El Perfume en Egipto. Historia del Perfume (III)



El Perfume en Egipto


Nunca hubo cadáveres mas exquisitos que los del  antiguo Egipto. Vaciados de materia orgánica y perfumados de los pies a la cabeza para la vida de ultratumba. El cuerpo en Egipto gozaba de una consideración que hoy ha perdido porque formaba parte del viaje al más allá. Este, al igual que el alma,  debía de conservarse en unas condiciones más que aceptables. Además del cuerpo, que es la parte corruptible, existe el Ka que es como el aliento vital y el Ba, algo parecido al alma. La muerte es la separación de estos tres componentes, pero para acceder a la vida futura es necesario volver a unirles, por eso los antiguos egipcios temían morir en un país extranjero en el que no fuera practicada la momificación. 
     El embalsamamiento no es mas que el eslabón básico de la cosmogonía religiosa en el país del Nilo y que se iniciaba con la muerte del sujeto. Creen los egipcios que la muerte no es el final, con ella se inicia un  proceso de transmigración que dura, grosso modo,  unos tres mil años. En este periodo el sujeto  puede reencarnarse en todas las criaturas de la naturaleza,  pero siempre acaba por regresar a su forma humana. La momificación es la que garantiza que ese cuerpo se encuentre en condiciones adecuadas una vez recuperado por su propietario tras su viaje. Aún así, y por si el tiempo ha degradado el cuerpo hasta hacerlo irreconocible, no es extraño que junto a la momia se presente una estatua del difunto con el fin de que aquel alma errante sea capaz de reconocerse en ella 
 
     Así pues los procesos de momificación, las ceremonias religiosas y el ámbito privado son los tres grandes vectores sobre los que pivota el  consumo de perfume en Egipto. El embalsamamiento de un cadáver, según refiere Heródoto,  se inicia con la extracción del cerebro a través de las fosas nasales mediante la utilización de un punzón provisto de una punta en forma de gancho. Luego, se le extraen las vísceras, después de haber practicado una incisión en el costado con tal fin.  Acto seguido se procede a rellenar el espacio dejado por el cerebro y el resto de los órganos con mirra, incienso y otros perfumes, no sin antes haber purificado la cavidad abdominal con vino de palma. Se cose el cuerpo y se mantiene durante dos meses en una solución de natrón para,  acto seguido, ser envuelto con fibra de lino impregnada en cola. El natrón es una sal que absorbe la humedad constituyendo un desecante muy eficaz en la momificación. De hecho, algunas versiones refieren que tras la evisceración  no se rellenaba la cavidad del cuerpo con perfumes sino que, previamente, se utilizaba el natrón durante unos setenta días  y una vez embebido este de los líquidos orgánicos se extraía y se procedía a rellenar el cuerpo con los perfumes referidos. 
     Los cuerpos, rígidos por la deshidratación, eran impregnados con aceites y resinas con el fin de devolverles la flexibilidad. La resina que se utilizaba  servía también para sellar los vendajes.  Otros procedimientos eran más económicos y  no requerían la extracción  de los intestinos;  se inyectaba en el cuerpo aceite de cedro y trementina. Este procedimiento fue referido por Heródoto, y provocaba bastantes dudas sobre su autenticidad hasta que se demostró que, en efecto, este enema era capaz de disolver los órganos internos. 


Purificación de una momia. Lacasamundo.com
Purificación de una momia
 
     Las vísceras extraídas, y solo en los procesos más sofisticados de embalsamamiento reservados probablemente a los faraones,  eran a su vez conservadas en recipientes llenos de perfumes con el fin de asegurar la conservación de los órganos. En un recipiente se colocaban el corazón y los pulmones, en otra el intestino grueso, las vísceras  menores en un tercero y por fin, el hígado y la vesícula biliar. Estas momias, y cuando las circunstancias lo permitían, es decir siempre que no hubieran sido depositadas en recintos sellados de imposible o difícil acceso, eran perfumadas anualmente en una ceremonia presidida por un sacerdote. Cuando la tumba de Tutankamón fue  descubierta, allá por el año 1922 se hallaron en su interior varias ánforas y recipientes que habían contenido bálsamos y pomadas. Fueron depositados allí casi 1500 años antes de Cristo. Se habían solidificado, claro.
 
     No solo se embalsamaban personas sino también animales y aves; gatos, monos, perros, cocodrilos y  sobre todo ibis. Todas las clases sociales, desde el faraón hasta los trabajadores más modestos  acudían a la momificación.  La industria del embalsamamiento y afines requería, cuando menos, la mitad de la mano de obra de una ciudad como Tebas.  Pero no solo la industria de la momificación requería el uso de perfumes; el Egipto faraónico fue una cultura civil bien asentada en la higiene corporal que hacía de la cosmética y la limpieza un elemento de amplia consideración social. La búsqueda de materia prima con que satisfacer esta demanda marcó buena parte del esfuerzo comercial egipcio. Ritos religiosos y honores funerarios exigían también su parte de productos olorosos. 

 
     Los egipcios se entregaban frecuentemente a meticulosas abluciones, utilizando con abundancia aceites corporales en forma de delicadas esencias y cremas cuyo uso era aconsejable debido a la dureza del clima del país. De hecho, la estética egipcia instituyó la depilación completa del cuerpo como uno de los elementos que marcaban la nobleza del sujeto,  y también su nivel de desarrollo. No era pues infrecuente que, rodeados por culturas que hacían ostentación del cabello como síntoma de fortaleza, se generara en ellos una mentalidad de país acosado por culturas inferiores. La depilación completa ayudó a la difusión de prótesis capilares, como por ejemplo, las pelucas, principalmente por atenuar los efectos del Sol, pero también  como complemento aristocrático. Con el tiempo su uso se hizo casi obligatorio en festejos y recepciones oficiales.


El exprimido. Otro de los métodos de obtención de perfume. Consistía, como se ve, en la presión que ejercen sobre un recipiente dos varas que giran en direcciones contrarias
 
     Para obtener los aceites esenciales, el país del Nilo  se servía preferentemente de productos locales;  flores  como el narciso, el lirio o el iris, y sobre todo, la flor de loto azul, muy utilizada como elemento decorativo. Pero los egipcios también supieron aclimatar brotes originarios de Asia Central, como es el caso de la rosa, o el loto rosa, introducido por los persas. Gracias a las rutas de las caravanas llegan también el styrax, una resina olorosa de un árbol parecido al membrillo, el nardo, el azafrán, la resina balsámica del terebinto, de la que se obtiene la trementina de Quio, es decir, trementina pura. El mastic o la resina del lentisco. De los bosques de Etiopía, el opopónaco, árbol que produce un latex utilizado a veces como sucedáneo de la mirra. Del África del Norte diversos aceites y resinas de cipreses. Y de más allá de las fuentes del Nilo productos de las selvas tropicales.   

 
     De entre todas las sustancias odoríferas, aceites esenciales y perfumes en la historia de Egipto destacan el Anti y el Khypi. Sobre el primero no existe seguridad sobre su naturaleza, sí se tiene la certeza de que era una gomorresina olorosa. Algunos egiptólogos lo han identificado con la mirra, para otros sería más parecido al incienso. El Anti tiene hasta un origen cuasi mitológico: figura en el papiro de San Petesburgo y se le considera como el árbol que respira perfume, La reina Faraón  de la XVIII dinastía,  Hatshepsout y a la que curiosamente se la representa con barba, organizó una expedición al país de Pount, con el objeto de proveerse del árbol del Anti. Se trajeron cuarenta árboles de Anti y la reina  los hizo  plantar en los jardines de su palacio de Deir el Bahari, en el que existe un gran relieve que explica dicha  esta expedición. Geográficamente Pount se encuentra situado en el alto Nilo, cerca del cuerno de África y próximo a la actual Eritrea o Sudán. 



     Respecto al Khypi se le considera el perfume nacional del antiguo país del Nilo. Tiene también propiedades medicinales, y de hecho, se administraba ante problemas de estomago, picaduras de serpiente, dolores de cabeza, epilepsia, halitosis, etc.  En realidad el Khypi se utilizaba para cualquier afección y en los templos formaba parte, junto a la mirra y el incienso, de las tres fumigaciones rituales que se efectuaban en los recintos sagrados: incienso por la mañana, mirra al mediodía y el khypi al atardecer. Su composición está bastante más documentada, pero sus componentes varían notablemente de una fuente a otra: cálamo,  cardamomo, nardo, chufa, miel , menta, brea, mirra, vino, resina, melisa, azafrán, pistacho, canela. Y así hasta cincuenta ingredientes. Parece que  a la capacidad odorífera del Khypi le sobrepasaba ciertas virtudes alucinógenas del producto y cuyos efectos variaban en función de los componentes del mismo. Plutarco sostenía que el khypi tenía la capacidad de dormir a quien lo oliera. Dioscórides, médico y botánico romano, elaboró su propia receta, incluyendo uva pasa como base, resina y hierba de camello, de tal manera que fue añadiendo los ingredientes uno a uno siguiendo un orden que desconocemos y utilizando una espátula de madera para su mezcla. El resultado al parecer, es la de un producto con propiedades claramente alucinógenas.  Maneton, un miembro de la casta sacerdotal y que vivió en tiempos de los Ptolomeos, había escrito una obra hoy perdida y titulada  “a propósito de la fabricación del Khypi”  que era poco mas o menos un compendio de la sabiduría egipcia sobre el perfume.

Quizás le interese:


De venta en Amazon



     La presentación de los perfumes en el antiguo Egipto era distinta al actual. Estamos acostumbrados a aromas con formato líquido puesto que su base fundamental es el alcohol, los egipcios carecían de esta posibilidad. El perfume egipcio tenía una base oleosa, grasas vegetales  fundamentalmente: sésamo, almendra, olivas, lino. Pero también grasas animales como la del buey. Con el tiempo fue utilizado el vino de palma con el fin de rebajar la fortaleza de algunos aromas. El método de obtención parece ser el conocido por enfleurage, que consiste en disponer sobre una lamina de grasa flores frescas para reponerlas cuando estas han perdido su frescura. De forma que la grasa llega a un punto de saturación obteniendo con ella una pomada, ya que, como hemos dicho,  desconocían el uso del alcohol. Dicha pomada era utilizada en los conos perfumados  de los que hablaremos más adelante. Otro método, aún empleado en Egipto, consistía en cocer las flores tapando el recipiente con una gasa impregnada en grasa, la cual se iba embebiendo de la evaporación del liquido. Por último se procedía a retirar la grasa ya perfumada.


      A partir del tercer milenio se presenta en Egipto el alabastro.  Este yeso cristalizado, traslucido y de aspecto marmóreo, constituye un perfecto recipiente para una país donde las temperaturas son extremas (cási 60º en verano), ya que es capaz de conservar los perfumes durante mucho tiempo, en condiciones óptimas de luminosidad, humedad y temperatura. No es pues casual la presencia de recipientes de alabastro en las tumbas reales. M. R. Belgiorno, una arqueóloga italiana sugiere otra forma de obtener el perfume en las ardientes tierras de Egipto, utilizando en este caso el aceite de oliva y teniendo como aliada  esa temperatura infernal que padecen. Se trata de mezclar agua con aceite de oliva a partes iguales dejando macerar allí las plantas durante unos cinco días. La temperatura hará que el agua se evapore, pero antes de esto,  los aceites esenciales de las plantas habrán pasado al agua y de aquí al aceite, que flota en la superficie, y que queda saturado de esta manera con la esencia. El aceite aromatizado será envasado por fin en un vaso de alabastro. Volveremos sobre este método en nuestra entrada dedicada al perfume en Grecia.

     El perfume, junto a los zapatos, se utilizaba también como instrumento de pago. En el papiro de la huelga, que se conserva en Turín, llamado así porque es el primer testimonio escrito de una huelga protagonizado por obreros egipcios al no recibir sus emolumentos, se ha querido ver una vindicación también de la parte de pomadas y ungüentos con los que se pagaba a los obreros. Lo cual pone de manifiesto que el uso de cremas no era privativo de los más poderosos y que las clases populares también ungían sus pieles, aunque probablemente no utilizaran productos tan refinados, por lo que se limitaban a embadurnarse con aceite de sésamo con propiedades hidratantes.


Amenhotep III recompensa a Khaemhet y otros. Lacasamundo.com
Amenhotep III recompensa a Khaemhet y otros. Obsérvese la presencia de conos de perfume en sus cabezas, también llamados conos tebanos  y que seguramente cumplen una función alegórica
 
     En los grandes banquetes los recintos se perfumaban con mirra, incienso y terebinto merced al uso de pebeteros calientes. El suelo, las mesas y hasta el borde de las copas y platos se cubrían con pétalos de flores y guirnaldas de loto. Rosas, flores de loto y azafrán se utilizaban para perfumar las habitaciones privadas. Era usual en niños y mujeres ir provisto de saquitos que guardaban gomorresinas olorosas, lo que constituye un precedente de las conocidas "pomas", recipientes aromáticos que se utilizarían, por ejemplo, en la Corte de España, bastantes siglos después. Los criados ungían las cabezas de los invitados, aunque deberíamos decir que lo que se perfumaba eran sus pelucas. Sobre estas se disponían conos de perfume que se derretían lentamente desprendiendo un agradable aroma. Conviene sin embargo precisar, que la existencia de los conos puede ser perfectamente una alusión meramente simbólica, a la vista de la imposibilidad del artista para representar gráficamente el olor. En el llamado "canto del arpista", que se encuentra en la tumba del rey Sekhemra (XVII dinastía. Unos 1600 años a.C.) y que es una loa al placer inmediato ante un futuro sin esperanza alguna, ya se menciona la unción con mirra de la frente y la cabeza.


El hedonismo en el Antiguo Egipto se puede resumir en esta escena. Lacasamundo.com
El hedonismo en el Antiguo Egipto se puede resumir en esta escena. En efecto, durante las grandes recepciones el anfitrión solía mostrar sus propio sarcófago para regocijo general de sus invitados.  Printed by Illman Brothers.

   Las pelucas podían ser de cabello natural, al alcance de muy pocos, o de fibras vegetales. El uso de la peluca llegó a ser obligatorio en los banquetes reales. También se usaban barbas postizas, y no solo entre hombres, la faraón Hatshepsout fue representada con una, y de esta manera la conocemos.




Entradas(post) sobre la historia del Perfume publicados hasta la fecha



Todas las entradas sobre la Historia del Perfume son un extracto, y forman parte del Libro «Acerca del Perfume y el Olor». Rogamos tenga en cuenta los Derechos de la Propiedad Intelectual a la hora de utilizar las mismas

Actualizado a 27 de Diciembre de 2017


Continuará...