Tiempos romanticos: El Carné (carnet) de baile.




Tiempos románticos: El Carné (carnet) de baile.


Nada mejor que la película el “Cuaderno de Baile” de 1935 para empezar a hablar de esto, del cuaderno de baile. En la obra del director Julián Duvivier, su protagonista femenina, utiliza un antiguo cuaderno de baile para reencontrar la vida de todos y cada uno de los hombres que, en un momento determinado de su vida, fueron sus parejas de baile. Todos los nombres de aquellos quedaron reflejados en aquel librito utilizado desde el siglo XVIII hasta mediado incluso el siglo XX. El destino de aquellos personajes de la película no fue el que se esperaba, su vida fue menos prometedora que aquel breve y promisorio encuentro en el salón de baile,  todos y cada uno, a su manera,  parecían encantadores; pero el tiempo se ocuparía de poner a cada uno en su lugar.

     Los carnés (carnet)* de baile fueron uno de esos accesorios que acompañaron a las damas y caballeros románticos en sus veladas nocturnas. Bailes que, por lo general,  se cerraban a altas horas de la madrugada y que hacían las delicias de la juventud dorada de la época, la cual, solía acompañar su puesta de largo con el estreno de uno de aquellos cuadernitos. Jóvenes  pertenecientes a la aristocracia de viejo y nuevo cuño o a la alta burguesía,  aquellos a los que la ensoñación les estaba permitida en un tiempo duro y cruel. 

Carné de baile, hacia 1800
Carné de baile, hacia 1800

     Los carnés (carnet) eran objetos aparentemente inocuos, pero su contenido: los nombres de las parejas de baile, se disputaba con discreción y también con ferocidad. No era baladí  contar en el carné de baile con los varones de mayor relumbrón y las jovencitas más favorecidas. Nombres que se coleccionaban como cromos o sellos de alto valor emocional (económico también) y que, al finalizar la temporada de baile, se lucían como las mas estimadas condecoraciones. 



     La temporada de baile se solía iniciar, y también cerrar, por la Casa Real, con el acontecimiento social más esperado del año: el baile en Palacio. Entre 1849 y 1850 se organizaron, solo en Madrid, más de 250 grandes bailes a los que por termino medio asistían entre 400 y 600 personas. Tanto en Barcelona como en Madrid los anfitriones podían organizar más de una baile por jornada.  

Es de 1832

     Según los manuales de urbanidad al uso, un baile debía ser anunciado al menos con ocho días de antelación. Se utilizaba para ello la prensa local, una breve reseña era suficiente. Debía estar suscrita por los dueños de la casa  ya que no era de buen tono que las mujeres aceptasen una invitación realizada por un hombre. Si se deseaba crear una cierta expectación podía anunciarse con bastante mas anticipación, así se permitía  que las mujeres se acicalasen con total esmero para la ocasión. La preparación del baile no solo se limitaba al interior de la casa, sino que  los anfitriones se ocupaban también de la iluminación de las calles adyacentes que, incluso, se decoraban con grandes ramos de flores y otros objetos ornamentales.  

Carné con forma de zapato. Es del siglo XIX
Carné con forma de zapato. Es del siglo XIX

     Debía de tenerse buen cuidado en promediar a los invitados por su sexo, de modo que el número de mujeres fuera parecido o igual que el de varones Como en esta época empezaron a estar muy en boga los juegos de mesa, utilizados casi exclusivamente por los caballeros, se consideraba que era de mal tono pasar directamente a la sala de juego. Si el motivo de la fiesta era el baile se debía al menos hacer acto de presencia en el salón habilitado para tal fin. No era preciso bailar si no se sabía, era preferible abstenerse para evitar el suplicio a las damas de una pareja torpe. Tampoco se requería mantener conversación alguna con la pareja de baile, ni agobiarla con preguntas obvias, si bien, se agradecía alabar el buen gusto en el vestir de la pareja femenina. Los dueños de la casa debían cuidar de que ninguna dama que hubiera asistido al baile permaneciera toda la noche sentada sin que se le invitara a bailar. La señora de la casa debía de abstenerse de bailar si hubiera alguna señora en estas condiciones, acompañándolas, por decirlo de alguna manera, en este infortunio. Como se ve, el oficio de anfitrión era harto complicado, lleno de sutilezas que podían ocasionar más de un despecho o enojo. 


Se denominan Ballspenden en alemán. Y este no es precisamente uno de los más bellos. Menos mal que nos hemos tomado la molestia de leer las cosas dos veces  porque os lo íbamos a presentar como el carnet de la baile de la Emperatriz Elisabeth, más conocida como Sissi. No es así, es solo una muestra más.

     Los hombres, por su parte, debían evitar aglomeraciones, es decir, no debían de agruparse en torno a  mujeres bellas, abandonando así a las demás. De la misma manera, si una dama rechazaba el baile con un caballero debía de abstenerse de bailar durante el resto de la velada, pues podía ser considerado un desaire e indicio de mala educación. Tampoco era conveniente bailar siempre con la misma pareja, creaba confusión y podía interpretarse como intimidad inadecuada, y llegado el caso, si la dama estaba casada o comprometida,  generaba suspicacias que, si no se controlaban, acababan en duelos y desafíos. Todos los caballeros estaban obligados a invitar a bailar a la hija de los anfitriones, si la hubiera. 

1898

     No parecía conveniente sentarse en el asiento que ocupaba una dama a la que se le hubiera invitado a bailar, era preferible quedarse de pie. Y especial atención a aquellas señoras menos favorecidas en su físico, solían suplir este inconveniente con una intensa inteligencia y un ingenio que podía ser feroz. Es bueno atenderlas como al resto y utilizar generosamente el carné (carnet) de baile con sus nombres. Llegado el caso, pueden ser unas importantes aliadas, utilizándolas como confidentes y apoyadas en su inteligencia podían ejercer un celestinazgo distinguido.

     El carné de baile tenía su propio código de avisos, de esta forma el caballero que pretendía invitar a la dama podía conocer su estado civil con solo mirar el material con que estaba elaborado el carné que esta llevaba. De tal forma que las viudas solían utilizar el azabache, las solteras el nácar y las casadas marfil. Una vez anotado un nombre en el carné no se podía excusar el baile, salvo causa muy justificada. El carné de baile llegó a popularizarse de tal manera que con el tiempo se pudo comprar en los comercios de la época. Incluso se podía adquirir en paquetes junto al devocionario y el monedero.

Carné de 1850. Francia
Carné de 1850. Francia


* Aunque Carnet es un galicismo y no se admite en la Real  Academia de la Lengua.