Diseños Manolo Blahnik para la película María Antonieta |
Como seguramente ya sabréis María Antonieta fue la última Reina de Francia. Murió en la guillotina 9 meses después de que lo hiciera su marido, el rey Luis XVI. Un apunte sobre su naturaleza lo podemos obtener de el último traspié que dió en su vida; en efecto, subiendo los peldaños del cadalso tropezó en uno de ellos, y al parecer, para mantenerse en pie y no caer, se apoyó en uno de los verdugos : "Perdón, ha sido sin querer" vino mas o menos a decir. Un esbozo muy rapido y sucinto de lo que fue una vida, la de esta mujer, que no acabó de controlar nunca. Para empezar fue la decimo quinta hija, y no la última, de la pareja imperial austriaca Francisco I y María Teresa. Como se puede suponer una prole tan abundante tiene varias opciones de cria, o se crian solos, o se crian entre ellos, o no se crian, directamente. O bien, en el caso de María Antonieta, se educa bajo la fria supervision de las institutrices austriacas (años después, y ya hablaremos de ello, las institutrices marcarán también la educación de los hijos de otra desdichada: La Emperatriz Sissi (*)) A los quince años se casa con el futuro Luis XVI, un monarca del que se ha hablado con largueza acerca de cierta impericia en sus obligaciones matrimoniales. Su juventud, la soledad del protocolo, la inexperiencia en un país extraño; quizás, las lagunas en su formación, no tardaron en granjearla la antipatía de la alta nobleza. Incluso, su extrema frivolidad acabó por disgutar a su madre que veía en ella más los modos de una artista inestable que a una reina. Inmadura, refugiada en el universo irreal del Petit Trianón, un palacete regalo de su marido, el rey, casi una casita de juguete en la que seguramente llegó a intimar más de lo conveniente con alguno de sus compañeros de juego. O La Granja, especie de Disneylandia del siglo XVIII, en el que una aristocracia que se negaba a crecer, jugaba bucólicamente a los pastorcillos, por cierto (y ya hablaremos de las consecuencias de ello) con autenticas ovejas merinas españolas, regalo de Carlos III a Luis XVI. Su forma de vivir, dispendiosa y fútil, ha sido capaz de generar un modelo de conducta conocido como "síndrome de María Antonieta" para referirse a sujetos intrascedentes y frívolos. No en balde, ante el hambre de los campesinos franceses en momentos previos a La Revolución, tuvo la ocurrencia de ofrecerles brioches ya que de pan carecían. No se sabe si esta anécdota, un poco cruel, fue cierta del todo, pero a la desdichada María Antonieta la historia la paso por encima. Incapaz de gestionar con un modesto éxito su vida cotidiana, fue efectivamente impotente ante un acontecimiento como el de La Revolución francesa.
Uno de esos objetos hacía los que María Antonieta sentía un particular aprecio eran los zapatos; llegó a disponer de cientos. Nosotros os ofrecemos la imagen de unas no tan modestas zapatillas que pertenecieron a esta mujer cuya cabeza acabó por descansar entre sus piernas. Y esto debe ser tomado en el sentido literal pues allí la depositó el verdugo.
Uno de esos objetos hacía los que María Antonieta sentía un particular aprecio eran los zapatos; llegó a disponer de cientos. Nosotros os ofrecemos la imagen de unas no tan modestas zapatillas que pertenecieron a esta mujer cuya cabeza acabó por descansar entre sus piernas. Y esto debe ser tomado en el sentido literal pues allí la depositó el verdugo.
Pantuflas de la Reina María Antonieta. Pertenecen desde 1920 a una colección particular. |
Zapatillas que supuestamente pertenecieron a la Reina María Antonieta |
Zapatillas de María Antonieta. Museo Lambinet |
- (*) Pueden ver la trilogía que sobre Sissi Emperatriz existe en La Casa Mundo by TM