Higiene y limpieza en la Edad Media
Todo oficio tiene su lenguaje. Cuando los especialistas en letrinas hablan de letrinas por gravedad vienen mas o menos a decir que, si tiras una piedra hacia arriba y no te apartas, lo más probable es que acabe por caerte encima. Si en la Edad Media te colocabas a la sombra de la muralla de una ciudad que no estuviera sometida a cerco, serias recibido por una suerte de confetis nada festivos: orinas, heces, aguas sucias. Y eso si eras capaz de soportar la fetidez de las piedras porque, eso de la gravedad, es un eufemismo con el que se hace referencia a las letrinas voladas; las situadas en el adarve , la parte superior de la muralla protegida por las almenas. En estas aliviaban sus necesidades el cuerpo de guardia, buena parte del servicio, las prostitutas que lo frecuentaban y si llegaban cualquiera de los habitantes del castillo.
En el caso de que la ciudad estuviera sometida a cerco, lo cual eran relativamente frecuente, quedaban clausuradas. Tocaba aguantarse o buscarse otros recintos menos arriesgados. Porque no parecía oportuno imitar a esos iniciados hindúes que pensaban que un santo no necesitaba defecar pues digería todo cuanto comía. Lo que en un tiempo de precariedad alimenticia, como el que nos ocupa, no venia nada pero que nada mal.
Pero no es el caso, esos paños de la muralla medieval estaban cubiertos de una arma secreta: un repugnante puré de restos humanos que hacia aun más inexpugnable estos recintos. La mayoría de ellos disponía de un foso cubierto de agua, un liquido que hacia tiempo que había perdido su pureza y transparencia, y que a fuerza de recoger todo el contenido de las letrinas y aguas sucias del castillo, se había convertido en una repugnante y olorosa colación. Con suerte el agua del foso podía pertenecer a una corriente de agua, lo que no hacia mas que trasladar el problema al siguiente castillo, rió abajo. Pero no todo eran letrinas verticales, existían también las encastradas en el muro, estas no ensuciaban el paramento si no que arrojan su contenido en los sótanos del castillo evacuando directamente al foso. El olor que producía este pozo negro era insoportable, sobre todo en el verano, y subía cañerías arriba hasta la misma boca de la letrina, de ahí que su ubicación se reservara a lugares bien ventilados en los que acaso no se disponía de la suficiente intimidad. Este pozo negro era, pese a su nauseabunda consistencia, uno de los lugares preferidos para asaltar sorpresivamente los castillos porque aquí el paño de la muralla se interrumpía para permitir la comunicación entre el pozo y las aguas del foso, tal era la osadía o la desesperación de los asaltantes, y tal fue lo que sucedió en Chateau-Gaillard en el año 1204. Construido en un tiempo récord por el rey Ricardo I de Inglaterra gracias al empleo de 6000 trabajadores en sus posesiones de Normandía, fue sometido a cerco por Felipe II de Francia en un asedio que se prolongó tanto en el tiempo que a punto estuvo de desistir. El casual hallazgo de los evacuatorios de las letrinas del castillo permitió que varias decenas de hombres se infiltraran en el mismo a través de los conductos, lo que permitió la conquista de la fortaleza.
Pero no es el caso, esos paños de la muralla medieval estaban cubiertos de una arma secreta: un repugnante puré de restos humanos que hacia aun más inexpugnable estos recintos. La mayoría de ellos disponía de un foso cubierto de agua, un liquido que hacia tiempo que había perdido su pureza y transparencia, y que a fuerza de recoger todo el contenido de las letrinas y aguas sucias del castillo, se había convertido en una repugnante y olorosa colación. Con suerte el agua del foso podía pertenecer a una corriente de agua, lo que no hacia mas que trasladar el problema al siguiente castillo, rió abajo. Pero no todo eran letrinas verticales, existían también las encastradas en el muro, estas no ensuciaban el paramento si no que arrojan su contenido en los sótanos del castillo evacuando directamente al foso. El olor que producía este pozo negro era insoportable, sobre todo en el verano, y subía cañerías arriba hasta la misma boca de la letrina, de ahí que su ubicación se reservara a lugares bien ventilados en los que acaso no se disponía de la suficiente intimidad. Este pozo negro era, pese a su nauseabunda consistencia, uno de los lugares preferidos para asaltar sorpresivamente los castillos porque aquí el paño de la muralla se interrumpía para permitir la comunicación entre el pozo y las aguas del foso, tal era la osadía o la desesperación de los asaltantes, y tal fue lo que sucedió en Chateau-Gaillard en el año 1204. Construido en un tiempo récord por el rey Ricardo I de Inglaterra gracias al empleo de 6000 trabajadores en sus posesiones de Normandía, fue sometido a cerco por Felipe II de Francia en un asedio que se prolongó tanto en el tiempo que a punto estuvo de desistir. El casual hallazgo de los evacuatorios de las letrinas del castillo permitió que varias decenas de hombres se infiltraran en el mismo a través de los conductos, lo que permitió la conquista de la fortaleza.
letrina volada |
Las ciudades crecen en torno a las fortalezas. Extramuros o dentro de un perímetro amurallado más amplio. Pese a lo que se cree, la Edad Media fue un periodo de temperaturas amables marcado por eso que climatológicamente se denomina óptimo climático; desde el año 800 hasta el 1300. La población se incrementó en más de un 300 por ciento y ciudades tan septentrionales como Londres, pudieron disfrutar durante un tiempo del buen aroma de las higueras y del producto de la vid. Pero el hombre lleva tras de si una gran necesidad y allá donde se instala, que digo, por donde pasa, va dejando su huella cual Pulgarcito las miguitas de pan. Las ciudades de la Edad Media empezaron pronto a sufrir un considerable hacinamiento y con ello llegaron dos problemas que el hombre lleva consigo como si de orejas se tratara: la eliminación de basuras y el tratamiento de sus aguas negras.
Vamos a ser muy benevolentes, porque en el mundo rural la existencia de pozos negros se empieza a documentar en el siglo XIX. En el campo esta carencia era inofensiva, incomoda pero inofensiva. En las ciudades, como se verá, llegó a ser peligrosa. ¿Cómo se eliminaban unos y otros en los nacientes burgos? Pues al principio muy fácilmente, se tiraban a la calle directamente. Los restos orgánicos, sobre todo a golpe de legislación municipal, se enterraban en un pozo próximo a la casa y en terreno propio. Pozo que cuando estaba lleno se tapaba y se abría uno nuevo al lado, y así sucesivamente. Mil vecinos abriendo todos los años un pozo en el que depositar sus excrementos y los de sus animales, son mil pozos que pueden cubrir una considerable extensión de terreno. Pero cuando el vecindario se multiplica por cinco, por, diez o por veinte: ya no queda sitio. Porque estos pozos tienen la molesta propiedad de ser permeables y acaban por pasar a cursos de agua potable contaminándola. Uno de los mayores entretenimientos de los niños de esta época consistía en jugar con las burbujas de agua que se formaban en las piletas de agua potable, y de las que la comunidad se dotaba para beber o cocinar, ignorando que dichas burbujas suele estar presentes en el agua cuando se encuentra contaminada por microorganismos. Esto no lo sabían ellos, pero sí que se daban cuenta de que esa agua olía mal, olía a heces. Beber vino o cerveza o cualquier producto resultante de destilación alcohólica era infinitamente mas sano que beber agua. La contaminación o envenenamiento de los manantiales durante la Edad Media, eran una las causas por las que La Iglesia Católica permitía en consumo de bebidas alcohólicas a los monjes. La Orden del Cister, por ejemplo, utilizó esta dispensa para popularizar entre sus monjes el consumo de cerveza que ellos mismos se ocupaban de elaborar.
Todo lo que apestaba en la casa iba a parar a las calles Quizás podamos hacernos una idea de la casa tipo medieval. Se trata de una pieza o dos a lo sumo, por lo general sin ventana alguna, y caso de existir, se trataría de un pequeño tragaluz sin cristal. Su función era la de proporcionar algo de luz al recinto. Adosada a uno de los muros, la chimenea. El humo escapa difícilmente por un agujero practicado en el tejado por lo que la estancia se encuentra cargada. El suelo es de tierra, a lo mas se ha extendido paja por su superficie. La puerta, de madera, encaja mal en el quicio y el frío de la calle penetra por sus junturas impidiendo que el fuego de la chimenea caldee la estancia . El tragaluz, cuando hace frió o llueve, se tapa con paja y trapos así como los desajustes de la puerta. El barro puede servir también de burlete. Así la habitación queda poco mas o menos blindada del frió exterior que a pesar de ese óptimo climático es muy intenso. Si hay animales también se meten dentro, para ello se refuerza el suelo con mas paja que sirva de empapador porque las bestias hacen todas sus necesidades dentro. Por lo general se intenta separar animales de personas. Mas adelante incluso, se habilitara una planta inferior para estos. Entretanto, bestias y personas conviven en los días más crudos del invierno en el mismo lugar para conservar el calor, separados en el mejor de los casos por un muro. Todos los miembros de la familia dormirán en el mismo catre por el mismo motivo y también por la falta de espacio. Las consecuencias de este hacinamiento son muchas, a nosotros por el momento nos llama la atención un recipiente que despide un olor bravo y en el que todos los miembros de la familia depositan sus heces y orines. Una de las paredes de esta casa linda con el patio del vecino, la pared muestra una sombra de humedad que va desde el suelo hasta el techo. Despide un olor más repugnante si cabe que el bacín que utilizan; el pozo negro que el vecino tiene instalado en su patio está tan lleno que capilariza la pared y esa humedad ha penetrado la argamasa del muro.
Letrinas vikingas |
Los restos de comida se pudren entre las pajas del suelo, espinas de pescado, sangre de animales, entrañas…. ratas, pulgas, chinches, garrapatas. Tenían cinco gorrinos y ahora solo poseen cuatro, uno de ellos fue ajusticiado hace algunas semanas porque arrancó y devoró la oreja de uno de los hijos de la vecindad. Es una sociedad tan peculiar que hasta los animales tienen responsabilidad penal directa y éste fue condenado a la pena de ejecución (Ver: Animales delincuentes. Juicios y Procesos a animales durante la historia). Duermen como dentro de un horno, con una atmósfera tan cargada, tan espesa que ni las moscas son capaces de emprender el vuelo. A la mañana siguiente, la madre, si no tiene que amamantar a alguno de sus hijos, arrastrará el bacín hasta el quicio de la puerta y verterá allí mismo su contenido, procurando que la pendiente del terreno, si la hay, aleje unos metros de su puerta los purines humanos de la noche. Lo que por otro lado explica la querencia de las clases pudientes a residir en la parte alta de las villas. Luego, sacará los cerdos, que probablemente devoren parte de ese puré mientras orinan y defecan allá donde les place. Como hacen los caballos, los burros, los, asnos, las vacas y sus terneros, los mulos, las gallinas, los perros, los gatos, los ratones, los hurones, las ratas y ella misma en cualquier esquina, si la necesidad así se lo impone. Que suele hacerlo.
Entradas(post) sobre La Historia del Alcantarillado, las cloacas, letrinas, water y toilets publicados hasta la fecha
- Historia de la Mierda. Alcantarillas y cloacas a través de la Historia. Higiene pública (Parte Primera)
- Alcantarillas y cloacas en Roma y en el Califato de Córdoba (Parte Segunda)
- Edad Media. Letrinas y alcantarillas. Un día cualquiera en las calles de la Edad Media (Parte Tercera)
- El primer día de la Peste Negra en el Continente. Olores e higiene en la Edad Media (Parte Cuarta)
- Letrinas, toilettes y orinales. La historia del wc y las alcantarillas (Parte Quinta)
- Las catacumbas de París. Morbilidad y pestilencia en el siglo XIX. La historia del wc y las alcantarillas (Parte Sexta)