Eunucos y Concubinas en China ( III ). La difícil vida en el Palacio


Se ha acusado a los eunucos de ser vengativos, rencorosos y poco de fiar. No es extraño este gran resentimiento ante la vida, sobre todo cuando su mutilación se efectuó a edades tan tempranas que no se les permitió elegir su futuro. Este es el caso de los niños castrados por sus padres con el fin de obtener, gracias a esta mutilación, una fuente de ingresos que les permitiera, en algunos casos, sobrevivir. La frustración acumulada por haberles privado de un futuro en consonancia con su naturaleza, se canalizó hacia sentimientos de desdén y odio por los suyos. Incluso, y no es nada extraño, que se extendiera después por todo el genero humano visto el desprecio y la desconfianza con la que eran tratados.

     Este sentimiento se retroalimentaba, es decir como los eunucos se sentían despreciados acababan por recelar de la sociedad y terminaban por establecer vínculos gregarios. Ya hay noticias que se remontan al siglo II después de Cristo en las que se hace referencia a asociaciones secretas de eunucos. Los conspiraciones están a la orden del día. 


Los donglin se opusieron a la camarilla de los eunucos
El denominado Partido Donglin, se opuso a la influencia de los eunucos en la Corte Imperial

     Pero hay otro tipo de castraciones. Se puede imaginar el sufrimiento de un hombre al que le han seccionado solo el pene pero que, al conservar sus testículos, mantiene toda la fortaleza  hormonal de su genero, todo el vigor de su naturaleza. Porque la emasculación es selectiva, depende de lo que se quiera obtener del castrado, una veces se precisa una mutilación completa que temple al sujeto y lo amanse, pero otras veces solo se pide la amputación del pene con el fin solo de evitar el coito. Un ejercito de castrados es temible, es un grupo de hombres furiosos que solo encuentran en la acción más límite su única forma de aliviar la testosterona, además de una próstata hinchada. Cualquier cosa es preferible a ser elegido para velar por la integridad de las concubinas que, sabedoras de sus limitaciones, se muestran ante este ejercito de guerreros castrados sin inhibición alguna.


El Gran Almirante Zheng He. Dispuso de una flota de proporciones colosales. Su nombre original era Haji Mahmud Shams. Fue castrado, tras su captura por los chinos, a los que pasó a servir.

     Los hijos de las concubinas, y siempre que fueran el resultado de una noche loca con el Emperador, podían hacerles mejorar su posición en la Corte. Aunque de menor categoría que los hijos de la emperatriz, la presencia de estos pequeños ilícitos solía traer consecuencias. Ya era un autentico milagro que pudieran nacer, visto el cuidado que tenía La Emperatriz para evitar situaciones como esta, pero si no estaba a su alcance evitar un parto sí que podía disponer fácilmente de la vida del recién nacido. Y a fe que lo hacía, la mayoría de las veces para desprenderse de él. De tal forma que lo más prudente para una concubina, si en algo estimaba la vida de su hijo, era la de alejarle lo más lejos y pronto posible de aquella Corte sutil pero extremadamente sanguinaria y cruel.

Eunuco en el Palacio Imperial. 1870-1880
Eunuco en el Palacio Imperial. 1870-1880

    Se calcula que la legalidad en la continuidad dinástica del imperio era solo formal. Probablemente menos de un tercio de los que fueron emperadores eran primogénitos e hijos legítimos de la pareja imperial (podía existir más de una Emperatriz). Los mas eran el resultado de las intrigas palaciegas, hermanos y hermanastros de variado origen; hijos de las concubinas, descuidos de la emperatriz y por mera suplantación en el momento del parto. Y eso pese al celo de los eunucos que, claro, obedecían a sus propios intereses dinásticos y que estaban detrás de una considerable cantidad de conspiraciones.

     Algunas concubinas eran enterradas en vida cuando moría el emperador con el fin de hacerle compañía en el mas allá. Otras, eran enterradas vivas sin necesidad de que el Emperador muriera; oficialmente por infieles, pero seguro que por ser torpes, o por haberse hecho muchos enemigos, o por indiscretas. Los emperadores de la dinastía Qing dispusieron de hasta 20.000 de ellas. Cuando un Emperador moría, todas sus concubinas pasaban a ocupar la llamada Casa de la Castidad. Jamás saldrían de ella. La dinastia Qing, de origen manchú -apenas un 4% de la población china- y considerada extraña por la mayoría de la población, se estableció en el año 1644, tras cometer numerosas atrocidades. Fue la última dinastía de este milenario Imperio. Se calcula en 100.000 el número de eunucos con los que se encontró el primer emperador Qing: Shunzhi. China tendría entonces unos ciento cuarenta millones de habitantes.

     El Imperio Chino, en sus mas de dos mil años de historia, ha transitado siempre entre el extremo de un poder omnímodo; el de los emperadores, y la moderación y equilibrio que exige los principios del taoísmo, su esencia religiosa. Cabe preguntarse por esa nomina descomunal de mujeres al servicio de  un hombre solo. Tal parece que al ser el emperador, según la doctrina taoísta,  el extremo del yang y por lo tanto esencial para la armonía del cosmos, y constituyendo las mujeres el otro extremo, el yin y siendo el taoísmo  una filosofía del equilibrio, la calidad de la dignidad imperial para restablecer ese equilibrio requiere tal abundancia de mujeres.
     
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