Alexei Veniatinov. Nurse |
Nodrizas. La leche de la vida
Bien puede decirse que Roma surgió del oportuno instinto de una nodriza, en este caso de una loba, que supo y pudo anteponer su naturaleza maternal a la del depredador que era. Y eso para alimentar a dos criaturas: Rómulo y Remo, señaladas por la leyenda como fundadores de la ciudad. No fue el único animal señalado por la fabulación como accidental ama de cría; lo han sido las leonas, las osas, las ciervas... y como veremos en la segunda parte, hasta los varones. A cambio, y que nosotros sepamos, las nodrizas del Norte de España alimentaban con su leche a cachorritos de perro en sus largos viajes desde sus lugares de origen a los de destino, con el fin de que ese preciado líquido no se les retirara por las largas distancias a recorrer. Este es un pequeño apunte de su historia
La leche materna, en el imaginario colectivo, puede considerarse como el fluido más limpio y puro que existe en la naturaleza. La imagen de una mujer amamantando a un Dios es prodiga en todas las culturas, la encontramos en la mitología romana con Juno, en la India, en el México prehispánico también, y en la casi prehistórica ciudad de Ur. Las Venus de la Edad de Bronce poseen una abundancia de atributos mamarios extraordinariamente rotundos.
En la ciudad de Belén existe una gruta en la que dicen hay restos de leche con los que la Virgen María había amamanto a Jesús. La mitomanía religiosa en el cristianismo llenó Europa de reliquias durante las frecuentes peregrinaciones de la Edad Media, introduciendo con ello el comercio de supuestos objetos, testigos de la vida y pasión de Jesucristo. Entre estos no podían faltar ampollas con la leche de La Virgen. Numerosas ciudades como Nápoles, Roma, Paris, Venecia, Chartres. … se decían poseedoras de este liquido sagrado. Llegaron a ser tantas las urbes y pueblos de la cristiandad que decían conservar restos de la leche de la Virgen que, un reformar como Calvino, y no sin cierta razón, sostenía, con todos los respetos para nuestra Santa Madre que, ni aun siendo la Virgen María una nodriza o una vaca, habrían dado sus pechos para tanta leche.
Pues bien, de esta leche queremos hablar. De la de las nodrizas queremos decir. Del museo que tienen en Santander en el Norte de España, para dar fe de un oficio hoy prácticamente desaparecido en nuestro país: el de las amas de leche o nodrizas o ayas, que de todas y más formas son conocidas. Se encuentra situado en un valle, el de Pas, que fue tan afamado hasta principios del siglo pasado que las oriundas de ese zona, y como “nodrizas de Pas”, recorrieron las mejores casas y palacios de España alimentando a Príncipes y Reyes con sus generosos pechos y la abundante leche. Entre los muchos objetos que encuentran cabida en este museo está el poema de un ilustre benefactor de esta leche, llamada “mercenaria”, el verso escrito por Federico García Lorca como reconocimiento a la labor de estas mujeres que tanta huella dejaron en su vida.
Nodriza alemana con traje típico Sajon |
Pero no sólo Lorca fue un notable ahijado de estas poderosas mujeres seleccionadas de Santander y del resto de la cornisa cantábrica: los Fabra, los Pombo, Zunzunegui, Martínez Campos…Para terminar antes esta prolija enumeración deberíamos más bien haber empezado por aquellos que no tuvieron una nodriza entre sus sirvientes.
Las nodrizas debían ajustarse a un perfil. Por supuesto, debía estar recién parida, y no del primer hijo si no del segundo o tercero; se exigía como se ve una cierta experiencia. No mayor de 26 años, robusta y de buena moral, preferentemente campesina y casada. Aunque este requisito (el matrimonio) fue sorteado a veces, vista la abundancia de hijos ilegítimos que se daban en la época. Se buscaba incluso una especie de pureza racial que se suponía característica de ciertas zonas del norte y centro de España. Por lo tanto seguían de alguna manera en vigor los patrones establecidos allá por el año 1340 en Valladolid, en los que se prohibía expresamente que las nodrizas de cristianos fueran moras, moriscas o judías. Abstracción hecha de lo referido, se buscaba en resumidas cuentas un líquido blanco, sin olor especial alguno, más bien dulce que salado. Una leche que, vertida en el ojo del niño, no le causara irritación alguna. Este proceso de verificación acaecía también en el interior de algunas inclusas, en las que el amamantamiento de los niños abandonados era sistemático.
En otras partes de Europa estas restricciones eran más pintorescas si cabe, como la de que debían ser diestras de mano y no tener el cabello pelirrojo (esta restricción existía también en las inclusas españolas, y al parecer era debido al supuesto mal carácter de los rubicundos). Otras restricciones eran más naturales, y hasta de agradecer, como la de que su aliento no debía de ser hediondo. Una buena dentadura y un cabello sano eran la mejor garantía para una buena nodriza, no en balde las enfermedades venéreas suelen dejar huella tanto en la boca como en el pelo. Madame D'Aulnoy, una aristócrata francesa de viaje por España en el siglo XVII refiere que esta precaución, si no suficiente para garantizar una lactancia sana, si que se seguía estrictamente en España y con seguridad en el resto del Continente. En Francia, las nodrizas, solían proceder de la Normandía y en Alemania de Sajonia
Las casas reales hicieron prolijo uso de ellas. Fernando VII no solo disponía de una nodriza para sus hijos sino que además las tenía por pares: las de reten se llamaban aquellas que acudían a la lactancia de los ilustres infantes en el caso de que la titular. por cualquier circunstancia, no pudiera ejercer. No obstante en este aspecto es Carlos II, el último de los Austrias, el que ostenta un verdadero record: dispuso de más de 30, y casi un ciento en reserva que, por cierto, nada pudieron hacer por concederle la salud a aquel hombre. En cambio María Luisa de Saboya y Orleans, la primera mujer de Felipe V, una Reina que a decir de las crónicas era bastante moderna para su época, y que era reacia a la leche mercenaria, no tuvo más remedio que aceptar las nodrizas castellanas y vizcaínas de la Corte.
Los Borbones hicieron largo uso de esta leche alquilada. Pero el oficio no estaba al alcance de cualquiera, ya que incluso se formaba una comisión para elegirla. Nos consta que así sucedió en el caso de la que amamantó a Alfonso XIII, y a la que el monarca quedo muy vinculado afectivamente. Vínculo este que estuvo a punto de causar la muerte de la buena mujer, toda vez que, invitada a la boda de su ahijado, escapó milagrosamente del atentado que se cometió contra el monarca, ese mismo día
Nodriza Veneciana Siglo XVIII |
Las nodrizas debían ajustarse a un perfil. Por supuesto, debía estar recién parida, y no del primer hijo si no del segundo o tercero; se exigía como se ve una cierta experiencia. No mayor de 26 años, robusta y de buena moral, preferentemente campesina y casada. Aunque este requisito (el matrimonio) fue sorteado a veces, vista la abundancia de hijos ilegítimos que se daban en la época. Se buscaba incluso una especie de pureza racial que se suponía característica de ciertas zonas del norte y centro de España. Por lo tanto seguían de alguna manera en vigor los patrones establecidos allá por el año 1340 en Valladolid, en los que se prohibía expresamente que las nodrizas de cristianos fueran moras, moriscas o judías. Abstracción hecha de lo referido, se buscaba en resumidas cuentas un líquido blanco, sin olor especial alguno, más bien dulce que salado. Una leche que, vertida en el ojo del niño, no le causara irritación alguna. Este proceso de verificación acaecía también en el interior de algunas inclusas, en las que el amamantamiento de los niños abandonados era sistemático.
En otras partes de Europa estas restricciones eran más pintorescas si cabe, como la de que debían ser diestras de mano y no tener el cabello pelirrojo (esta restricción existía también en las inclusas españolas, y al parecer era debido al supuesto mal carácter de los rubicundos). Otras restricciones eran más naturales, y hasta de agradecer, como la de que su aliento no debía de ser hediondo. Una buena dentadura y un cabello sano eran la mejor garantía para una buena nodriza, no en balde las enfermedades venéreas suelen dejar huella tanto en la boca como en el pelo. Madame D'Aulnoy, una aristócrata francesa de viaje por España en el siglo XVII refiere que esta precaución, si no suficiente para garantizar una lactancia sana, si que se seguía estrictamente en España y con seguridad en el resto del Continente. En Francia, las nodrizas, solían proceder de la Normandía y en Alemania de Sajonia
Las Nodrizas. Su historia y Museo consta de dos entradas