Eunucos y Concubinas ( IV )

Tumba eunucos. Ming Dinasty
Tumba eunucos. Ming Dinasty

Una concubina con buena fortuna (aunque no la única) fue  Llehénala, conocida como emperatriz viuda Cixi(*). Tuvo un hijo del emperador y se las arregló para eliminar a cualquier futuro competidor, se sospecha que incluido su propio hijo(**). Es la emperatriz de la película 55 días en Pekín. El último eunuco de China, en sus memorias, habla de ella como de un ser perverso y sanguinario que disfrutaba con el sufrimiento ajeno y la humillación. Hizo comer sus propias heces al jefe de los eunucos de Palacio lo que seguramente llevó a éste al suicidio. Ordenaba castigos masivos, de forma que, los errores de un eunuco, eran pagados por un ciento. Como quiera que los azotes eran frecuentes, entre la población de eunucos del Palacio era habitual ir provisto de tiras de tela de medio metro de anchas ceñidas a la pantorrilla con el fin de soportar las frecuentes penas. Paradójicamente la pequeña Cixi (sólo medía un metro y medio de estatura) estuvo enamorada de un eunuco en su corregencia. An Dehai, se llamaba. Jóven, más que ella, apuesto y muy sensible. Los complicados entresijos de la Corte China y un sutil protocolo hicieron que An, a pesar de los desesperados intentos de Cixi por evitarlo, fuera ejecutado. Su cadáver, junto a la seccionada cabeza, permaneció a la intemperie durante varios días, desnudo y expuesto a todos. Los ciudadanos de Pekín podían de esta manera verificar por sí mismos que, aquellos rumores que hacían amantes a An Dehai y la emperatriz regente, eran totalmente falsos, ya que, efectivamente, An era un emasculado completo. 

     Con las naturales reservas acerca de la fiabilidad de los datos(***), podemos hacernos una imagen aún más precisa de esta mujer cuando conozcamos sus debilidades: los culinarios por ejemplo,  le gustaba tanto la leche que la tomaba de la más pura: es decir leche materna. Siendo ya una mujer adulta se desayunaba succionando directamente de los pechos de sendas matronas que se colocaban a ambos lados de su cama. Unas mujeres que seguían una dieta especial: sólo podían beber agua pura, comer carne y pescado hervido sin ninguna especie ni condimento alguno. Una dieta que era una tortura.

     La institución del concubinato no es exclusiva de la casa imperial china. Cualquier persona capaz de mantenerlas podía disponer de concubinas. El recorrido de esta institución ha sido larga, aunque no lo parezca, solo en el año 1971 fue abolido el concubinato en Hong Kong. Por lo visto, y merced a esos rodeos metafóricos y algo vidriosos de los chinos, se justificaba su existencia ante los occidentales comparando al hombre y a la mujer con un juego de té. El hombre sería la tetera y la mujer la taza, en fin, una tetera sería capaz de llenar varias tazas pero ninguna taza llenaría una tetera. 


Este recipiente estaba destinado a contener los restos de la castración, los cuales, como se aprecia, recibían el nombre de
Este recipiente estaba destinado a contener los restos de la castración, los cuales, como se aprecia, recibían el nombre de "precious"

    Tradicionalmente la medicina en China ha estado más desarrollada que en Occidente. Desde siempre el riesgo que implicaba la castración era en este país lo suficientemente bajo como para que determinados colectivos (infelices desesperados, las mas de las veces) ponderaran la eviración.  Esto sucedía incluso desde el siglo XVI. Frente a los aterradores resultados de la castración en Medio Oriente y África donde, como se verá, moría prácticamente el 98 por ciento de los hombres a ella sometidos, en China estas cifras llegaron a ser de un 4 por ciento en los últimos años del Imperio y de un tercio en periodos anteriores. Es por ello por lo que incluso hombres casados se sometían  voluntariamente a la eviración como una formula para sobrevivir y mantener así a sus familias. Sin embargo, la vía mas frecuentada era la de los niños, sometidos por sus padres en la infancia a la castración.

    La intervención estaba en manos de un colectivo denominado Knives, “carniceros” . A juzgar por los resultados eran bastante habilidosos pues se iban transmitiendo la profesión de padres a hijos. Tres personas inmovilizaban al paciente al que previamente habían vendado fuertemente el vientre y la parte alta de las piernas, a la altura de la ingle. En la mayoría de los casos el paciente llegaba fuertemente drogado.


Ropa que caracterizaba a un eunuco en la opera de Pekín
Ropa que caracterizaba a un eunuco en la opera de Pekín
 
     Un médico francés, de apellido Matignon,  presente en China a finales del siglo XIX, refiere que estos Knives o “carniceros” eran pagados por el propio eunuco. En función de las expectativas de medro del sujeto los pagos podían incluso ser aplazados. Muchas veces, se trataba de un infeliz no muy consciente de las consecuencias de este acto. La intervención se realizaba en un edificio próximo al Palacio Imperial convenientemente preparado para tal cometido. Probablemente los índices de supervivencia en China para la eviración, aparte de la proverbial habilidad de los operarios, esté en relación con las condiciones higiénicas de este recinto que disminuían notablemente las probabilidades de infección y con ello de muerte.

      La ceremonia de la castración estaba precedida de todo un ritual. Aunque se da  por hecho que todo este ceremonial se cumplimentaba en el caso de que la mutilación fuera voluntaria. Si la pena derivaba de un castigo no había consideración alguna. La historia de China, y de muchos otros países está llena de verdaderas carnicerías de este tipo, en el que los ejércitos vencidos no debían de esperar piedad alguna del vencedor, que no se conformaba con la derrota y rendición sino que, en un acto de suma humillación colectiva, castraba por decenas de miles a los soldados de los ejércitos derrotados.

(*) Catalina Carl (1865-1938) una pintora norteamericana que residió durante 9 meses en la ciudad prohibida y que pintó a la propia Emperatriz, la describe de forma más benevolente, y ve en ella a una mujer cercada por los acontecimientos y empeñada en la modernización de China.
(**) Su hijo habría muerto de sífilis o viruela según la versión oficial.
(***) Es extraordinariamente difícil rastrear datos de la historia China, y más de esta naturaleza. A las dificultades del idioma se añade el tradicional bloqueo del sistema, remiso a ofrecer, incluso a los especialistas, los millones de documentos que ha generado la milenaria historia de este país.


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