Cuando el veneno hace justicia
Y no quiero olvidarme de un hombre que en esto de los venenos ha nacido de pies. Fidel Castro, un señor que ha estado bastante años sin estrechar las manos por temor a que le envenenaran por mero contacto físico. Lo han intentado de todas maneras, hasta han envenenado a quien no debían, pero ahí sigue, aunque con su edad y las cosas que sigue diciendo, dudamos mucho que a alguien le interese su desaparición. También en América Latina, en Chile; casi se tiene la plena seguridad de que Eduardo Frei, presidente de la República, fue envenenado. Murió tras someterse a una sencilla intervención. En la exhumación efectuada en el año 2006 se encontraron restos de talio. La investigación realizada a instancias de la familia, confirmó que en la autopsia efectuada en el año de su muerte, 1982, se colgó el cuerpo de un garfio situado en el techo, probablemente con la intención de que el cadáver eliminara por precipitación todos los restos del veneno presentes en el mismo. También puso de manifiesto la connivencia de médicos, enfermeras y personal de administración de la clínica donde se efectuó la intervención del mandatario, en lo que parece ser su asesinato, y la relación con esta del químico Eugenio Berrios, un especialista en armas biológicas, que a su vez fue asesinado en Montevideo (Uruguay). La investigación sobre la muerte de Frei ha abierto también la de otro ilustre finado: Pablo Neruda, tanto mas cuanto que se produjo cuando estaba ingresado en la misma clínica en la que murió Frei: Clínica Santa María.
Con Fidel no pudo la CIA y tampoco pudo, pero porque otros se le adelantaron para asesinarlo a palos, con Patricio Lumumba, una especie de Fidel Castro africano. A éste le tenían preparado una tubo especial de pasta de dientes. Lumunba era un protegido de la URSS, y los soviéticos han tenido una particular habilidad con el uso de venenos de todo tipo. A Rasputín, una especie de consejero del último de los zares, le dieron tanto veneno como para matar a un caballo y al final lo ejecutaron a tiros. Tras la Revolución, aunque Stalin no hacia ascos a lo que llamaban “trabajos humedos” (por lo de la sangre que se derramaba) prefería el uso de venenos, más discretos y asépticos. Exportó su especialidad a los países satélites; se quiso “cargar” (mod: por matar) a Mao Tse -Tung por medición de Lin Piao -jefe del Ejercito de la República Popular China- y este pago con su vida la traición. Tito, el que fuera líder de la desaparecida Yugoeslavia, salvó la vida porque Stalin, que le había mandado matar, murió antes de que se pusiera en marcha el operativo, pensaban eliminarlo mediante la administración de un aerosol que contenía la peste neumónica, y eso durante una audiencia personal. Palmiro Togliatti también, líder del más poderoso Partido Comunista de Occidente, el italiano, que incluso veraneaba en la URSS, murió en extrañas circunstancias en tierra rusa. ¡Si hasta el propio Lenin¡ fundador del Estado Soviético parece que también fue envenenado. Hitler disponía de su propio equipo de "catavenenos": quince mujeres que probaban los alimentos antes de que él y su Estado Mayor lo hiciera. Todas, menos una, fueron fusiladas al final de la guerra, por lo que probablemente habría que considerar o bien, cierto grado de voluntariedad en este cometido o la mera crueldad de la guerra.
Ceausescu, el déspota de Rumania, un alumno aventajado, daba órdenes de asesinato mientras participaba en cacerías de patos a los que alcanzaba (destrozaba mas bien) con una ametralladora. Su especialidad: el talio radioactivo que le había regalado Leónidas Breznev; produce un cáncer galopante. La lista de víctimas es interminable, hasta asesinos arrepentidos presenta, tal y como podemos comprobar en un episodio real de la novela del “factor humano” de Graham Greene. En 1954, el agente del KGB Nikolai Khoklov se presentó en el apartamento de Georgi Okolovich en Frankfurt, Alemania, y le dijo: "He venido a por ti desde Moscú. El Kremlin ha ordenado tu asesinato" . Khoklov decidió huir a occidente en lugar de cumplir su mandato.
El veneno se ha utilizado también con prodigalidad en los llamados “juicios de Dios”, pruebas supremas que consistían en someter a un supuesto culpable a pruebas límite ,de forma que si sobrevivía era inocente y si perecía culpable. Ya hablamos de las “aguas amargas”, esa ordalía un poco tramposa que practicaban los judíos en la parte Primera de esta serie sobre el Veneno. Pues bien, el testimonio procede de África: Golfo de Guinea. El brujo de la tribu prepara un brebaje que han de beber dos hombres, uno es inocente, el otro es culpable. El brujo no lo sabe, pero a tal efecto utiliza un tóxico que se desactiva en medio ácido. El veneno se llama calabar, pero lo que sí sabe el brujo es que el veneno detecta al injurioso. Los dos hombres lo toman y el falso acusador cae al suelo, vomitando y víctima de horribles convulsiones. El otro, el inocente, aparte de un notable dolor de estómago, no tiene daño alguno. Es un milagro….No, no lo es. El inocente que cree en la justicia de los espíritus ha tragado el líquido sin titubeo alguno y el ácido del estomago ha desactivado la mayor parte de los efectos del tóxico . Sin embargo, el culpable ha retenido el liquido en su boca antes de ingerirlo, vacilando, lo ha hecho el tiempo suficiente como para que la toxina entre en su organismo. El veneno ha hecho justicia
Eduardo Frei Montalva, ex Presidente de Chile. Probablemente envenenado |
Pablo Neruda, poeta y Premio Nobel. Murió en la misma clínica que Frei. Se pidió la exhumación del cadáver, y en el mes de Noviembre de 2013 se descartó que hubiera sido envenenado |
Con Fidel no pudo la CIA y tampoco pudo, pero porque otros se le adelantaron para asesinarlo a palos, con Patricio Lumumba, una especie de Fidel Castro africano. A éste le tenían preparado una tubo especial de pasta de dientes. Lumunba era un protegido de la URSS, y los soviéticos han tenido una particular habilidad con el uso de venenos de todo tipo. A Rasputín, una especie de consejero del último de los zares, le dieron tanto veneno como para matar a un caballo y al final lo ejecutaron a tiros. Tras la Revolución, aunque Stalin no hacia ascos a lo que llamaban “trabajos humedos” (por lo de la sangre que se derramaba) prefería el uso de venenos, más discretos y asépticos. Exportó su especialidad a los países satélites; se quiso “cargar” (mod: por matar) a Mao Tse -Tung por medición de Lin Piao -jefe del Ejercito de la República Popular China- y este pago con su vida la traición. Tito, el que fuera líder de la desaparecida Yugoeslavia, salvó la vida porque Stalin, que le había mandado matar, murió antes de que se pusiera en marcha el operativo, pensaban eliminarlo mediante la administración de un aerosol que contenía la peste neumónica, y eso durante una audiencia personal. Palmiro Togliatti también, líder del más poderoso Partido Comunista de Occidente, el italiano, que incluso veraneaba en la URSS, murió en extrañas circunstancias en tierra rusa. ¡Si hasta el propio Lenin¡ fundador del Estado Soviético parece que también fue envenenado. Hitler disponía de su propio equipo de "catavenenos": quince mujeres que probaban los alimentos antes de que él y su Estado Mayor lo hiciera. Todas, menos una, fueron fusiladas al final de la guerra, por lo que probablemente habría que considerar o bien, cierto grado de voluntariedad en este cometido o la mera crueldad de la guerra.
Palmiro Togliatti. Líder del Partido Comunista de Italia (el mayor de Occidente) Su muerte levantó sospechas. |
Patricio Lumunba, líder de los movimientos de liberación africanos en el pasado siglo. |
Ceausescu, el déspota de Rumania, un alumno aventajado, daba órdenes de asesinato mientras participaba en cacerías de patos a los que alcanzaba (destrozaba mas bien) con una ametralladora. Su especialidad: el talio radioactivo que le había regalado Leónidas Breznev; produce un cáncer galopante. La lista de víctimas es interminable, hasta asesinos arrepentidos presenta, tal y como podemos comprobar en un episodio real de la novela del “factor humano” de Graham Greene. En 1954, el agente del KGB Nikolai Khoklov se presentó en el apartamento de Georgi Okolovich en Frankfurt, Alemania, y le dijo: "He venido a por ti desde Moscú. El Kremlin ha ordenado tu asesinato" . Khoklov decidió huir a occidente en lugar de cumplir su mandato.
Litvinenko. Su agonía se vivió en directo. La medicina no pudo hacer nada por él pese a saberlo víctima de un veneno no identificado del todo. Su autoría lleva una marca inconfundible. |
El veneno se ha utilizado también con prodigalidad en los llamados “juicios de Dios”, pruebas supremas que consistían en someter a un supuesto culpable a pruebas límite ,de forma que si sobrevivía era inocente y si perecía culpable. Ya hablamos de las “aguas amargas”, esa ordalía un poco tramposa que practicaban los judíos en la parte Primera de esta serie sobre el Veneno. Pues bien, el testimonio procede de África: Golfo de Guinea. El brujo de la tribu prepara un brebaje que han de beber dos hombres, uno es inocente, el otro es culpable. El brujo no lo sabe, pero a tal efecto utiliza un tóxico que se desactiva en medio ácido. El veneno se llama calabar, pero lo que sí sabe el brujo es que el veneno detecta al injurioso. Los dos hombres lo toman y el falso acusador cae al suelo, vomitando y víctima de horribles convulsiones. El otro, el inocente, aparte de un notable dolor de estómago, no tiene daño alguno. Es un milagro….No, no lo es. El inocente que cree en la justicia de los espíritus ha tragado el líquido sin titubeo alguno y el ácido del estomago ha desactivado la mayor parte de los efectos del tóxico . Sin embargo, el culpable ha retenido el liquido en su boca antes de ingerirlo, vacilando, lo ha hecho el tiempo suficiente como para que la toxina entre en su organismo. El veneno ha hecho justicia
La serie Veneno consta de siete entradas y este es su índice