El Veneno y los Tóxicos ( Parte Tercera )

Los Venenos de la Alcoba. Los Venenos de la Corte


Catalina de Medicis. Utilizó el veneno con tan poco fortuna que envenenó a su hijo

Es una afirmación arriesgada, pero puede que no exista ni un solo país en el que no se haya acudido a los tóxicos para resolver de forma definitiva un problema político o un severo conflicto domestico. Es más, os vamos a decir una cosa que a lo peor no os gusta: cada vez que respiramos nos envenenamos; nos vamos oxidando. Pero por si esto fuera poco, ahí fuera existen 700 especies de peces venenosos, 400 serpientes cuya mordedura es mortal, garrapatas (sí, garrapatas),  escorpiones, arañas.  Mil especies de plantas bastante insalubres, y varios pájaros con plumas toxicas si se tocan o se ingieren.  En resumen que queríamos hacer de esta entrada: “El Veneno” un artículo en tres partes pero nos hemos quedado cortos. Mirando y mirando se nos van acumulando notas y hemos decidido hacer una tercera entrega, una cuarta, una quinta ….. Por de pronto, en esta hablamos de mujeres malas, muy malas; usando el único arma que la naturaleza les deja en un mundo de hombres. De los líos en la corte de Luis XIV y el Agua Toffana, entre otras cosas. Que os guste       
     Entramos en un periodo en el que el veneno se convierte en un arte como la pintura o la orfebrería. Y no confundamos, que decimos arte como oficio, como técnica y no como algo bello ni digno de emular (no vayamos a tener un disgusto).
      ¿Y dónde ha de ser sino en Italia? Que además del gusto por la proporción sirvió de tablero a un sin fin de Ciudades Estado en permanente pugna entre ellas. El prototipo de familia envenenadora fueron los Borgia, padre e hijos. Entre sus victimas figura  la hermana del sultán otomano Bayaceto, una tal Zinzin, a la que tenían como rehén; el cardenal Laforce y el cardenal Orsini. Pero en esto, como se suele decir, unos llevan la fama y otros cardan la lana. Envenenaron sí, pero otros envenenaron mucho más como ya veremos. El propio patrón de la familia el Papa Alejandro VI también fue envenenado (otros dicen que no). Sea como fuere el velatorio de su cadáver debió de ser bastante repugnante,  estaba en unas condiciones deplorables. La especialidad de la familia Borgia recibiría el nombre de  cantarella; un poderosísimo tóxico cuya exacta composición aún se desconoce, aunque entre sus componentes figura el arsénico y el fósforo con seguridad.

Cesar Borgia abandona El Vaticano. Giusseppe-Lorenzo Gatteri
Cesar Borgia abandona El Vaticano. Giusseppe-Lorenzo Gatteri. Los Borgia forman parte de los tópicos de una época. Fueron tan sanguinarios como otros muchos
     Ya hemos dicho que aquí, en Italia, eran bastantes espabilados en este oficio. Un poco antes había aparecido la llamada camisa italiana, pariente de la camisa de cortesía india que ya vivimos en la parte primera. Aprovechándose de la inveterada falta de higiene, se impregnaban de veneno (jabón de arsénico) aquellas prendas de vestir que solían estar en contacto directo con la piel, el uso continuado de la prenda hacía que el veneno penetrara poco a poco por los poros de la piel  produciendo los resultados conocidos
     Es en el siglo XVI y XVII fue cuando Europa sufrió una de las peores acometidas de una nueva epidemia, la conocida como acquetta o Agua Toffana, un poderoso veneno, también de origen italiano, que probablemente causo miles de muertos en el Continente. Aunque estas cifras, por supuesto, son imposibles de probar. Teofania d'Adamo conocida como la Toffana inició una estirpe de envenenadoras que se especializaron en atender las demandas domesticas de esposas desairadas, maltratadas y desafectas de sus maridos, viejos y achacosos. Llegaron incluso a juramentarse en sociedades de envenenadoras, como es el caso de otra italiana llamada la Scala que logró reunir a 150 jóvenes esposas decididas a acabar con sus maridos viejos o débiles.
     A  Toffana y a su veneno se le atribuyeron en el siglo XVII mas de 600 asesinatos, incluidos los de dos Papas. Fue ajusticiada de una forma muy desagradable en el año 1633, pero la fórmula de su veneno no se lo llevó a la tumba. Se cree que su hija se apresuró a vender el secreto de su composición, teniendo tanto éxito en la Europa de su tiempo que se extendió con gran rapidez. Primero salió de Sicilia y llegó a Nápoles, aquí se apropiaron de él y pasaron a denominarlo acqua di Napoli. Pasó a Siena y aquí  se llamó  Acqua di Siena  y así sucesivamente. Tras varias transformaciones acabó por llegar a Francia, llamándolo allí  polvos de sucesión.
     El agua Toffana era un líquido transparente, insípido e inodoro. Con unas pocas gotas administradas durante cierto tiempo minaban lentamente la salud de sus víctimas que se consumían lenta e inexorablemente. Se administraba con la comida, pero la propia Toffana, muy al tanto de los crecientes riesgos de esta práctica, sobre todo entre las clases poderosas, aconsejaba a sus clientas que se la aplicaran en el rostro, el cuello y los pechos antes de yacer con sus maridos. Estas instrucciones nos dan un clara pista de quien era el destinatario del veneno y quien se beneficiaba del mismo.

Giovanni Baptista Porta, autor de Neopolini Magioe. Un manual para el envenenador

    En el siglo XVI también se publicó el Neopoliani Magioe.  Un manual casi domestico de los venenos en el cual se dan consejos sobre su preparación y su uso, y en el que también se aconseja enmascarar sus presencia tras fuertes mezclas culinarias, evitando, eso sí;  la leche, que se corta con la presencia de algunos tóxicos y denuncia con facilidad la presencia de sustancias extrañas


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