La Brava Lola |
Como ya hemos dicho, la perspectiva de un matrimonio de conveniencia que le ofrecía su madre desde la lejana India, la hizo emprender una de aquellas fugas románticas que comprometían el honor de toda la familia, según el almibarado lenguaje de la época. Se casa en secreto con Thomas James, un pretendiente que la dobla en edad.
Mucho nos tememos que Lola, pese a su juventud, tenía 16 años, no era una mujer al uso. Frente a aquellos que ven en el amor un solo sentimiento, –química se le llama ahora- Lola apreciaba en el amor el resultado de la cocción de varios afectos y pasiones, a veces contradictorios. El amor seria así la destilación del odio, el orgullo, la piedad, el hambre física, la lealtad, el sacrifico, la inseguridad, etc. De tal forma que a veces se muestra de una manera, y otras veces de otra. Sea como fuere requiere una dedicación, un esfuerzo, y si es menester; trabajo.
En efecto, hay que trabajarse el amor, de lo contrario perece, se corrompe en su propio jugo, muere, digamos que de éxito. Lola se dejaría llevar, los caballos que jalan de este primer amor son muy poderosos, tienen una alta velocidad punta, pero carecen de medios para mantener un ritmo de crucero constante.Se hunde rápido. Por regla general, y para la época que nos toca considerar, fenecen entre cacharros, ropa sucia y aliento fétido. Si a esto se une una naturaleza propicia pues ya tenemos a nuestro personaje, Lola Montez, fantaseando sobre una vida mejor ¿Dónde? Para empezar en la India. Un viaje que ella ya conoce pero que se ve obligada a repetir por el destino de su marido.
Autobiografía de Lola Montez |
Y este viaje no es cualquier cosa. A veces despachamos los hechos con una ligereza discursiva que no nos permite hacernos idea de su significado real. Por ejemplo, un viaje en barco desde Londres a Calcuta llevaba en el año 1840 unos 5 meses. Digo bien ¡5 meses! Con escalas, eso sí. El equipaje para semejante trayecto requería, por ejemplo, y según los manuales al uso, baúles conteniendo, para ellas: 70 camisas, otras tantos pañuelos, gorros de dormir, enaguas, 60 pares de medias, 20 vestidos, 40 pares de guantes, etc. Además de comida a discreción, generalmente conservas y galletas. Para los caballeros era conveniente unas 60 camisas, 20 pantalones, 20 calzoncillos, guantes y si era militar, los uniformes, incluidos las cartucheras, cananas, etc. Ellos estaban exentos de portar alimento alguno. Menos mal.
A pesar de este fabuloso traslado, con todas las penalidades que acarrea y tras una estancia de 4 años en un polvoriento campamento. Amenazados también por los afganos, de los que se decía que sobrevivían un día solo con el fin de pelear al siguiente, Lola Montez no duda en fugarse con un compañero de armas de su marido. Da que pensar. El incidente estuvo a punto de causar un duelo entre el marido y el amante que solo pudo ser obviado por la decidida intervención del coronel en jefe que, eso si, invitó a Lola a abandonar el acuartelamiento.
Como se puede apreciar, la danza no era una habilidad que Lola dominara |
Lola intenta refugiarse junto a su madre y su padrastro en Calcuta. La madre la recibirá con frialdad, a estas alturas sabe bien como es su hija, y con razón o sin ella, teme que su fama la preceda. Recela de su presencia, la belleza de María Dolores Eliza Rosanna Gilbert es capaz de atraer a la mitad del ejército inglés en busca de sus favores. Contagiados los hombres a partes iguales, por el ardor del alcohol, las alucinaciones del opio y la sensualidad de una cultura milenaria que cubre los cuerpos de las bailarinas de los Marajás solo con collares, perlas y rubíes.
El padrastro la da 1000 libras, una pequeña fortuna, la quiere lejos un poco a su pesar, pero la presión social y de la propia madre de Lola se hace insoportable. Acaba en España, en Madrid, no se sabe si de forma deliberada o rebotando de un destino a otro, o empujada allí por alguno de sus protectores. Se ha dado cuenta de que se puede vivir bien sin establecer compromiso alguno, aunque sea en la acera de enfrente a la de la decencia femenina al uso. Mientras no se pierdan las formas, ese lado es un lugar privilegiado si se sabe aguantar bien la presión.
Se convierte en una apestada para su género. Una roba maridos y pretendientes y sostiene una de esas guerras del corazón que no por ser silenciosas son menos crueles. Vive en un mundo de hombres que pugnan por ganarse su interés primero, y después, todo lo demás. Nada nuevo en esta historia paralela del mundo femenino que ha buscado a veces su sustento por estos itinerarios prohibidos. Así aguantará el resto de sus días.
Es la vida que ha elegido, manejando esa idea inquietante y agotadora de un tipo de amor, ese que Stendal veía como una rosa al borde del precipicio, esto es: hoy te quiero, mañana……..ya veremos. Vende un género muy habitual, pero envuelto en un paquete que para los varones románticos de la época es irresistible, la belleza que no se puede poseer del todo, y además la adorna de un exotismo que la abrirá las puertas de muchos templos en Europa, América y hasta Oceanía.
Imagina...Bueno, directamente se inventa una biografía que casi acabará por creer con el tiempo: unas veces es hija de un torero sevillano, otras, mujer de una víctima de los carlistas(*). Tras unas lecciones de baile en las que, pese a su interés, avanza con torpeza; dos o tres días utilizando las castañuelas y algunas jornadas canallas rodeada por una partida de chulos, flamencos y picaros de la noche que la ofrecen alguna que otra tonadilla racial, se produce la gran transformación: María Dolores Porres Montez, más conocida por Lola Montez. Una mujer a la conquista del mundo. La Brava Lola, como se la llegará a conocer.
(*) Carlistas e Isabelinos protagonizaron hasta tres Guerras civiles en la España del Siglo XIX
Vida de una Mujer: Lola Montez consta de las siguientes entradas: