Eunucos y Concubinas en China. ( I )


El primer español que conoció China  fue un hombre que se llamaba Bernardino de Escalante. Fue allí acompañando a los portugueses, esos vecinos que sólo tenían la inmensidad del Océano por delante . Vivió en ese siglo mágico para la Historia de España que es el XVI. Unos años en los que los españoles se consideraban capaces de todo, hasta pensaron en invadir China aprovechando su presencia en las Filipinas - Manuel Ollé “La empresa de China”- Por lo visto, ignoraban que muchos Emperadores chinos eran auténticos paranoicos.

     No era para menos. Fueron criados desde niños en un ambiente opresivo, cargado de amenazas reales o fingidas y en una atmósfera controlada por servidores de toda laya, pero sobre todo por eunucos, y en su momento, por las emperatrices  y las familias de estas. Vivieron acechados en su infancia por las intrigas de las otras mujeres del Emperador (tenía derecho a varias)y por las concubinas. El único y máximo cometido de unos y de otros consistía en acabar con él para colocar en su lugar a sus hijos. No se podían fiar ni de sus propias madres, a veces, la muerte, les llegaba desde la misma mano de su progenitora. Se les conocía pomposamente como hijos del cielo, anticipándose, quizás, a la facilidad con la que a el eran enviados.

     En realidad gozar de los favores y consideración de los Emperadores chinos era más bien algo peligroso, una autentica desdicha. Como tener una bomba entre las manos, su asesinato acarreaba el de sus familiares, amigos y favoritos. El régimen imperial chino duró tantos siglos quizá debido a que el Emperador, excepción hecha de algunos casos, era un títere. La costumbre y no la ley señalaba que, en el caso de que el Emperador muriera sin descendiente, era la Emperatriz la encargada de designarlo. Éste era generalmente un niño, lo que hacia más amplio el recorrido de la regencia que la Emperatriz asumía, por supuesto. De esta manera se conseguía influir lo suficiente en el futuro Emperador, tanto como para diseñarlo a su conveniencia. Si no se adaptaba a lo que de él se esperaba se eliminaba, aunque se tratara de su propio hijo. La Emperatriz nombraba también al jefe del ejercito y lo hacía de entre los miembros de su familia. 

Estatuilla de funcionario judicial chino. Vestido con terno azul. Es probable que se trata de un eunuco
Estatuilla de funcionario judicial chino. Vestido con terno azul. Es probable que se trata de un eunuco

      Así pues para compensar esta maraña de intrigas y amenazas el Emperador se fue rodeando  progresivamente, y para su seguridad, del cuerpo de eunucos de palacio. Su cometido original no era este, por supuesto, si no el de cuidar de las concubinas. Por ejemplo, de las 6.000 que se dice  que llegó a poseer el emperador Huan Di (146-168 después de Cristo). Este hombre, que al parecer renunció a gobernar a la vista del pantanoso terreno del poder y que se dedicó a gozar de todos los placeres de su posición, era incapaz de engendrar un heredero varón. Y eso que sus eunucos le presentaban todas las noches hasta nueve concubinas, pensando que este número mágico le daría por fin el deseado hijo.

Existía la creencia de que un emperador  viviría más años cuantas más parejas sexuales tuviera. De hecho, la figura legendaria del primer emperador chino se la considera inmortal porque mantuvo relaciones con más de mil jóvenes virgenes 
 Pero no había nada de sobrenatural en aquella sequía de hijos varones que padecía. Es mas que probable que la mano de la emperatriz, incapaz de engendrar un hijo varón,  se encargara de acabar con la amenaza,  y a veces con la futura madre misma. En fin, como se ve un grandísimo lío.

     No era fácil en la corte china hacer pasar a un niño por lo que no era. A los eunucos les iba la vida en ello, y su eficacia era proverbial. El Emperador poseía una especie de curriculum sobre las habilidades de cada una de sus concubinas, recogidos estos detalles en unas tablillas de jade que se conservaban en su poder. Cuando deseaba la compañía de cualquiera de estas concubinas entregaba la tablilla al eunuco y éste, acudía a la habitación de la elegida. Después de desnudarla y comprobar que no poseía arma ni veneno con el que pudiera lastimar al emperador, la cubría de una tela de oro y de esta manera la introducía en la habitación de su Señor. Existe un ceremonial sobre la forma en la que la mujer se debía de acercar al lecho del Emperador, y al parecer lo hacía desde los pies de la cama nunca desde un lado. Todos estos pormenores, por supuesto, estaban fiscalizados por los eunucos que anotaban la hora y el día del encuentro. En China la fecha de nacimiento, y por lo tanto la edad, se cuenta desde el día supuesto o aproximado de la concepción. Y en este caso lo era doblemente porque servia para certificar la licitud del recién nacido.

Eunuch Museum
Eunuch Museum.

     A la vista de esta maraña de intrigas los emperadores encontraron en la casta de los eunucos un dique con el que frenar la ambición de las emperatrices y sus familias. Pudo ser una decisión acertada en su momento, pero a la larga, los eunucos se convirtieron en un elemento de poder dentro de la corte, y nada desdeñable. Acabaron por imponer Emperadores en la Corte. Incluso el emperador Hong wu, el primero de la dinastía Ming, intentó prohibirlos infructuosamente en la Corte.

      Intrigaron para sentar en el trono a aquellos que consideraban más adecuados para sus fines, por lo general, sujetos complacientes con sus intereses y se deshicieron directa, o subrepticiamente de aquellos que no les convenían. Existe un episodio muy parecido al de Moisés, en el que un futuro emperador fue salvado por azar de perecer ahogado en el río para colocar a otro en su lugar. La historia da fe de herederos injustamente acusados de violentar a las concubinas del Emperador y que deben huir de la furia de su padre porque un eunuco se siente vilmente tratado y se venga de esta manera. Hermanos enfrentados mortalmente por la sucesión al trono, que encuentran en el colectivo de eunucos unos preciosos aliados para sus aspiraciones, aun a sabiendas de  que, por lo general, no obran nunca desinteresadamente. Emperatrices defenestradas por las ventanas con sus hijos y herederos en brazos, y hasta jefes del ejercito hostiles al colectivo, como el general  He Jin, decapitado por los eunucos. 

Eunucos, finales s XIX
Eunucos, finales s XIX

     Pero a veces se pierde y la intriga no da los frutos deseados. Ya se sabe, si no se arriesga no se gana. Las consecuencias son espantosas. Eunucos colgados  de las vigas, bocabajo, envueltos  en algodón empapado en  grasa y a los que se les prende fuego primero desde los pies. Otras veces son masacrados por cientos, por miles. Indiscriminadamente. Cualquier hombre sin barba es considerado eunuco y perece. Víctima de la furia de sus enemigos, que fue mas o menos lo que les pasó como venganza por la muerte de He Jin.

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