Sissi. Su cabellera tardaba 24 horas en secarse |
Luigi Luchen, el anarquista italiano que la rompió el corazón, se extrañaba de que aquella mujer; Sissi, fuera una persona infeliz. Su ética anarquista, por lo visto, le impedía ajusticiar a sujetos desgraciados (supuestamente debían de tener bastante con su pesar), sólo personajes satisfechos que disfrutaran de la vida….No sabemos que pensar, pero esto tiene su enjundia. Nos gustaría creer que esta paradoja fue la que llevó al italiano al suicidio dentro de la cárcel, pero seguramente fueron otras las razones. Se hace un poco difícil transigir con una ideología tan feroz que, estime que es más licito castigar a aquellos que disfrutan de la vida, que a los que no lo hacen.
Sissi tuvo varios encuentros con el fantasma de la familia. La leyenda sostiene que cuando algún miembro de la familia Habsburgo veía a la Dama Blanca, estaba asegurada la desgracia . Es difícil de creer, pero Sissi sufrió estos hitos de la tragedia que dejan huellas indelebles en cualquier persona: la hija del Archiduque Alberto, Matilde, de 18 años, en la ceremonia de coronación de Sissi como Reina de Hungría, esconde un cigarrillo encendido entre los pliegues de su vestido; se quema. Veinte kilos de tela que la abrasan como si fuera una tea. Su primo Luis de Baviera, con el que intercambia poemas bajo el seudónimo de Titania, admiradores ambos de Heine y Byron(*) (y quizás tan enamorado de un joven perteneciente a la familia Thurn und Taxi como de ella misma), se ahoga misteriosamente en un lago. Su hermana, Sofía, aquella que debía haberse casado con el Emperador, un alma que irradiaba energía positiva, perece también víctima de esa amenaza recurrente del fuego, abrasada en Paris. Maximiliano, su cuñado, hermano del emperador, fusilado como consecuencia de esa loca aventura mejicana que emprendió. Pudo escapar a Europa, de hecho le facilitaron la fuga hasta sus enemigos, pero no quiso. Tenía un peculiar concepto de la dignidad y prefirió morir ante el paredón, junto a sus generales; había rogado a sus verdugos que no le dispararan en la cara. La aventura americana dejo también trastornada a su mujer; Carlota, loca de atar, embadurnando con sus propias heces las paredes del manicomio belga en la que estaba ingresada, y conviviendo con un muñeco al que llamaba "Max". Y por último, si cabe, la mas dolorosa de todas las muertes; la de su hijo Rodolfo, heredero del trono, muerto en extrañas circunstancias en lo que se ha dado en llamar el asunto Mayerling.
Su hijo Rudolf, oficialmente suicidado, tiene el mismo perfil emocional de su madre; romanticismo, evasión, ensueño. En Sissi son tolerables pero no en el heredero del Imperio. Coquetea con la baronesa María Vetsera, una aristócrata insignificante con la mitad de la sangre judía.
Culmina María Vetsera una larga lista de amantes, amigas y entretenidas que no solo han dejado huella, si bien escasa, en el corazón del heredero del Imperio, también lo han marcado con una enfermedad venérea que lo acompañará ya en su corta vida y que le harán sufrir de la lindo. Pero lo de Maria Vetsera es distinto, ambos son naturalezas intensas, material que arde bien en el fuego de la pasión y amenazados siempre por un destino que a la postre se convertirá en tragedia. El destino viene por el lado de los intereses dinásticos del Imperio. Rudolf no se puede casar con una “don nadie” (mod. Por: persona poco importante) a la que su abuela (la madre del emperador, la archiduquesa Sofía) detesta.
Sissi, la madre de Rudolf hace tiempo que ha renunciado a sus obligaciones maternales y ha delegado en la archiduquesa el cuidado y la educación de estos. La emperatriz elude Viena cuanto puede y emprende infinitos viajes con tal de no permanecer mucho tiempo en la capital imperial. Sissi confiesa que lo que mas le agrada es el viaje en sí, para ella seria insoportable prolongar las estancias en cualquier lugar. Rodolfo, entre tanto, sufre los rigores pedagógicos de un preceptor dispuesto por su abuela, la archiduquesa. Para formar su carácter le despierta a tiros en mitad de la noche (y no es una licencia literaria, sino que se debe tomar al pie de la letra). Lo deja abandonado en los bosques próximos a Viena, haciéndole creer que estos están infestados de jabalíes furiosos y le obliga a tomar duchas con agua helada, además de otras bagatales por el estilo, como la de permanecer de pies sin mover un solo músculo durante horas. El crío, no es para menos, sufre ataques de ansiedad y pánico, son de tal naturaleza que llegan a oídos de su madre. Sissi regresa a Viena para obligar a la archiduquesa a destituir a su tutor. Así se hace, pero su hijo decididamente no es la imagen pétrea y guerrera que debería transmitir un heredero del imperio. Atribulado, depresivo, se llego a caer del caballo en una de las paradas militares para gran disgusto de su padre el emperador Francisco José, tan espartano y austero en sus gustos, tan profesional de su cargo. El Emperador espera y confía que, de las muchas aventuras sentimentales de su hijo, salga por fin el Habsburgo que lleva dentro, y se limite como muchos de los de su sangre a “tontear” ,a incrementar incluso el censo de hijos putativos de la vieja Europa, pero sabiendo cual es su lugar y lo que de él se espera.
El azar puso en su camino a María Vetsera la cual, y a pesar de que las fotos que de ella poseemos no parecen hacerle justicia, era sin duda toda una belleza mediterránea. Cuando la familia se da cuenta es demasiado tarde, mantienen un idilio, y lo que es peor; la decisión de contraer matrimonio. Acaban por casarlo con Estefanía, la hija del rey de Bélgica Leopoldo II (un suegro nada aconsejable, las buenas formas de este hombre escondían a un genocida en su propiedad personal del Congo). Tras la maternidad de esta, una niña, Rodolfo vuelve a su antigua relación sentimental. Su amante se crece, María Vetsera incluso se niega a inclinarse ante Estefania, la mujer de Rudolf, la futura emperatriz, y es obligada a ello con gran escándalo.
Sissi tuvo varios encuentros con el fantasma de la familia. La leyenda sostiene que cuando algún miembro de la familia Habsburgo veía a la Dama Blanca, estaba asegurada la desgracia . Es difícil de creer, pero Sissi sufrió estos hitos de la tragedia que dejan huellas indelebles en cualquier persona: la hija del Archiduque Alberto, Matilde, de 18 años, en la ceremonia de coronación de Sissi como Reina de Hungría, esconde un cigarrillo encendido entre los pliegues de su vestido; se quema. Veinte kilos de tela que la abrasan como si fuera una tea. Su primo Luis de Baviera, con el que intercambia poemas bajo el seudónimo de Titania, admiradores ambos de Heine y Byron(*) (y quizás tan enamorado de un joven perteneciente a la familia Thurn und Taxi como de ella misma), se ahoga misteriosamente en un lago. Su hermana, Sofía, aquella que debía haberse casado con el Emperador, un alma que irradiaba energía positiva, perece también víctima de esa amenaza recurrente del fuego, abrasada en Paris. Maximiliano, su cuñado, hermano del emperador, fusilado como consecuencia de esa loca aventura mejicana que emprendió. Pudo escapar a Europa, de hecho le facilitaron la fuga hasta sus enemigos, pero no quiso. Tenía un peculiar concepto de la dignidad y prefirió morir ante el paredón, junto a sus generales; había rogado a sus verdugos que no le dispararan en la cara. La aventura americana dejo también trastornada a su mujer; Carlota, loca de atar, embadurnando con sus propias heces las paredes del manicomio belga en la que estaba ingresada, y conviviendo con un muñeco al que llamaba "Max". Y por último, si cabe, la mas dolorosa de todas las muertes; la de su hijo Rodolfo, heredero del trono, muerto en extrañas circunstancias en lo que se ha dado en llamar el asunto Mayerling.
En Madeira junto a sus damas de honor. Allí se había refugiado tras enterarse de que su marido la había contagiado una enfermedad venerea. |
Su hijo Rudolf, oficialmente suicidado, tiene el mismo perfil emocional de su madre; romanticismo, evasión, ensueño. En Sissi son tolerables pero no en el heredero del Imperio. Coquetea con la baronesa María Vetsera, una aristócrata insignificante con la mitad de la sangre judía.
Culmina María Vetsera una larga lista de amantes, amigas y entretenidas que no solo han dejado huella, si bien escasa, en el corazón del heredero del Imperio, también lo han marcado con una enfermedad venérea que lo acompañará ya en su corta vida y que le harán sufrir de la lindo. Pero lo de Maria Vetsera es distinto, ambos son naturalezas intensas, material que arde bien en el fuego de la pasión y amenazados siempre por un destino que a la postre se convertirá en tragedia. El destino viene por el lado de los intereses dinásticos del Imperio. Rudolf no se puede casar con una “don nadie” (mod. Por: persona poco importante) a la que su abuela (la madre del emperador, la archiduquesa Sofía) detesta.
María Vetsera |
Sissi, la madre de Rudolf hace tiempo que ha renunciado a sus obligaciones maternales y ha delegado en la archiduquesa el cuidado y la educación de estos. La emperatriz elude Viena cuanto puede y emprende infinitos viajes con tal de no permanecer mucho tiempo en la capital imperial. Sissi confiesa que lo que mas le agrada es el viaje en sí, para ella seria insoportable prolongar las estancias en cualquier lugar. Rodolfo, entre tanto, sufre los rigores pedagógicos de un preceptor dispuesto por su abuela, la archiduquesa. Para formar su carácter le despierta a tiros en mitad de la noche (y no es una licencia literaria, sino que se debe tomar al pie de la letra). Lo deja abandonado en los bosques próximos a Viena, haciéndole creer que estos están infestados de jabalíes furiosos y le obliga a tomar duchas con agua helada, además de otras bagatales por el estilo, como la de permanecer de pies sin mover un solo músculo durante horas. El crío, no es para menos, sufre ataques de ansiedad y pánico, son de tal naturaleza que llegan a oídos de su madre. Sissi regresa a Viena para obligar a la archiduquesa a destituir a su tutor. Así se hace, pero su hijo decididamente no es la imagen pétrea y guerrera que debería transmitir un heredero del imperio. Atribulado, depresivo, se llego a caer del caballo en una de las paradas militares para gran disgusto de su padre el emperador Francisco José, tan espartano y austero en sus gustos, tan profesional de su cargo. El Emperador espera y confía que, de las muchas aventuras sentimentales de su hijo, salga por fin el Habsburgo que lleva dentro, y se limite como muchos de los de su sangre a “tontear” ,a incrementar incluso el censo de hijos putativos de la vieja Europa, pero sabiendo cual es su lugar y lo que de él se espera.
Rudolf y su mujer, Estefanía |
El azar puso en su camino a María Vetsera la cual, y a pesar de que las fotos que de ella poseemos no parecen hacerle justicia, era sin duda toda una belleza mediterránea. Cuando la familia se da cuenta es demasiado tarde, mantienen un idilio, y lo que es peor; la decisión de contraer matrimonio. Acaban por casarlo con Estefanía, la hija del rey de Bélgica Leopoldo II (un suegro nada aconsejable, las buenas formas de este hombre escondían a un genocida en su propiedad personal del Congo). Tras la maternidad de esta, una niña, Rodolfo vuelve a su antigua relación sentimental. Su amante se crece, María Vetsera incluso se niega a inclinarse ante Estefania, la mujer de Rudolf, la futura emperatriz, y es obligada a ello con gran escándalo.
(*) Heinrich Heine y Lord Byron: Poetas románticos
Sissi Emperatriz consta de las siguientes entradas: