El general Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón, más conocido como el Héroe de las Cuarenta derrotas, o mejor aún; como el general que mandaba el ejercito mejicano que se apoderó de El Álamo (1836), ha pasado a la historia con mas pena que gloria. Si repasamos su biografía nos daremos cuenta de que numerosos episodios de su vida eran un homenaje al mal hacer. Ni siquiera su pierna, que fue enterrada con honores bastantes años antes que el resto de su cuerpo, tuvo un reposo permanente. En efecto, el año 1838, y como consecuencia de la llamada Guerra de los Pasteles librada contra Francia, perdió una de sus piernas. Como quiera que debía tenerla en alta estima decidió enterrarla con honores. Una vez caído en desgracia (lo que sucedió en repetidas ocasiones. Fue presidente de la República hasta en 11 ocasiones) el pueblo decidió desenterrarla para dar así fe de su desprecio por él. No en balde le reprochaban haber perdido Texas por una siesta. Santa Anna decidió retirarse a descansar en pleno conflicto, ocasión que aprovechó el general Houston para asestarle un golpe mortal a él y a sus desprevenidas tropas, y de paso, enajenar el inmenso estado de Texas de la soberanía mejicana.
Incluso la fama postrera le pasaría por delante, y Santa Anna, tan ocupado en labrase ese sobrenombre de derrotado, seguramente ni se enteraría de que la posteridad casi le iba a perdonar su incompetencia gracias al chicle. Por que vamos a ver ¿Qué tiene que ver este hombre con el chicle? Pues todo y nada. Lo que es seguro es que le gustaba a rabiar.
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Santa Anna en sus mejores momentos |
Santa Anna, como otros muchos de sus paisanos, era muy aficionado a masticar constantemente la savia de un árbol muy abundante en America Central, el Chicozapote, del que se obtenía una goma masticable, utilizada desde la época de los mayas, para limpiar la dentadura, enmascarar el mal olor y aliviar el hambre, entre otras cosas. Una sustancia denominada “sicte” y que pasaría a la cultura azteca con el nombre de Tzictli, un aztequismo que significa “pegar” y que definitivamente acogería el idioma español como chicle.
Referencias al Tzictli las proporciona Bernardino de Sahagún en su Historia General de las Cosas de Nueva de España, escrita en el siglo XVI, y en el que nos presenta a las prostitutas como ávidas consumidoras de esta goma, lo que unido al rechinar de dientes que producían al masticarla las identificaba como tales en las ciudades aztecas. También sostiene fray Bernardino que los varones homosexuales masticaban tzictli en público (obra citada. Pagina 64 Volumen 3) lo que ya induce a considerar que el uso del chicle y su mala prensa no es reciente como se ve. Desde los temores de los médicos decimonónicos que pensaban que, al tragarselo, los intestinos podían quedar pegados, a la sordera prematura debido al constante ejercicio de los músculos de la cara. E incluso la peregrina idea de la transmisión por parte de la madre al feto de cierta incapacidad para poder mamar. Socialmente el consumo del chicle, en determinados eventos y recintos, es del todo inadecuado y por lo general denota abandono y displicencia, cuando no directamente una falta de respeto…..Bueno, eso dicen.
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Chicozapote con sus características hendiduras. Su latex es la base del chicle |
Otro producto de parecidas características e igual uso lo encontramos en el Mediterráneo: el lentisco, del que se extrae el mástiche o Mastic. Una resina masticable utilizado por los antiguos griegos para la limpieza dental y probablemente también por los romanos que la importaban de la isla griega de Quíos, seguramente la de mejor calidad. El mastic o lentisco o lágrimas de lentisco, que de varias maneras es conocido, posee unas sorprendentes propiedades terapéuticas, lo que parece aligerar el desdoro de la goma de mascar: es un eficaz antiséptico bucal, aligera la digestión y refuerza las encías, entre otras. Las patricias romanas lo utilizaban como máscara facial. Además, refinado, se utiliza en la fabricación de la pasta de dientes, perfumes e incienso. Pero el abuelo de todos los chicles parece ser el encontrado en unas excavaciones realizadas en el norte de Europa, allí se ha localizado prácticamente un fósil de chicle con 7000 años de antigüedad.
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Mástique de la isla de Quíos. |
En el Egipto antiguo, la India y Oriente Medio también era conocida una resina obtenida del árbol llamado Boswellia Serrata que se masticaba en ritos religiosos y que, en forma de incienso, fue una de las tres ofrendas que los Reyes Magos entregaron al Niño Jesús. Ojo, que no queremos decir que el Niño Jesús masticara chicle.
A decir de los entendidos chicle y goma de mascar son cosas distintas. Al parecer la denominación chicle goza de una especie de patente nominal pues solo el producto obtenido del Chicozapote lo es. Chicle era pues lo que mascaba nuestro general Santa Anna en su exilio norteamericano cuando uno de esos hiperactivos emprendedores que han hecho de los Estados Unidos lo que es hoy, coincidió con él. Se llamaba Thomas Adams, y como puede observar los buenos aficionados a la goma de mascar, su apellido casualmente, coincide con la marca comercial de uno de nuestros chicles favoritos. En efecto, es el mismo, el fundador de la marca Adams. Pero esto queda ya para la siguiente entrada.
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Black Jack. Uno de los primeros productos de la casa Adams |