Amazonas y Sacrificios humanos
Una vez al año, el rey de Dahomey se muestra a su pueblo en una especie de fiesta de las ofrendas o fiesta del aniversario de la muerte de su padre. Una fiesta de difuntos dedicada al recuerdo del rey muerto y al que la prensa francesa de la época denominaba coutume. El rey se instala sobre una plataforma elaborada para la ocasión de 40 metros de larga por diez de ancha y cuatro de altura. Desde allí presencia el desfile de sus unidades de Amazonas, que en grupos formadas por unos 80 individuos le manifiestan su lealtad. A decir de Pruneu de Pommergorge, un viajero francés que nos describe esta ceremonia, la mayoría de ellas ronda los veinte años de edad, siendo más veteranas los oficiales. Solo después desfilan los hombres.
El rey está protegido por un parasol que portan cinco o seis mujeres. Además, varias amazonas impiden que ningún ser humano se acerque, ni siquiera los embajadores de las tres potencias europeas presentes: Portugal, Francia e Inglaterra. Se aproxima al borde de la plataforma y es entonces cuando las diez mil personas presentes estallan en vítores; es la única vez en el año en que se mostrará a sus súbditos. Les lanza displicente un par de puñados de conchas y otros abalorios y vuelve a retirarse hacia el interior de la tribuna. Y es aquí cuando aparece sobre la misma una comitiva bien extraña; varias decenas de hombres que portan sobre sus hombros unas cestas y en cuyo interior se encuentran amarrados algunos infelices a los que se ha amordazado. Son mostrados a la multitud que ruge al pie de la plataforma. A una orden desconocida cesta y hombre son lanzados sobre la muchedumbre que se apresura a precipitarse sobre los infelices para decapitarles tras sendos golpes del machete. Son sólo nuevos esclavos que enviar al otro mundo con el fin de servir al rey difunto, sus cabezas serán expuestas durante largo tiempo sobre las puertas de entrada de la ciudad de Abomey, la capital del país de los dahomees. En los días previos a estos sacrificios públicos, y en recintos privados, se han efectuado ceremonias con el mismo objeto, de tal forma que, la cantidad de cabezas dispuestas en las murallas es numerosísima y se renueva todos los días.
El rey está protegido por un parasol que portan cinco o seis mujeres. Además, varias amazonas impiden que ningún ser humano se acerque, ni siquiera los embajadores de las tres potencias europeas presentes: Portugal, Francia e Inglaterra. Se aproxima al borde de la plataforma y es entonces cuando las diez mil personas presentes estallan en vítores; es la única vez en el año en que se mostrará a sus súbditos. Les lanza displicente un par de puñados de conchas y otros abalorios y vuelve a retirarse hacia el interior de la tribuna. Y es aquí cuando aparece sobre la misma una comitiva bien extraña; varias decenas de hombres que portan sobre sus hombros unas cestas y en cuyo interior se encuentran amarrados algunos infelices a los que se ha amordazado. Son mostrados a la multitud que ruge al pie de la plataforma. A una orden desconocida cesta y hombre son lanzados sobre la muchedumbre que se apresura a precipitarse sobre los infelices para decapitarles tras sendos golpes del machete. Son sólo nuevos esclavos que enviar al otro mundo con el fin de servir al rey difunto, sus cabezas serán expuestas durante largo tiempo sobre las puertas de entrada de la ciudad de Abomey, la capital del país de los dahomees. En los días previos a estos sacrificios públicos, y en recintos privados, se han efectuado ceremonias con el mismo objeto, de tal forma que, la cantidad de cabezas dispuestas en las murallas es numerosísima y se renueva todos los días.
Le Journal Illustré 1890 |
Los sacrificios humanos, además de pretextar motivaciones de índole religiosa, los son también por razones de naturaleza militar. Las amazonas, por ejemplo, se enardecían en capítulos de esta naturaleza, es decir, se construía una plataforma rodeada de ramas de acacia; árboles estos cuyas ramas poseen infinidad de espinas. Sobre la plataforma y maniatados, se encontraban esclavos o prisioneros de guerra. En la gran plaza sobre la que se había construido esta estructura se hacia un gran silencio, de pronto, a una señal del rey, un ciento de amazonas lanzaba su grito de guerra y blandiendo sus espadas se lanzaba al asalto de la tribuna. No reparaban para acceder a ella en las heridas causadas por los espinos de las acacias que laceraban sus carnes, solo las cincuenta primeras que accedieran a la plataforma tendrían su recompensa ¿Cual era esta? se preguntaran: pues la vida de cada una de las víctimas que allí esperaba inmovilizada. A una señal del rey le cortaban la cabeza. Así lo cuenta Pruneu de Pommergorge
Durante cinco días se repitieron con el mismo o parecido guión espectáculos de esta naturaleza, cuyo cometido consistía en endurecer el ánimo guerrero de estas mujeres. Este carácter iniciatico de los sacrificios humanos lo señala ya Jean Bayol, un oficial francés presente en Abomey en diciembre de 1889. El mismo refiere como una amazona adolescente, prácticamente una niña, llamada Nanisca "que al parecer aún no había matado a nadie", aceptó someterse a la prueba de la sangre. Lo hizo ante un joven, adolescente también, que permanecía amarrado en una cesta, de forma que, tras aproximarse decidida, giró su espada y le rebanó la cabeza para después limpiar la sangre de la espada y tragársela. El propio Jean Bayol tuvo otros dos encuentros más con la joven Nanisca, una de ellos en batalla; acababa de derribar a un fusilero senegalés de las tropas coloniales francesas. La última fue para dar fe de su muerte, reventado su pecho por una bala explosiva de los expedicionarios franceses.
Muy pocas amazonas sobrevivieron a la derrota del ultimo rey de Dhahomey, las que lo hicieron tomaron dos caminos unas contrajeron matrimonio con no muy buena fortuna, pues unido a su baja tasa de fecundidad se presentaba también una aptitud poco convencional ante el papel de la mujer en la sociedad tradicional africana. Otras juraron vengarse del dominador francés. Así es, varios oficiales perecieron victimas de antiguas guerreras que habían fingido dejarse seducir. Sus intenciones eran bien distintas ya que lo único que deseaban era desquitarse de aquella derrota cortándoles la garganta mientras dormían. La mayoría de la mujeres guerreras de Dahomey murió en la década de los cuarenta, aunque al parecer la última pereció, ya centenaria, en el año 1979 en una remota aldea de nombre Kinta.
Fuentes:Le Tour du Monde 1863 |
Durante cinco días se repitieron con el mismo o parecido guión espectáculos de esta naturaleza, cuyo cometido consistía en endurecer el ánimo guerrero de estas mujeres. Este carácter iniciatico de los sacrificios humanos lo señala ya Jean Bayol, un oficial francés presente en Abomey en diciembre de 1889. El mismo refiere como una amazona adolescente, prácticamente una niña, llamada Nanisca "que al parecer aún no había matado a nadie", aceptó someterse a la prueba de la sangre. Lo hizo ante un joven, adolescente también, que permanecía amarrado en una cesta, de forma que, tras aproximarse decidida, giró su espada y le rebanó la cabeza para después limpiar la sangre de la espada y tragársela. El propio Jean Bayol tuvo otros dos encuentros más con la joven Nanisca, una de ellos en batalla; acababa de derribar a un fusilero senegalés de las tropas coloniales francesas. La última fue para dar fe de su muerte, reventado su pecho por una bala explosiva de los expedicionarios franceses.
Le tour du Monde 1863. |
Muy pocas amazonas sobrevivieron a la derrota del ultimo rey de Dhahomey, las que lo hicieron tomaron dos caminos unas contrajeron matrimonio con no muy buena fortuna, pues unido a su baja tasa de fecundidad se presentaba también una aptitud poco convencional ante el papel de la mujer en la sociedad tradicional africana. Otras juraron vengarse del dominador francés. Así es, varios oficiales perecieron victimas de antiguas guerreras que habían fingido dejarse seducir. Sus intenciones eran bien distintas ya que lo único que deseaban era desquitarse de aquella derrota cortándoles la garganta mientras dormían. La mayoría de la mujeres guerreras de Dahomey murió en la década de los cuarenta, aunque al parecer la última pereció, ya centenaria, en el año 1979 en una remota aldea de nombre Kinta.
Sacrificios en Dahomey. History of Dahomey. Londres 1793. La prensa europea ilustró con truculencia la cultura dahomee en un período marcado por el apetito colonial. |
- Los Negros. Estados y Condiciones. José Ferrer de Couto
- Viaje al interior del Reino de Dahomey. M. Guillevin. 1862
- Descripción de la Negritud. Pruneau de Pommegorge.
- Wives of the leopard: gender, politics, and culture in the Kingdom of Dahomey. Edna G. Bay.
- Lettres du Dahomey. Renzo Mandirola, Pierre Trichet y otros..
- Amazons of Black Sparta : The Women Warriors of Dahomey. Stanley B. Alpern
Amazonas de Dahomey consta de las siguientes entradas: