El zapato no es un objeto baladí entre los pueblos semitas, es decir entre árabes y judíos. Ambos tienen una particular fijación con el zapato en el cual han personificado a lo largo de la historia cualidades que, por supuesto, son extrañas al mismo. Por ejemplo, se utilizaba para golpearse durante los periodos de duelo y luto por algún familiar fallecido. La tradición rabínica prohíbe el acceso calzado al templo de Jerusalén, con lo cual los juidos establecieron una suerte de precedente para los musulmanes que, como de todos es sabido, deben descalzarse antes de entrar en sus mezquitas.
Pero este mecanismo ritual no es exclusivo de los pueblos meridionales, también los bárbaros solían lanzar un zapato al aire cuando deseaban que lloviera en un lugar determinado, y de todos es conocido, o debería serlo, que una de las primeras cosas que hace un nórdico al llegar a su casa es desprenderse de los zapatos por razones higiénicas, sobre todo. Nos espantaría conocer la infinidad de suciedad que se adhiere a las suelas de los zapatos y que, nosotros, ignorantes, nos dedicamos a repartir por el suelo de nuestro hogar. Los atildados japoneses, en sus súper reducidos hogares minimalistas, saben lo que es conservar el suelo como si fuera el plato donde toman la sopa, no en balde, muchos de ellos duermen sobre su superficie sobre un somero colchón.
Serie de acontecimientos en la que sorprende la buena forma del Presidente Busch |
Pero qué se dirá de los caballeros franceses que pleiteaban a muerte por el robo de unos simples zapatos, lance que se vio obligado a presenciar el rey Enrique II, un notable censor de los duelos, entre sus caballeros. En Roma Los hombres libres se distinguían de los esclavos por el uso del calzado, los primeros lo llevaban los otros no. Tácito solo señala una excepción a esta regla, el austero Catón, una especie de "Pepito grillo" del pasado grecolatino que a veces, por mortificar a sus decadentes conciudadanos, iba descalzo. Los habitantes de las islas Maldivas, curiosamente andan también descalzos de natural pero, cuando entran en su hogar, se calzan una especie de zapatillas. Y en Bangladesh el zapato se utiliza como testigo, es decir, sirve para identificar el ejercicio de oficios degradantes; las prostitutas, por ejemplo, tienen prohibido el uso del calzado, de forma que van descalzas por las calles.
Monumento al zapato en cuestión en la ciudad natal de Saddam Hussein: Tikrit |
Como veréis el mundo del calzado puede dar mucho de sí, aunque con seguridad el Presidente de los EE.UU. no era muy consciente de todo esto cuando un airado periodista iraquí: Muntazer al-Zaida, le lanzó sus dos zapatos que, con toda seguridad, harán historia. Por de pronto les hicieron un monumento de más de tres metros en la ciudad natal de Saddam Hussein: Tikrit. El mega zapato ha sido retirado con posterioridad por las autoridades debido a que su presencia se consideraba inadecuada para las relaciones del país con los EE.UU. En la cultura árabe lanzar el zapato a alguien es una gran ofensa, algo así como un escupitajo. Manifiesta un gran desprecio y el que lo sufre debe cargar con la deshonra o exigir una satisfacción. Es obvio que el Presidente Busch no manejaba, ni maneja, este tipo de claves culturales y su episodio del zapato quedará con el tiempo limitado a la historia anecdótica de este Presidente. Muy rica, por cierto, en acontecimientos de este tipo. Pero ese ya es otro tema. Para relajarnos, un zapato de clara inspiración canina, es del diseñador israelí Kobi Levi's.
El Zapato Can desing Levi's |