Las Amazonas de Dahomey ( Parte II )

amazona de Dahomey en reposo


MUJERES EN GUERRA






Hace unos meses efectuamos una entrada sobre las hormigas en las que jugábamos literariamente con su sociedad y la presentábamos como grupo guerrero y depredador, incapaz de una convivencia pacífica con el medio. No podemos por ello evitar pensar en cierto parecido con la sociedad dahome. De hacer caso a los periódicos del siglo XIX que la presentaban como una monarquía parasita y despótica, sin base económica alguna mas que la guerra y la trata de esclavos. Toda la sociedad orbitaba en torno a la figura absoluta del rey, el cual organizaba campañas bélicas todas las primaveras con objeto de saquear las tribus vecinas, proveerse de esclavos para su uso o la venta,  y también víctimas para los frecuentes sacrificios humanos que practicaban los dahomes. A juicio de los misioneros europeos en el año 1848 el reino de Dahomey tenía una población de 200.000 personas, y Abomey, su capital, unos 30.000. De toda esta población sólo 20.000 eran libres. El ejercito podía estar formado de unos 12.000 efectivos de los cuales 4000 o 5000 eran mujeres. El censo en Dahomey era casi un secreto de Estado; cada persona era un guijarro y cada pueblo un saco. En efecto, en el palacio real de Abomey existía una especie de oficina censal en donde se guardaban tantos sacos como pueblos y aldeas había en el reino, y dentro de los cuales, separados por sexo, tantos guijarros como habitantes había en los mismos.

Mapa del antiguo Reino de Dahomey s. XIX
Mapa del antiguo Reino de Dahomey s. XIX

     El antiguo reino de Dahomey tiene su origen en la tribu Fon, cuyo líder Dako fundó el reino en el año 1620-1626. Stanley Alpern, un erudito inglés que se dedicó al estudio de los idiomas de la zona en el siglo XIX, sostiene que el confuso origen de las amazonas de Dahomey se encuentra en los grupos de cazadores femeninos que se dedicaban, con gran arrojo, a acechar manadas de elefantes. Pese al peligro y las muchas víctimas causadas por los paquidermos, eran temibles en esa actividad, calculándose por termino medio unos cuatro o cinco elefantes muertos en las batidas de caza. No hay que descartar que la existencia de guerreros femeninos venga impuesta por la escasez de hombres. Las constantes guerras y el tráfico de esclavos habían desnivelado el equilibrio de los sexos a favor de las primeras. La fuerte desproporción demográfica de los dahomees frente a sus vecinos, los oyuba por ejemplo, estimada en una relación de uno a diez, sería otro determinante que explicaría el reclutamiento de mujeres para reponer las bajas masculinas.

Imagenes de la caza del elefante
Imagenes de la caza del elefante

     Sea como fuere ya observamos un ejercito de amazonas con el rey Agadja (1708-1732). El rey Ghezo (1818-1858) ya disponía de 4.000 amazonas y las había provisto de uniformes y armamento, incluidos mosquetes. Originalmente solo iban cubiertas por una falda, después, por túnicas sin manga y pantalones cortos, y dependiendo de la unidad a la que estuvieran asignadas, de lanza o arco. Todas disponían de espada además de un pequeño cuchillo, muy afilado, con el que solían mutilar a sus victimas para obtener trofeos; generalmente los órganos sexuales y el cuero cabelludo. 
     La mayoría de ellas no llegaba a los veinte años, aunque los oficiales eran de mayor edad (los oficiales disponían de una jerarquía de rangos consistente en curiosos accesorios para la cabeza, imitando cuernos de antílope o búfalo). El cuerpo de amazonas se formó al principio con elementos de la tribu Fon, pero las constantes campañas hicieron que se perdiera esta vinculación, nutriéndose en lo sucesivo, y por lo general, de antiguos esclavos o prisioneras de guerra que, desvinculadas de lazos familiares, fueron supliendo su desarraigo con una fidelidad extrema al rey y a sus compañeras. 

Los cuernos son un rango. Son oficiales
Los cuernos son un rango. Son oficiales

     La vida de las amazonas, en su calidad de guardia de confianza, era bastante más cómoda que la de las mujeres en general, por lo que muchos padres, voluntariamente, ofrecían a sus hijas más sanas y atléticas; solo debían de comprometerse, además de en la defensa de la vida del monarca, en el celibato, pues se consideraban formalmente como esposas del rey. El tiempo que no pasaban guerreando lo consumían en ocio, alcohol y ejercicios físicos, desdeñando el trabajo tradicional de la mujer como impropio de su condición de guerreras.
     La castidad de las amazonas generó una morbosa curiosidad en las sociedades puritanas del siglo XIX que veían en estos grupos, que por lo demás, y como hemos referido,  despreciaban el trabajo tradicional de la mujer, latentes colectivos lésbicos, cuando no infelices adolescentes que habían sido clitoridectomizadas(*) con el fin de privarlas de impulsos sexuales. No parece haber constancia de ello, mas, es obvio que, en colectivos del mismo sexo que tiene limitado el contacto físico, la tensión sexual se canaliza de otra manera. La sociedad victoriana pensaba que la guerra aliviaba esa pulsión, hoy pensamos que las amazonas habían generado entre ellas fuerzas lazos afectivos. Esto no exime de que varias amazonas fueran madres de hijos engendrados por el monarca de turno, o que se arriesgaran a perder la vida en los más que numerosos episodios de adulterio.

Mujeres guerreras con el vestido tradicional
Mujeres guerreras con el vestido tradicional

     Los eunucos se ocupaban de cuidar y servir a las amazonas. Independientemente de esta función, el rey solía ordenar la emasculación(**) de entre diez y veinte varones al año. Una amputación de esta naturaleza solo tiene éxito en uno de cada 80 ó 90 casos, de tal manera que, puede hacerse una idea de la cantidad de varones de veinte años a los que era preciso sacrificar para obtener una población de diez eunucos por año. Su objeto, satisfacer la cruel soberbia del rey, que incluso, les obliga a contraer matrimonio.

Mujeres guerreras desfilando a las puertas de una ciudad
Mujeres guerreras desfilando a las puertas de una ciudad. Observense las cabezas de sus enemigos sobre los muros y la presencia de un occidental.

     La élite estaba formada por las cazadoras. Seleccionadas por su estatura y gran fuerza física, estaban siempre próximas al rey, y sus oficiales se distinguían por llevar sendos cuernos de antílope en su cabeza. A principios del siglo XVIII , un barco negrero francés las observa en el puerto de Ouidah, el puerto de Dahomey, provistas de palos y ejerciendo funciones de policía, con lo que al parecer su cometido y competencias las asimila mas bien a una suerte de policía política.

(*)     Amputación traumática del clítoris.
(**)   Castración.
Amazonas de Dahomey consta de las siguientes entradas: