecen pecas en la cara y el pezón se oscurece intensamente, es probable que manifieste un embarazo masculino. Otros aspectos como los movimientos fetales podían señalar el sexo del feto, cual la existencia de puñetazos y patadas, además de bajo deseo sexual, insinuaban una hembra. Un antiguo tratado del año 1593 fijaba una fórmula matemática para determinar el sexo de un feto:
- Al número 49 se le suma el mes (mes lunar) de la concepción.
- A la cifra anterior se le resta la edad de la madre ( teniendo en cuenta que la edad en China se fija desde el momento de la concepción y no desde la del nacimiento. Es decir, un niño chino nacido en la misma fecha (calendario occidental) que uno español, es 9 meses mayor.
- A este número, por fin, se le van restando otros por conceptos de dudosa legitimidad experimental (por no llamarlos estrafalarios) como puede ser el cielo, los planteas, los elementos, las estaciones, incluso por las notas musicales, de tal forma que al final nos encontraremos con un resto: Par o Impar. Si es par tendremos una niña, y si es impar un varón. Teniendo en cuenta que en la civilización China el numero par es imperfecto. En el caso de que la predicción fallara se concluía que el infante moriría joven
Otros métodos se basaban en el pulso, si el pulso era idéntico entre el brazo izquierdo y el derecho la mujer estaba embarazada de gemelos. Si era mas fuerte en el brazo izquierdo era un varón, y si lo era en el brazo derecho una hembra, puesto que la psicología china cree que los fetos dentro del seno materno ocupan el lado derecho, si son hembras, y el izquierdo si son varones. Como una adenda a lo referido la sabiduría popular china consideraba que la mejor manera de determinar los hijos adulterinos era vertiendo una gota de sangre del padre y otra del hijo sobre un recipiente con agua, si la sangre se mezclaba era legítimo, en caso contrario no era su hijo
Como se deduce de lo antedicho el sexo femenino en la cultura China venía señalado desde la concepción por notas de naturaleza negativa, lo que en muchos casos determinaba que estas supersticiones se utilizaran con fines meramente abortivos, si el embarazo se suponía era el de una niña.
Los infanticidios en China se solían efectuar por ahogamiento. |
Muchos de ellas tienen que ver con las características físicas que presenta la madre durante el embarazo. Así, presta especial atención a la forma del vientre, tensión de la la piel y coloración de los pechos. Un vientre grueso, muy voluminoso y difícil de llevar, si la piel se mantienen fresca y el pezón se oscurece ligeramente, sugiere un embarazo de niña. En cambio, cuando se trata de un vientre más ligero y la madre puede mantener su ritmo de vida cotidiano, aparecen pecas en la cara y el pezón se oscurece intensamente, es probable que manifieste un embarazo masculino. Otros aspectos como los movimientos fetales podían señalar el sexo del feto, cual la existencia de puñetazos y patadas, además de bajo deseo sexual, insinuaban una hembra. Un antiguo tratado del año 1593 fijaba una fórmula matemática para determinar el sexo de un feto:
- Al número 49 se le suma el mes (mes lunar) de la concepción.
- A la cifra anterior se le resta la edad de la madre ( teniendo en cuenta que la edad en China se fija desde el momento de la concepción y no desde la del nacimiento. Es decir, un niño chino nacido en la misma fecha (calendario occidental) que uno español, es 9 meses mayor.
- A este número, por fin, se le van restando otros por conceptos de dudosa legitimidad experimental (por no llamarlos estrafalarios) como puede ser el cielo, los planteas, los elementos, las estaciones, incluso por las notas musicales, de tal forma que al final nos encontraremos con un resto: Par o Impar. Si es par tendremos una niña, y si es impar un varón. Teniendo en cuenta que en la civilización China el numero par es imperfecto. En el caso de que la predicción fallara se concluía que el infante moriría joven
Otros métodos se basaban en el pulso, si el pulso era idéntico entre el brazo izquierdo y el derecho la mujer estaba embarazada de gemelos. Si era mas fuerte en el brazo izquierdo era un varón, y si lo era en el brazo derecho una hembra, puesto que la psicología china cree que los fetos dentro del seno materno ocupan el lado derecho, si son hembras, y el izquierdo si son varones. Como una adenda a lo referido la sabiduría popular china consideraba que la mejor manera de determinar los hijos adulterinos era vertiendo una gota de sangre del padre y otra del hijo sobre un recipiente con agua, si la sangre se mezclaba era legítimo, en caso contrario no era su hijo
Como se deduce de lo antedicho el sexo femenino en la cultura China venía señalado desde la concepción por notas de naturaleza negativa, lo que en muchos casos determinaba que estas supersticiones se utilizaran con fines meramente abortivos, si el embarazo se suponía era el de una niña.
(*) Es obvio que el infanticido se sigue prácticando en la actualidad.
(**)No en balde, algo tan al uso como una nota a pie de página, carece de sentido en China, toda vez que se disponen al principio de la misma
(**)No en balde, algo tan al uso como una nota a pie de página, carece de sentido en China, toda vez que se disponen al principio de la misma